Docente de la Universidad Católica del Norte y creadora de Ediciones Hurañas, María Constanza Castro es una periodista santiaguina que llegó hace ocho años a la ciudad y se propuso enfocarse en la gestión cultural, pues para ella la creatividad es parte de la calidad de vida de las personas. Amante de la literatura, aún no se anima a publicar sus propias obras, pero es una posibilidad que no está descartada dentro de ideas y proyectos que transitan entre el periodismo, la memoria y la pasión profunda por lo escrito.
Por Catalina Aparicio / Fotos Rodrigo Herrera
Ciudad, creación y prosa se combinan en la biografía de María Constanza Castro, mujer de sonrisa enigmática y discurso potente. Desde su llegada a la ciudad, decidió infiltrarse en el mundo cultural, primero como observadora y luego como activa protagonista, desarrollando proyectos que para muchos eran solo lindos sueños y que poco a poco fueron tomando forma, creciendo y posicionándose como plataformas reales de difusión cultural.
Para ella, Antofagasta es un lugar de “inagotable memoria histórica y social” que tiene el deber de darse a conocer como cuna literaria de exponentes reconocidos en todo el país, como Mario Bahamonde, Patricio Jara, Andrés Sabella, Hernán Rivera Letelier, entre tantos otros, “con la finalidad de evidenciar que una ciudad es un discurso y una experiencia viva, siempre abierta: compuesta y atravesada por voces diversas que a veces se complementan y otras se contradicen sin posibilidad de síntesis”.
Con el objetivo de potenciar a nuevos autores y difundir a los ya consolidados, nació Ediciones Hurañas, un proyecto colaborativo que busca “articularse creativamente con otras iniciativas culturales de la ciudad y del país, a fin de aportar a la cultura local mediante literatura de calidad, talleres de narrativa y poesía a cargo de especialistas en el área, servicios de edición, asesorías y como agencia literaria”.
Cuéntanos cómo nace Ediciones Hurañas…
Ediciones Hurañas comienza su gestación en 2014 gracias a un grupo de personas con quienes estuvimos trabajando en un taller literario durante varios años en la UCN. Cuando esta actividad finalizó, quisimos crear algo, continuar lo aprendido, con el objetivo de fundar un sello editorial colectivo regional. Estábamos seguros de que esa era la mejor forma de rescatar a los ilustradores, diseñadores, escritores y posibles editores, pero todo visto desde potenciar el recurso humano local.
¿Y por qué “Hurañas”?
El nombre del sello nace como homenaje al poeta y conocido escritor “Tipógrafo Huraño”, Miguel Morales Fuentes, quién es referente de la literatura nortina hasta el día de hoy.
Pero me imagino que hubo un “inicio de actividades” más formal…
Claro, tuvo un proceso importante que se concretó con mi participación en el Nodo de Industrias Creativas, proyecto CORFO que fue ejecutado por Marchantes. Ahí nació legalmente Ediciones Hurañas. En esa época yo hacía clases de emprendimiento en la Escuela de Periodismo de la UCN y me movían y motivaban mucho los temas de innovación social y proyectos culturales. Creé la empresa y sin darme cuenta ya estaba metida esto… y bueno, como toda empresa, al principio tuvo sus complejidades; por ejemplo, tuve que gastar dinero y llevar el proyecto un poco sola pero, afortunadamente, con el tiempo fue tomando fuerza y se sumaron más personas al equipo. Hoy somos ocho.
¿Cuál fue la primera obra que publicaron y qué vino después?
La obra que me inspiró a crear Ediciones Hurañas fue la novela Geometría del desastre, de Jorge Cifuentes, profesor de Lenguaje y actual estudiante de la carrera de Sicología. Cuando leí su obra pensé que debía convertirse en libro y llegar a más personas. Lanzamos esta primera obra, en versión digital, en un evento del Nodo de Industrias Creativas en el Muelle de Antofagasta junto a otros proyectos culturales.
Después de la primera edición publicamos La ballenera, seguido de Desde mi ventana, ambos proyectos FNDR y de la autora Lesly Prieto. Continuamos con otros títulos como La lógica de los escarabajos, del autor Iván Ávila, que ha sido todo un éxito de ventas. La última publicación nuestra es Zona de sacrificio, una antología de autores antofagastinos contemporáneos.
¿Ha sido muy difícil mantenerse con Ediciones Hurañas?
Hemos pasado por distintas etapas en el sello y alguna vez tuvimos miedo de cerrarlo, pero la verdad es que las ganas están y hay muchos potenciales en la zona. Autores que escriben no sólo de la pampa o de las salitreras, pues las personas con las que trabajamos tienen otras propuestas, y se atreven a experimentar con otros géneros literarios. Ellos escriben y nosotros nos encargamos de todo, es decir, además de la edición en sí, vemos también el diseño, la impresión, mediación, la distribución, hasta llegar a la venta del libro.
¿Cómo ves la literatura local, el interés de las personas por leer y crear cosas nuevas?
Siento que es relevante y urgente reforzar la escena literaria. Pienso que, de las artes, es una de las más débiles en la región. Creo que falta formación de escritores e instancias y oportunidades para que la gente pueda publicar sus libros y debemos apuntar hacia la profesionalización del sector. Por eso, la apuesta es mejorar, trabajar con todos estos elementos y generar motivación para sumar a más personas. Por ello hemos creado, además, talleres literarios y trabajamos distintos aspectos con profesionales como Luis Seguel, José Joo, Lesly Prieto, Iván Ávila, Francisco Bravo, Felipe Munizaga, Nelson Valdés y recientemente se sumaron Ignacio López y Jesús Perdomo, quienes son más jóvenes.
¿Cuáles son tus planes y expectativas en el corto y mediano plazo?
Llevo ocho años en Antofagasta y creo que el tema literario y cultural en general es fluctuante, va cambiando constantemente y eso es bueno y malo, porque a veces hay mucha actividad pero luego se ve poca participación y desinterés de parte de la ciudadanía. Me considero una gestora cultural y creo que mientras más seamos es mejor, porque todo suma. Si no me he animado a escribir, es porque siento que estoy desde la otra vereda y que soy una facilitadora para apoyar la creación de obras de los demás y eso me llena y satisface.
Respecto a Antofagasta, creo que llegué a un lugar súper fértil para hacer cosas, para crear, y me siento súper agradecida de la ciudad, del circuito cultural, de la gente, de la universidad. Creo que es exitoso lo que llevamos a cabo entre todos, uno va conociendo gente, otro se motiva, se van creando redes y nacen ideas y proyectos interesantes y creo humildemente ser una facilitadora y gestora que ayuda a que surjan estos proyectos, como, por ejemplo, lo que hacemos en el Diplomado en Gestión Cultural de la UCN.
No sé cuánto tiempo más estaré en la ciudad, porque quiero y tengo que ir a realizar mi doctorado en Literatura, pero yo creo que todo tiene que fluir, creo que la cultura se da por una suerte de “contagio”. Mientras más gestores existan, instancias y oportunidades de hacer cosas nuevas e innovadoras, seguiremos aportando a mejorar la calidad de vida de esta región a la que le tenemos cariño, pues hemos participado en su construcción permanente y la hemos hecho nuestra.