A los cuarenta fundó Kodea, una ONG que se suma a sus múltiples emprendimientos y que ganó recientemente el premio Visionarios JK —otorgado por el BID—, por su labor de inclusión tecnológica y empoderamiento digital. Con veinte años de experiencia en el área tecnológica, Mónica sabe de premios. Destacada durante tres años seguidos como una de las cien mujeres líderes del país, sigue trabajando por disminuir la brecha digital y agregar sabiduría de futuro al sistema educativo, empujando el desarrollo de habilidades más sintonizadas con lo que está pasando en el mundo. “El acceso a internet se está elevando al nivel de un derecho humano en el mundo”, afirma.
Por Macarena Ríos R./ Fotografías gentileza Kodea
En estos cinco años liderando Kodea, el discurso de Mónica sigue siendo el mismo: democratizar el conocimiento digital. “Hoy se habla de que avanzamos diez años porque la pandemia aceleró a fondo la cuarta revolución industrial. Las cifras que vemos ahora son las que teníamos proyectadas para el 2030. Es una locura”.
¿Cómo los pilla este premio?
Estamos ejecutando al menos dos proyectos de política pública en capital humano y educación y es un desafío gigante porque el tema digital salió del clóset y pasamos de ser una conversación periférica a una central. Estamos viendo un profundo cambio evolutivo provocado por la tecnología.
¿Estamos preparados para lo que viene?
No estamos preparados, así como tampoco lo está gran parte del planeta. Esto es una noticia en desarrollo. Hoy día tenemos a niños conectados ocho o nueve horas al día que no tienen idea en el mundo en que se mueven. No saben cómo funciona internet, no saben lo que es una red. Nosotros creemos que las ciencias de la computación, así como las ciencias naturales, las ciencias sociales y las matemáticas, tienen que ser un contenido que se pase en la escuela. Un niño tiene que entender lo que es la deepweb, tiene que entender lo que es big data, cómo funcionan las redes sociales, lo que es un algoritmo, porque le va a tocar lidiar con eso toda la vida.
¿Cómo ves el futuro educativo entonces?
Aunque el futuro es incierto, veo brotes verdes en la conversación pública aunque siempre me preocupa la capacidad de “hacer” que tenemos en Chile porque de diagnósticos estamos llenos. Siento que producto del contexto de pandemia ha habido una reflexión a nivel de todas las comunidades educativas sobre el propósito de la educación. Veo mucho profesor y director de escuela participando en webinars, conectándose con gente de afuera, veo que hay un movimiento y una búsqueda que no había visto nunca. Por primera vez, el Mineduc está haciendo una priorización del currículo —el más grande de todos los países de la OCDE—, y era algo que faltaba.
“En Chile hay un 17% de la población analfabeta digitalmente. Desde el punto de vista de infraestructura, tenemos hoy a un 25% de los niños que no se ha conectado nunca durante la pandemia. Eso es dramático. Eso es brecha pura y dura. Y yo me pregunto, ¿cómo queremos funcionar en un mundo globalizado si no tenemos acceso masivo a internet?”.
LA IMPORTANCIA DE LAS ONG
“Ser ONG en Chile es bien ingrato. Tenemos ONG´s de lujo, con gente atómica detrás, pero muy precarias y sin recursos, con un Estado que no las reconoce ni las apoya y donde no existe una cultura de donaciones. Las organizaciones sociales somos las que más entendemos porqué está pasando lo que está pasando en materia de crisis social, porque somos los que estamos donde no está nadie, ni el Estado ni los privados”.
¿Qué propondrías tú?
Creo que sería tanto más eficiente que problemas que son endémicos de la población chilena fueran traspasados a gente que lleva años resolviéndolos. Este es un tema que se está discutiendo a nivel mundial. Hoy se está viendo cómo transferir recursos a sectores de la sociedad civil como las ONG para resolver problemas que no han podido ser resueltos por los Estados. Desde que estoy en tecnología, hace ya veinte años, cada vez que asume un nuevo gobierno en Chile se hace una nueva agenda digital y volvemos a escribir el mismo diagnóstico que tiene que ver con el déficit de capital humano y el problema de infraestructura, etc. Te juro que deberían hacer copy paste.
En términos prácticos, ¿qué implicó este premio para la fundación?
Cien mil dólares es como si nos hubiéramos ganado el Kino. Con este premio queremos armar un área de estudios para medir de mejor manera el impacto de nuestros proyectos, que incluya indicadores y mediciones que nos permitan ir generando trayectorias que instalen el concepto de mejora continua y aprendizaje organizacional. Dado que estamos metidos en temas de políticas públicas, es muy relevante contar con mediciones de impacto más sofisticadas. El otro objetivo es usar ese capital para un proyecto en el sistema escolar, seguramente el más significativo que vamos a ejecutar en los próximos cinco años.
Tienen varios proyectos como fundación: Nuestra Voz, Talento Digital, Los Creadores y Emprendedoras Conectadas, entre otros. ¿Cuál te quita el sueño?
Chuta, es como que me dijeras elige cuál es el hijo que más quieres. Hay dimensiones de proyectos. Los de mujeres son muy potentes porque, efectivamente, ves cómo cambias la vida a las personas. Cada una de esas historias ha calado hondo en nosotros porque sientes una responsabilidad muy cercana. Es muy transformador. Mi rollo es cómo escalar, como lograr que permee a muchas más personas, que esto que le está pasando a esa mujer en particular les pase a miles más. Cómo hago que esto crezca, cómo convenzo al Estado, a los privados, ese es mi rollo en las noches y es lo que me quita el sueño.
¿Cuáles son las tecnologías que vienen?
Hoy el gran tema en discusión es la inteligencia artificial, porque representa un salto cuántico en todo orden de cosas. De hecho, hace unos años la discusión era el tema la escasez de programadores, pero hoy estamos viendo que producto de la AI los computadores pueden hasta aprender a programar Y por esto mismo la discusión sobre lo que va a pasar con la fuerza laboral producto de la AI no es tan clara.
En tus columnas usas conceptos como “trabajadores líquidos” y “organizaciones biónicas”. ¿Se avizora un cambio de paradigma laboral?
Cuesta mucho decir qué va a pasar con los seres humanos, pero hay ciertas tendencias que son súper claras: la fuerza laboral cada vez va a ser más independiente y eso significa que las relaciones con las empresas y las instituciones van a ser más líquidas también, van a estar obligadas a armar ecosistemas y con una orquestación muy distinta de cómo nosotros entendemos la fuerza laboral. Por otro lado, viene todo un concepto de descentralización y trabajo distribuido. Hoy día, nos dimos cuenta que en muchos casos no tiene sentido tener gente en una oficina. El trabajo distribuido y el trabajo global, en la industria tecnológica, siempre ha sido así, pero hoy potencialmente puede ser en todas las industrias y eso no lo habíamos visto en Chile. Y ahí se abre una tremenda oportunidad para la industria de servicios. Y así como aparecen estas tendencias de fuerte presencia en lo digital, aparecen otras tendencias como, por ejemplo, la famosa economía colaborativa y/o circular. Personalmente dejé de comprarme ropa hace tres años y me metí en los circuitos de los trueques de la ropa usada y el reciclaje y es un planeta. Están pasando muchas cosas últimamente gracias al tema digital, potenciado por la capacidad de desintermediar las industrias.
EXPERIENCIAS TRANSFORMADORAS
Mónica viene del mundo de la innovación y las startups, donde conceptos como bootcamps, big data e inteligencia artificial son pan de cada día, pero hoy, gracias a su cambio hacia lo social, la emoción adquirió un lugar impensado. “Con Kodea me conmuevo mucho todos los días de mi vida. Uno de los proyectos que tenemos se llama Los Creadores, que me ha llevado a conectar con niños de todo Chile y reflexionar sobre cómo nos perdemos y nos farreamos el talento. Las niñas que ganaron el premio el año pasado son hijas de pescadores artesanales de la región de Aysén. Para poder ir a estudiar a la escuelita deben quedarse en casas de amigas o familiares porque viven en diferentes islas para que entiendas un poco como funciona el sistema escolar en Chile. Desafiadas por un profesor y observando las necesidades de su entorno cercano, crearon un prototipo con una sonda para saber dónde estaban los peces. Fueron a Boston a presentar su proyecto y eso fue una experiencia realmente transformadora”.
¿Qué hace falta para replicar ese tipo de iniciativas?
Falta que la sociedad se involucre con la escuela, que todos nosotros nos involucremos y presionemos a las comunidades educativas por un cambio en calidad. La educación es responsabilidad de todos y es ahí donde nos jugamos todas las fichas como país. Siento que estamos en un momento en que tenemos la responsabilidad de inclinar la balanza para algún lado. Incluso en la conversación constitucional que está teniendo Chile.
¿Dónde te visualizas en diez años más?
No es bueno perpetuarse, ni siquiera en los emprendimientos de uno. Yo creo que la renovación es clave para mantener la vibra y sostener la visión. Este año, en Kodea iniciamos un plan de empoderamiento gerencial para diseñar la sucesión. Siempre digo que me voy a jubilar cuando me salgo de las empresas, pero nunca me ha resultado. Tengo hartas cosas que me gustaría hacer, como estudiar sociología, vivir en otros países.
¿Cómo lidias con el estrés?
Siento que he diseñado espacios de enriquecimiento personal, como el yoga o mi taller literario, donde hablo de otras cosas, donde me saco el rol de empresaria. Y para mí es fundamental porque me aporta mucho punto de vista, me enriquece. El frente interno es el único que yo nunca tengo incendiado. Esa es mi prioridad número uno.