Cuando hablamos de innovación, varias ideas se nos vienen a la cabeza, casi todas relacionadas con vanguardia, dinamismo, novedad. Pero una cosa es imaginar la innovación y otra muy distinta implementarla, porque este último punto requiere de varios factores para que pueda lograrse. Una muy buena alternativa para las empresas que no pueden asumir los altos costos en tiempo y dinero que demanda la innovación, es recurrir a la colaboración con agentes externos.
En el caso de las empresas es aún más difícil, porque el foco está puesto en el trabajo diario y en las metas por cumplir. Se les exige que, además de competitivas, sean sustentables e innovadoras, pero muchas veces faltan los recursos para que esto se haga realidad.
Aún así, Chile está marcando la pauta en varios sentidos, porque según el Índice Global de Innovación 2022, el país alcanzó la posición cincuenta de ciento treinta y dos naciones que participaron de la medición. Entre sus mejores calificaciones destacan su calidad en asuntos regulatorios y la creación de nuevos negocios, relacionada con el aumento en el uso del sistema de propiedad intelectual como porcentaje total del comercio. Pero estamos al debe en otras materias claves, como, por ejemplo, la inversión en I+D como porcentaje del PIB, la difusión del conocimiento, la colaboración entre universidades y el sector privado, la modernización del mercado laboral y la diversificación de la industria local.
Pensando en cómo mejorar estos últimos aspectos, una muy buena alternativa para las empresas que no pueden asumir los altos costos en tiempo y dinero que demanda la innovación, es recurrir a la colaboración con agentes externos. Hablo específicamente de proyectos como Socialab Lite, herramienta que busca obtener una innovación más eficiente y económica basándose en una propuesta que ha probado ser efectiva: Mientras más ampliamos nuestra red de contactos, es más factible encontrar al partner o solución que necesitamos. Por eso, Socialab Lite conecta a las empresas con una base de datos de más de setenta y ocho mil startups de impacto provenientes de todo el mundo y permite conocer las prácticas disruptivas que se están desarrollando dentro y fuera de la región de una manera mucho más rápida, liviana y de bajo costo.
Gracias a este modelo, las empresas están encontrando respuestas innovadoras para los grandes desafíos que deben enfrentar hoy, como la reducción de la huella hídrica y la huella de carbono, el aumento en el nivel de impacto positivo en su relación con las comunidades, la inclusión de personas en situación de vulnerabilidad y el fomento a la diversidad de los equipos, entre varios otros puntos. Lo importante es que estas implementaciones ayudan a potenciar su propuesta de valor de cara a sus clientes, stakeholders y la sociedad en general.
Es precisamente ese dolor de querer innovar y no poder hacerlo lo que se busca resolver, permitiendo que las grandes empresas salgan de su burbuja y puedan conocer a startups de triple impacto que, por su naturaleza emprendedora y moderna, cuentan con estrategias disruptivas que pueden adaptarse de acuerdo a las necesidades de cada organización y sus objetivos.
Como muchas cosas en la vida, el primer paso suele ser el más complicado. Lo básico es comenzar detectando el propósito. ¿Qué es lo que mueve a tu empresa más allá de los resultados económicos? ¿Cómo quieres impactar en la vida de los demás? ¿Qué problema quieres solucionar? Cuando tienes estas preguntas claras, es más fácil fijar una hoja de ruta y luego recurrir a la colaboración con otros para desarrollar e integrar prácticas de innovación social que potencien estos propósitos, entreguen valor agregado y marquen la diferencia dentro del mercado.