Rosa Madera: Liderazgo femenino

fundadora y CEO Empatthy

Más que una entrevista, esta fue una conversación cercana y distendida sobre la visión de una abogada y emprendedora social española en Chile, que hace hincapié  en los cambios esenciales que se necesitan para que se articule, de una vez por todas, el tejido social que tanto hace falta en esta sociedad y en el poder del vínculo femenino como agente de cambio. “Acá hay un tema de fondo que es la segregación. Ojos que no ven, corazón que no siente. No ves lo que no te duele. Falta tejido social, falta empatía. Acá hay verdaderos guetos y para qué tanta etiqueta si cada persona tiene su propia riqueza”.

Por Macarena Ríos R. /Fotografías Andrea Barceló A.

Sábado, diciembre, dos de la tarde. El Centro Comunitario de La Pintana, en Santiago, está vestido de una fiesta singular, con mascarillas, aforo y distancia social. No hay globos ni lienzos que aludan a la palabra “Zumbatón”, pero sí empanadas y torta. Rosa, abogada, tres hijos, baila sevillanas, rumbas y Jerusalema.. Los brazos en alto, las palmas arqueadas hacia el cielo, la alegría en sus ojos marrones mientras se desliza con garbo con zapatillas de deporte no sobre sobre sus zapatos de tacón que le encantan,. Unas treinta mujeres ríen, aplauden, conversan. Algunas se conocen hace años, otras hace algunos meses, cuando, producto de la pandemia, levantaron ollas comunes para combatir el hambre. Hoy, son líderes en sus comunidades gracias a la iniciativa Por Todas, una bendita idea liderada por Fernanda Vicente, Yolanda Pizarro y la misma Rosa.

“Bailamos como locas, llegué a la casa muerta. Sudé, bailé, lloré. Fue un momento muy especial, como el vínculo que formamos durante el 2020”.

“FALTA TEJIDO SOCIAL”

Hija de cubana y español, llegó el 2004 a Chile desde el continente europeo acompañando a su marido en busca de cambios. Lo que en un principio se imaginó serían cuatro años, se alargaron a dieciséis, más de lo que hubiera pensando. “Con un buen manejo de idiomas y mi currículo (Máster de Derecho Europeo en Alemania  y de Administración Pública en Madrid y años de experiencia en fondos europeos) pensé que me iban a rifar, pero la verdad es que no me rifó nadie. Cero meritocracia en esa época”, comenta divertida.

El impartir un diplomado en Derecho Comunitario en la Universidad de Los Andes le abrió las puertas a la docencia. La Universidad del Pacífico, la Academia Diplomática Chilena y la Universidad de Concepción fueron algunas de las instituciones donde también dio clases y adquirió herramientas para lo que vendría después, como hablar en público, por ejemplo.

Su espíritu libre, algo rebelde e inquieto, la llevó a cambiar las aulas por un mundo que le encantó —las fundaciones familiares— y que conoció gracias a su trabajo en la Asociación de Empresas Familiares. Ahí no solo aprendió sobre el rol de las mujeres y los jóvenes en estas empresas, sino también sobre el de las fundaciones dentro de las mismas viendo que en muchas ocasiones era el pegamento que les unía. “Estuve cuatro años y aprendí un montón”. Su estadía fue el preludio perfecto para más tarde cocrear, junto a Felipe Ibáñez y su familia, la fundación Ibáñez Atkinson. “Fue un trabajo espectacular, con mucha autonomía y confianza en mi mirada y trabajo,  me tocó viajar por Chile y el mundo, ver proyectos filantrópicos y traer muchas cosas nuevas al país”.

Cinco años después, el 2016, creó “con mucho esfuerzo y pasión”, empatthy.org, su propia fundación, con el foco puesto en profesionalizar la inversión social y promover la filantropía estratégica. “Creé Empatthy porque eso es lo que falta en el mundo: empatía transformadora y para asesorar a familias, fundaciones y empresas a diseñar y ejecutar buenas estrategias de impacto. Puedes estar en tu burbuja durante veinte años y nunca conocer ni vincularte con gente diversa. Eso no pasa en Europa, allá es más natural. Acá hay verdaderos guetos y para qué tanta etiqueta si cada persona tiene su propia riqueza”.

¿Somos filántropos los chilenos?
La filantropía es una herramienta notable que puede impulsar un cambio sistémico y catalítico a largo plazo. Por la insularidad e idiosincrasia había estado un poco tibia  acá en Chile, pero el Covid en cierta forma la despertó y el tema colaborativo vino para quedarse.

A partir del 2011 se crearon muchas fundaciones familiares lideradas por mujeres: Nicola Schiess, Paola Luksic, Heather Atkinson, Francisca Cortés Solari, Marisol Said, por nombrar algunas. “El rol de la filantropía femenina es muy importante. Y no te lo digo solo yo, hay estudios que afirman que las mujeres tenemos mucha más empatía por lo que el tema de la vinculación social nos sale más natural, somos más colaborativas, más generosas y afines a los problemas de nuestros pares que los hombres”.

¿Qué falta?
Proyectos orientados a mujeres y niñas. Se ha visto todo el efecto multiplicador que tiene apoyar a una mujer. Cuando lo haces, estás ayudando a la comunidad en que vive. En América Latina y el Caribe, por lo general, las políticas y programas no tienen en cuenta la dimensión de género y dedican un bajo porcentaje para amparar este tipo de iniciativas. Melinda Gates ya lo dijo; faltan fondos para proyectos de mujeres y niñas y la tendencia mundial son fondos femeninos. Sin embargo, las mujeres, a pesar de ser las principales activistas, están casi ausentes en las decisiones de las organizaciones filantrópicas; las filántropas con poder son una minoría y no tienen visibilidad pública.

“Chile es muy caro y te lo digo como europea. La comida está un treinta por ciento más cara que en España. En este país se trabaja demasiado para tener el estatus que queremos, corremos todo el día para poder pagar el dineral que nos cuesta todo, porque la educación privada y la salud son carísimos”.

FILANTROPÍA FEMENINA

Directora  y asesora de varias fundaciones —como Aportes de Gestión en Chile, Kennedy, Fundación Las Familias—, responsable Leader de la BMW Foundation,  miembro  de Wings, y vicepresidenta de State Alumni de la Embajada de USA,  el 2018 partió a Estados Unidos junto a otras diez instituciones chilenas, financiadas por la embajada americana, para conocer proyectos sociales. “Ahí me enganchó el tema de género. Fuimos diez directoras ejecutivas, entre ellas, Ale Valdés (Fundación Amanoz)   Carmen Cisternas (Fundación Belén Educa), Elisa Ibáñez (Fundación Antenna), Magdalena Edwards (Fundación Careno). Como a mí me encanta el concepto “giving circles”, que alude a democratizar la filantropía, hablé con varias organizaciones de mujeres para hacer un evento. En esa búsqueda conocí a muchas directoras, entre ellas, a Fernanda Vicente (Mujeres del Pacífico), quien me invitó a participar en la iniciativa social Por Todas.

¿Qué fue lo que te llamó la atención?
En pandemia conocí las ollas comunes, no sabía lo que era y aluciné. Todos los días mujeres aguerridas dando comida para doscientas, trescientas personas, con energía y fuerza para salir adelante. Ahí nos fuimos dando cuenta de que faltaba el tejido social y que con ellas podíamos generarlo. Sabían perfectamente quién era el postrado, quién el discapacitado, quiénes estaban sin trabajo, tenían muy claras todas las carencias que vivía la comunidad. Líderes sociales con veinte mil historias maravillosas que teníamos que conectar entre sí. Más que la comida, se generó un increíble vínculo horizontal de cariño. Estábamos todas en la misma, cada una con su fragilidad.

¿Qué ha sido lo más desafiante?
Convencer. Persuadir y hacer ver que necesitamos más filantropía estratégica, más inversión social, más alianzas colaborativas, que no se puede trabajar en silos, sino en forma más sistémica, porque al final todos los problemas o carencias están concatenados entre sí. Todo afecta.

Existen estudios que dicen que las mujeres son mejores trabajando en red
La filantropía femenina es una forma de organización mucho más solidaria, en que grupos de mujeres se organizan para mejorar las condiciones de vida de otras mujeres a través de la creación de redes de innovación y emprendimiento en distintos ámbitos como medio ambiente, cultura o educación. Las donantes feministas participan en muchas redes como Rachel’s Network, Women Moving Millions, Women’s Funding Network y Women Donors Network. Estas redes sirven como centros estratégicos esenciales y brindan el tiempo y el espacio para la construcción de relaciones en el sector de la igualdad de género. Creo que el liderazgo intelectual que proviene de estas redes de financiación contribuye significativamente a algunos de los movimientos sociales más grandes de nuestro tiempo, incluidos #MeToo, #TimesUp y #BlackLivesMatter.

¿Te consideras feminista?
El feminismo salvaje no lo compro. Sí me parece que la mujer tiene muchas batallas que ganar y creo que la mirada de género es muy potente porque efectivamente esa mirada nuestra, más de articulación sin egos, de caring economy (un nuevo modelo económico centrado en el valor de las relaciones humanas de género, sociales y con la naturaleza) es la que creo que se necesita ahora más que nunca. La presidenta de Nueva Zelanda es un buen ejemplo de eso, que tiene que ver con la llamada economía de bienestar, donde si bien es genial y necesario el crecimiento económico, cuando se acompaña de un bienestar social es aún mejor.

¿Qué sueñas para este año?
Ojalá este 2021 nos puedan apoyar muchos y generar alianzas virtuosas  para avanzar mucho en nuestros proyectos en  Por Todas, una red de mujeres maravillosa y una gran iniciativa social de un modelo —cuyo motor son las mujeres— que esperamos se pueda replicar en regiones. Tenéis muchos insumos como para construir un país de película. Quiero mucho a Chile, es mi segunda patria, como diría Alejandro Sanz mi corazón está partido entre España y Chile.  Empatía que impacta es mi lema.

FUNDACIÓN POR TODAS

En abril, en plena pandemia, un grupo de mujeres se juntó para ir en ayuda de las ollas comunes de La Pintana. A poco andar, los liderazgos y la fuerza de algunas de ellas no solo quedó en evidencia, sino que generó todo un cambio en la dirección del proyecto y comenzaron a trabajar en conjunto.

Actualmente están en una segunda etapa que contempla un plan para el 2021, orientado a impulsar el desarrollo local (pasar de lugares olvidados a lugares desarrollados, pasar de ciudades segregadas a barrios entrelazados), fortalecer el liderazgo de las mujeres en los barrios como agentes y protagonistas del cambio, del desarrollo y del nuevo tejido social (el hilo de seda).