El verano de 1983 comencé a asistir al gimnasio Spa, en Viña del Mar, cuando se encontraba en su ubicación original de calle Montaña. A pesar de que habían transcurrido quince años desde su estreno en 1967, la comedia de equivocaciones No hagan olas, continuaba siendo una gran fuente de inspiración para el cercano grupo de jóvenes que ahí entrenábamos con una dedicación casi religiosa. Aunque ninguno tenía como finalidad llegar al fisicoculturismo competitivo, asistir al Spa nos motivaba solo para mejorar nuestro estado físico y lo que ahora se conoce como calidad de vida.
Don’t Make Waves es una película de la Metro-Goldwyn-Mayer, basada en la novela Muscle Beach, de 1959, escrita por Ira Wallach, quien también fue coproductor y protagonizada por Tony Curtis (Carlo Cofield), Claudia Cardinale (Laura Califatti) y Sharon Tate (Malibu), además de Dave Draper (Harry, el novio fisicoculturista de la surfista Malibu), quien venía de haber ganado los títulos de «Mr. América» en 1965 y «Mr. Universo» en 1966. La canción homónima central es compuesta e interpretada por la icónica banda de Los Ángeles, The Byrds.
La historia se construye alrededor de lo más atractivo de la subcultura surfista en la California de los sesenta: triángulos amorosos, gurús metafísicos, fisicoculturismo, música a go-go, surf y la distendida vida que se lleva en la playa. Carlo Cofield es un turista de visita en California, cuyo auto es estropeado por un choque. La culpable es la artista italiana Laura Califatti, quien como compensación le ofrece dormir esa noche en su casa. Esto molesta a Rod Prescott, el amante de Laura —casado—, quien lo expulsa de la casa. Carlo intenta dormir en la playa donde sufre un accidente por inmersión, siendo rescatado con la técnica de respiración boca a boca por la surfista «Malibu». Como se enamora a primera vista, tratará de urdir un plan para que su novio la abandone, considerando sobornar a un psíquico falso, «Madame Lavinia», para disuadir a Harry de que ya no vea más a su novia Malibu. De aquí en adelante todo se enreda con jocosas e inesperadas situaciones.
Cuando fue estrenada el 20 de junio de 1967, la popularidad de las películas tipo «Beach Party» que retrataban la cultura playera de California (y que eran filmadas casi en serie) había comenzado a disminuir, después del pináculo alcanzado por Beach Blanket Bingo, en 1965, protagonizada con Frankie Avalon y Annette Funicello, por lo que Don’t Make Waves no tuvo el impacto esperado en la asistencia de público a los cines. Aunque proyectada en el tiempo, alcanzó la categoría de película de culto, con seguidores fanáticos y devotos. Pero si dejamos las distintas capas de esta sátira social, veremos que nos recuerda, en cada escena, lo más importante y olvidado en el cine del siglo XXI: ¡qué fantástico es reírse con una comedia de película!