En esta era digital, donde los liderazgos ya no son verticales sino que horizontales, donde los mensajes ya no son uniformes sino que colaborativos, y donde las órdenes ya no se dictan hacia abajo sino que se dialogan frente a frente, las mujeres estamos llamadas a una cosa: cambiar el mundo. A fomentar ambientes más inclusivos, colectivos, transversales y empáticos, donde con nuestras aptitudes seamos las protagonistas del guion.
Esto no solo lo creo yo o el gran número de mujeres que conozco, que sigo y que admiro. También lo indican algunas de las instituciones más relevantes del planeta, como la ONU, la OIT, la OMS y las organizaciones sociales y ecologistas. Hoy los liderazgos femeninos son los más efectivos, ya que priorizan la escucha, la comprensión y el entendimiento como bases de interacción con el otro. No se sostienen en separar, sino que en convocar a partir de las energías, los afectos y las cualidades, aspectos que considero claves para el nuevo ciclo que viviremos como humanidad.
Gran parte de estos puntos quedaron claros en este año de pandemia, donde parte de los países más eficaces ante la primera ola del Covid-19 fueron los gobernados por mujeres. Virtud que también veo reflejada en las que debieron dejar prioridades de lado para salir adelante como fuera, emprendiendo por obligación, cuidando a un familiar de riesgo, apoyando la enseñanza escolar de sus hijos o a un vecino que no tenía qué comer.
La historia nos demuestra que ante cada crisis hay personas encargadas de acabarla, muchas veces sin una retribución de su entorno. Solo desde el cuidado y el amor por el otro. Es importante aclarar que estas características y sensibilidades no son de un solo género, porque también hay muchos hombres que las poseen, pero lo claro es que para ser efectivos sí requerimos de una diversidad y de un equilibro de roles, pues así se formarán nuevas ideas y líderes capaces de cambiar el mundo.
De cara a 2021, invito a todas las instituciones, empresas, directorios y organizaciones a que observen sus entornos y estén alertas ante disparidades de este tipo. No es lo mismo una mesa llena de hombres a una planteada desde la equidad, como tampoco sería lo mismo una que esté completa de mujeres. El nuevo ciclo contempla mayor presencia femenina en los espacios de decisión, como asimismo mayor representatividad de los sectores y las causas que están en juego. En estos tiempos de múltiples tareas, estímulos y plataformas digitales, resulta clave el ser transversal con los mensajes, y parte de eso conlleva a que todas y todos nos sintamos parte de estos.