Desde hace muchas décadas, Chile es el centro astronómico más importante del mundo, en donde se concentra la mayor cantidad de telescopios en la zona norte del país. ¿Y por qué nuestro país ofrece tantas garantías para observar el cosmos?
Desde hace más de cincuenta años, se buscó un buen lugar para la astronomía en el hemisferio sur. Allí se encontraba África, Australia y el sur de Sudamérica, para instalar un gran observatorio de universidades norteamericanas. En el hemisferio norte ya existían muchos observatorios que tenían la posibilidad de mirar todo el hemisferio norte celeste.
En cambio, como no existía un observatorio en el hemisferio sur, los astrónomos no tenían la posibilidad de observar las maravillas de nuestros cielos, como las Nubes de Magallanes, nebulosas y grandes cúmulos de estrellas, además del centro de nuestra galaxia, La Vía Láctea, la que pasa, en los meses de invierno, justo por sobre nuestras cabezas, en la constelación de Sagitario.
Debido a la enorme cantidad de noches despejadas al año, a la estabilidad atmosférica, a la no existencia de algún país hacia el oeste de nuestro territorio, al gran Océano Pacífico, además a la estabilidad política de nuestro país, se decidió dejar de lado a Australia y a África e instalar el primer gran observatorio en la Región de Coquimbo, frente a Vicuña. Cerro Tololo.
Al ver los fantásticos resultados astronómicos, otros países decidieron instalarse en Chile, ocupando los estudios e investigaciones anteriores de AURA (Asociación de Universidades para la Investigación Astronómica). Los astrónomos de la Universidad de Chile tuvieron una destacada participación en los resultados finales.
Hoy en día, Chile posee los más grandes observatorios y radiotelescopios del mundo, los que se siguen construyendo de tamaños que, en el pasado, eran una verdadera ciencia ficción. Espejos (lentes) de casi cuarenta metros de diámetro que ya están en construcción en el norte. Recordemos que el telescopio Blanco de Cerro Tololo, cuyo lente medía cuatro metros de diámetro, fue por muchos años el telescopio más grande del hemisferio sur y el más solicitado por los astrónomos de todo el mundo.
En aquellos años en que los planetas eran estudiados solamente por telescopios con base en tierra, el planeta Marte pasaba, en sus máximas aproximaciones, justo por sobre las latitudes del sur, de tal manera que las imágenes de Marte eran perfectas, ya que la masa atmosférica, en el cenit, era mínima y la transparencia y turbulencia, prácticamente cero.
Hoy se envían naves y equipos que se posan sobre la superficie marciana, con un éxito increíble. El gran profesionalismo de los ingenieros y técnicos chilenos y del creciente desarrollo de las comunicaciones, para la transmisión de imágenes al mundo, fueron también un verdadero aval para que esos grandes centros de investigación se instalaran en Chile.
Tanto en Antofagasta, La Serena, Valparaíso, Santiago y Concepción, existen universidades en las cuales se enseña la carrera de astronomía por doctores en Astrofísica, que han pasado algunos años trabajando en esos observatorios del norte. Varios premios Nobel y premios nacionales de Ciencias han trabajado en dichos centros. Curiosamente, varios astronautas que han estado en la Estación Espacial Internacional han sido investigadores en esos observatorios. Incluso los astrónomos del Vaticano no han sido la excepción para visitar y observar el cielo con los telescopios de Cerro Tololo.
En estos meses de pandemia mundial, los observatorios han permanecido cerrados y en estas últimas semanas, han comenzado nuevamente a abrir las cúpulas para recibir la información de las estrellas y contestar las preguntas ¿De dónde venimos? ¿Dónde estamos? y ¿Hacia dónde vamos en el cosmos?