Sobreviviendo

Por Marcelo Contreras

HOW CAN YOU MEND A BROKEN HEART APPLE TV. 

“La memoria de todo el mundo es diferente, así que solo son mis recuerdos”. Las palabras de Barry Gibb (74), el único sobreviviente de The Bee Gees, establecen, desde el inicio de este imperdible documental para los fans del mejor pop, que no pretende contar la verdad absoluta sobre el conjunto británico. “Sé que Maurice y Robin habrían tenido otros recuerdos”, acota. Lo objetivo e irrebatible es el lugar de los hermanos Gibb en la historia de la música popular, instalados en la misma élite de otras leyendas máximas curiosamente coincidentes en la letra b: The Beatles, ABBA y The Beach Boys.

Dirigido por Frank Marshall, cuya carrera como realizador está ligada a Steven Spielberg, How can you mend a broken heart no solo ofrece un relato cronológico urdido con oficio, sino que ahonda en aspectos centrales de la singularidad de los hermanos Gibb. Para eso va a fuentes autorizadas sobre los pros y los contras de alcanzar el estrellato compartiendo el apellido, como el caso del exlíder de Oasis, Noel Gallagher, y de las exestrellas infantiles The Jonas Brothers.

El documental detalla todas las veces que el grupo se reinventó gracias a su extraordinario talento. El rasgueo de guitarra característico de Jive Talkin’, por ejemplo, surgió del ruido rítmico del auto de Barry cruzando un puente rumbo al estudio, como el uso del falsete que los haría famosísimos —y objeto de bromas—, fue accidental.

El relato descubre aristas poco conocidas, como el éxito amargo que les reportó el ascenso estratosférico al definir la era disco con el soundtrack de Saturday night fever (1977), y sus cuarenta millones de unidades a nivel planetario. Convertidos en sinónimo de aquel estilo, padecieron la furia de un sector blanco y heterosexual intolerante frente a la identificación de las minorías sexuales con esa música bailable. Pagaron el precio por liberar un mundo subterráneo que tardaría décadas en ver la luz mediante otras estrellas como Madonna y Kylie Minogue. Como todos los grandes, The Bee Gees no sólo escribió su momento sino también allanó el futuro.