Dicen que las grandes ideas surgen de una buena conversación. Y así es precisamente como nació esta organización sin fines de lucro que busca acercar la medicina del más alto nivel a pacientes vulnerables. De esta forma, tres profesionales han realizado tratamientos quirúrgicos a más de cien pacientes en un periodo que apenas supera los dieciocho meses. Hoy, Mc John Vicuña, Marcelo Zamorano y Javier Labbé, nos relatan cómo convirtieron en realidad este sueño.
Por Catalina Aparicio / Fotografías Rodrigo Herrera
Fue en un asado cuando tres amigos decidieron que ya era hora de convertir en acciones concretas todas esas teorías sobre cómo mejorar el acceso a la salud en la región. Ya varias veces habían intercambiado experiencias y elaborado cientos de conjeturas sobre cómo, desde el ejercicio de la medicina, podrían contribuir a la calidad de vida de quienes vivimos en el extremo del país. Pero esa tarde se pusieron manos a la obra.
Así, Mc John Vicuña, ginecólogo-oncólogo, Marcelo Zamorano, cirujano digestivo, y Javier Labbé, cirujano cardiovascular, dieron vida a la idea de crear la Fundación Manos que Ayudan. Convencieron a Nelson Valenzuela, el cuarto mosquetero, y todo fluyó. De esta conversación ya han pasado cuatro años y ese sueño se convirtió en realidad.
Cada uno de ellos tiene sus propias motivaciones, pero con un factor común, que es el motor de la fundación: vocación social.
LAS DECISIONES DE VICUÑA
Mc John Vicuña quería ser ingeniero civil, pero justo antes de rendir las pruebas de admisión —en aquellos años prueba de Aptitud Académica— comenzó a rondar por su mente la idea de cumplir el sueño de su abuelo: tener un médico en la familia. Como estudiante, siempre su fuerte estuvo ligado a lo matemático, pero lo conversó con sus padres, dio la específica de biología y la de matemáticas y con resultados en mano, tomó la decisión.
Hoy es ginecólogo con subespecialidad en oncología y aunque su abuelo murió antes de verlo ejercer la medicina, Mc John sigue cumpliendo el rol de nieto mayor, buscando la forma de servir a los demás mediante su ejercicio profesional. Sus raíces antofagastinas lo impulsan a generar instancias para que los pacientes de todo Chile tengan el mismo acceso a la salud y a tratamientos de calidad, sin tener que sumar a sus preocupaciones temas como los recursos o la calidad de los médicos.
¿Por qué surge esta inquietud por crear una fundación?
Mi abuela, mi mamá, mi papá tenían una especial vocación por ayudar. Siempre participaban en distintas agrupaciones y como familia hicimos propio ese ejemplo, siendo la empatía un valor que todos cultivamos. Cuando estaba en la universidad conocí una paciente con leucemia, la que fue tratada en una primera instancia. Pero la enfermedad volvió y esa “segunda parte” no es cubierta por el Estado. Con unos compañeros hicimos un bingo, juntamos más de medio millón para el tratamiento y ese mismo día, ella murió. Fue una experiencia estremecedora y aunque la plata de alguna manera sirvió, la sensación de impotencia me acompaña hasta hoy.
Querías ayudar, pero no sabías cómo…
Exacto. Por eso, cuando dos de mis mejores amigos me dijeron “bueno, hagamos algo juntos”, todo empezó a fluir. Hoy ya nos acercamos a los dos años de funcionamiento con más de cien pacientes operados.
¿Cómo eligen a las pacientes que serán intervenidas?
Las personas se inscriben y les hacemos una pequeña entrevista. Les pedimos que nos traigan todos sus antecedentes y exámenes. Tratamos de dar respuestas satisfactorias a todos quienes acuden a nosotros. Queremos que los pacientes se sientan realmente bien atendidos. La medicina es un servicio que debe entregar un trato digno, además de empatía y una calidad técnica de excelencia.
¿Cuáles son las próximas metas?
Queremos lograr posicionarnos como fundación en cuanto a lo administrativo. De esta forma, podremos recibir aportes de empresas u otros particulares para aumentar el número de pacientes. Sabemos que en nuestro rubro las necesidades son infinitas y por eso queremos crecer.
¿Crees que aún falta mucho para lograr un acceso igualitario a la salud?
Definitivamente, sí. No hay ningún sistema de salud que sea perfecto, pero todas las organizaciones están formadas por personas y somos las personas quienes tenemos que mejorar nuestra forma de hacer las cosas. Sé que hay mucha gente a la que le ocurre lo mismo que a mí y que quiere marcar una diferencia. A todos ellos los invito a sumarse.
¿Cuál es tu principal sensación al hablar de Manos que Ayudan?
Agradecimiento. A la hermosa familia que tengo junto a Romiely Blanco, que también es médico y me apoya en todo, y mis hijos Claudio y Maximiliano. A mis padres, Claudio y Leonor, por su inspiración. A mi equipo de trabajo, a mis amigos y socios. Y claro, a mi abuelo. Me acuerdo mucho de él y probablemente la fundación tiene que ver con el orgullo que podría sentir por verme realizado, feliz y haciendo algo por la comunidad, algo que es más grande que cualquier cosa, algo de lo que espero mis hijos se sientan orgullosos.
LA MIRADA DE LABBÉ
La premisa de Fundación Manos que Ayudan es ofrecer tratamientos quirúrgicos a pacientes con ciertas condiciones de vulnerabilidad. Existen ciertas patologías que mantienen listas de espera que resultan eternas, lo que implica una mala calidad de vida para quienes las sufren y una situación familiar que se torna compleja. Para esos pacientes es que se busca la forma de subsidiar sus cirugías y, además, ser avales para gestionar sus ingresos a las clínicas privadas. “Si deben pagar algún costo asociado a pabellones, la fundación les da un crédito blando y todo lo demás lo paga la fundación”, relatan.
Para Javier Labbé, cirujano cardiovascular, ser parte de la Fundación Manos que Ayudan es una continuación natural de su ejercicio profesional. “Tanto en nuestras consultas como en la fundación, trabajamos por ser una alternativa importante para los pacientes de la ciudad, pues buscamos dar atención a un público transversal, dando lo mejor de nosotros mismos en cada atención”.
¿Crees que los pacientes de regiones se sienten un poco dejados de lado?
Sí, y por eso nuestra misión es demostrar que existimos profesionales capaces y en constante formación, porque nuestra vocación es el paciente. En lo personal siento que es importante mantener las buenas prácticas médicas y, sobre todo, un alto estándar técnico.
¿Cuáles son tus inquietudes en lo personal?
Avanzar cada vez más en la calidad de las atenciones, tanto en lo humano como en lo técnico. Mi sueño es que la fundación tenga una sede, instrumental propio, tecnología de punta para continuar operando al mejor nivel.
Además, creo que es importante contribuir en la formación médica. Hasta ahora hemos realizado tres cursos de formación académica, los que han tenido gran éxito. Ese es nuestro aporte para que la atención en salud sea cada vez de mejor calidad y nuestros pacientes se sientan confiados y seguros, pues son atendidos por profesionales que se perfeccionan cada día un poco más. La colaboración médica, a veces, es compleja. Yo trato de colaborar y apoyar a quien me lo pida, porque es así como avanza la medicina.
LA PALABRA DE ZAMORANO
Los fundadores de Manos que Ayudan tienen una consigna: la prevención es la clave de un buen resultado. Por eso, dentro de sus prioridades están las campañas de prevención. “Queremos entregar más tratamientos quirúrgicos. Hay muchas personas que necesitan operarse y no tienen los recursos. Eso jamás será razón para dejarlos de lado”, enfatizan.
Marcelo Zamorano concuerda en que un tema prioritario es lograr la detección temprana de enfermedades como el cáncer. Él es el primer cirujano digestivo del norte de Chile que ha desarrollado cirugía digestiva de primer nivel, no solo a nivel regional ni nacional, si no cumpliendo los estándares internacionales. Dentro de su trabajo en el sector público y privado ha realizado de forma pionera cirugías hepatobiliopancreática y esofagogástrica, incluyendo abordajes mini invasivos desconocidos hasta ese momento en la región. “El cáncer es un gran enemigo y en el norte es el mayor verdugo, dada la alta letalidad. Hay que combatirlo a como dé lugar y aunque hoy logramos con éxito cirugías altamente complejas dado los casos extremos, debemos enfocarnos en realizar cirugías más precoces”, declara.
¿Qué te es para ti Manos que Ayudan?
Fundación Manos que Ayudan es como un hijo mimado. Un sueño hecho realidad creado por tres amigos y soñadores, entre los cuales estoy yo. ¿Qué es lo que me mueve? Creo que es posible destruir las barreras, las injusticias y las diferencias entre los grandes centros quirúrgicos del mundo y lo que tenemos hasta hoy en el norte de Chile. No solo para las personas de estrato socioeconómico bajo, sino para toda la población nortina.
¿Qué mantiene tu motivación por participar?
Lo más importante es acompañar a la gente que lo necesita, que sufre, que ve cómo otros tienen acceso a una salud de primer nivel y ellos no, solo por un tema de ingresos. Además, para mí es trascendental que nosotros, los profesionales de regiones, estemos siempre un paso adelante en uso de nuevas técnicas y conocimientos para entregar la mejor atención a nuestros pacientes.
¿Cuál es la principal meta en lo social de la fundación?
La felicidad, terminar con el sentimiento de lejanía, los complejos, que la comunidad del norte confíe y esté segura de que tiene a su alcance una salud de primer nivel.
¿Y para ti en lo personal?
Que la fundación sea eterna, que trascienda más allá de los fundadores o las personas, que todo el norte la sienta como suya y si por alguna razón nosotros ya no estamos, que la fundación y la gente no nos extrañe. Que mi familia se sienta orgullosa con todo el sacrificio personal y familiar que hemos hecho; mi señora Paulina Del Valle que ha entendido este sueño que muchas veces me roba un poco del tiempo que podríamos compartir juntos; a mis hijos Vicente y Joaquín agradecerles, me llena el corazón que compartan la inquietud de ayudar al prójimo. Esta fundación no pertenece a nadie en particular, sino a cada una de las personas que vivimos en este hermoso lugar, el Norte Grande.
“No hay ningún sistema de salud que sea perfecto, pero somos las personas quienes tenemos que mejorar nuestra forma de hacer las cosas. Sé que hay mucha gente que quiere marcar una diferencia. A todos ellos los invito a sumarse”, Mc John Vicuña.
“Tanto en nuestras consultas como en la fundación, trabajamos por ser una alternativa importante para los pacientes de la ciudad, pues buscamos dar atención a un público transversal, dando lo mejor de nosotros mismos en cada atención”, Javier Labbé.
…“es trascendental que nosotros, los profesionales de regiones, estemos siempre un paso adelante en uso de nuevas técnicas y conocimientos para entregar la mejor atención a nuestros pacientes”, Marcelo Zamorano.