Maite Alberdi: Mirada femenina

directora y documentalista

Historias reales, de carne y hueso, que le pueden pasar a cualquiera. Eso es lo que filma Maite. Su última película documental El agente topo, que brilló en el festival de San Sebastián, representará a Chile en los premios Goya del próximo año y suena fuerte para competir por los Oscar 2021. “Para mí el cine es una fábrica de experiencias. Vivo más vidas y más experiencias porque conozco gente que de otra manera no conocería sin la excusa de hacer una película”.

Por Macarena Ríos R./Fotografías gentileza entrevistada

La cineasta Maite Alberdi (37) narra historias conmovedoras, de esas que te atrapan en apenas minutos y que muestran el pulso de la vida, la cotidianidad, la rutina y cómo esta se nos va revelando en una realidad muchas veces ajena a nosotros mismos. El agente topo es una de ellas. La trama es tan real como inverosímil: Sergio, un viudo octogenario, responde un aviso de empleo en un diario capitalino, publicado por un detective que necesita a una persona de la tercera edad para que se infiltre como detective privado en un hogar de ancianos con la misión de averiguar cómo es la vida de la madre de una clienta que está internada allí.

Pero él no fue el único en contestar el aviso. Al trabajo se presentaron cincuenta adultos mayores.

¿Qué te llamó la atención de Sergio para que finalmente lo eligieras como protagonista de El agente topo?
Lo de Sergio fue algo de guata. Era muy encantador, estaba muy activo, acababa de enviudar y buscaba un trabajo a los ochenta y tres años. Admiro la disposición de querer trabajar a esa edad. Tenía una actitud de apertura a la experiencia que para mí era un buen augurio. Era alguien dispuesto a probar a una edad en que la gente no está tan dispuesta a invertir en riesgos. Esa disposición que irradiaba fue clave en la película.

¿Funcionó como detective?
Era el peor espía del mundo. No sabía usar la tecnología, no le resultaba mandar videos, nunca aprendió a usar bien el whatsapp. Era algo así como un Sherlock Holmes que mientras lidia con esas cosas se deja empapar por este mundo al interior del hogar y se  vuelve el mejor amigo de personas que él mismo había rechazado en un principio. ¿Cuánta gente está dispuesta a dedicarle tiempo al otro para que florezca y romper los prejuicios? Fue lejos la mejor investigación experiencial, porque termina siendo un documental de observación de la tercera edad y, para él, una experiencia de vida en ese lugar. Eso es lo que tiene Sergio, una capacidad de conectarse y escuchar y que hace que la película sea lo que es. Porque El agente topo es lo que es gracias a Sergio.

DOCUMENTALES QUE CONMUEVEN

Es mediodía de un jueves de sol. Al otro lado de la pantalla, Maite dice que filmar la realidad es un ejercicio de paciencia, que los documentales generan una conexión mucho más poderosa que las películas de ficción y que elegir una historia es casi como elegir una pareja. También afirma, como si fuera una declaración de intenciones, que hace documentales porque piensa que el mundo está repleto de historias que merecen ser contadas, de momentos únicos que van más allá de cualquier guión de cine. “El gran desafío es encontrarlas”.

Tu documental Los niños, contribuyó a que Chile modificara la ley de trabajo para remunerar de manera justa al colectivo de personas discapacitadas, ¿qué esperas lograr con El agente topo?
En Los niños hubo todo un lobby para que se cambiara la ley laboral que establecía que a las personas con discapacidad se les podía pagar menos del salario mínimo, aunque trabajaran igual número de horas. Y se logró. Tal vez esta película no tenga un impacto directo a algo concreto como sí lo hubo en Los niños, pero mi objetivo es preguntarme cómo establecemos puentes entre las residencias y la sociedad. Cómo hacemos para que quienes viven en estas residencias no sientan que (estar en ellas) sea una muerte simbólica.

“Hay un personaje en la película que es una señora con Alzheimer que está todo el día pegada a la reja planeando estrategias de fuga para irse a la casa de su mamá. Ella es la manifestación de algo que siento que les pasa a todos los que están ahí: hay otra vida a la que yo no tengo acceso porque me encerraron acá. La concepción de una casa de reposo como aislamiento no puede ser. Eso es lo que tenemos que modificar y ver cómo establecemos un diálogo con las personas mayores, una vinculación social, cultural y familiar con el entorno”.

Como documentalista te has hecho cargo de personas que han sido invisibilizadas por la sociedad. ¿Has pensado en hacer documentales sobre los inmigrantes en Chile o sobre los mapuches?
Son temas que me interesan y que pertenecen al tipo de grupos que retrato desde la no integración. Pero la selección de los personajes tiene que ver con acciones que sean palpables en situaciones concretas que pueda visibilizar la cámara, porque yo no hago entrevistas, entonces tengo que poder verlo en lo cotidiano. Por lo tanto, mi dificultad en la selección de personajes tiene que ver con que esos procesos sean reconocibles.

¿Cuál es la invitación con tus películas?
A mirar grupos o situaciones que usualmente están en el ámbito de lo privado, pero que te ayudan a entender ciertos universos que están fuera de tu mapa de relaciones, de lo que tú ves en tu cotidiano. Me interesa visibilizar desde mi experiencia temas que no se ven o que no se discuten.

¿Cómo eliges lo que quieres contar?
Escucho, conozco, leo, me cuentan, investigo muchas historias que descarto después, porque no todas las historias que investigo son las que filmo. Parto siempre de un interés temático que me lleva a buscar personajes. Los niños partió a raíz de ese artículo que leí de la ley del trabajo aunque no era un tema ajeno en mi vida porque una tía tiene síndrome de Down. En el caso de El agente topo partió de las ganas de hacer un documental de la figura de detective privado. Son procesos.

¿Qué temas te llaman la atención?
Historias cotidianas que nos permitan mirarnos socialmente, historias que son particulares y únicas, pero que, al mismo tiempo, te puedan conectar desde la emocionalidad. Para mí el cine es una fábrica de experiencias, más allá de que lo sea para el espectador, que es lo clásico que dicen los directores de ficción. Yo vivo más vidas y vivo más experiencias porque conozco gente que de otra manera no conocería sin la excusa de hacer una película.

Filmas durante mucho tiempo cada una de tus películas. ¿Qué te pasa cuando están listas?
Cada vez que terminamos una película es como salir del colegio. No es que no vea a los personajes nunca más, pero ya no los vuelves a ver todos los días como la rutina que tenías. La película termina, pero la vida sigue. Los personajes siguen viviendo y uno sigue comprometida con ellos. Siento que me han ayudado a ser una persona más empática. Y sí, son parte de mi vida.

¿Cómo es la Maite puertas adentro?
Soy muy de rutinas, me gusta mi cotidiano, mi vida, me cuestan los cambios, abrazo la repetición. La paciencia es mi don y soy fácil de conmover. ¿Qué me conmueve? Las  luchas de grupos aislados, los gestos de cariño cotidiano. Eso me conmueve.

¿Siempre quisiste ser cineasta?
Podría haber sido muchas cosas, pensé en estudiar Sicología, aunque terminé eligiendo Estética antes de estudiar Dirección Audiovisual. Siempre me ha interesado conocer gente en el sentido de poder compartir experiencias. Mi oficio va más por el lado de la antropología antes que trabajar con actores y escribir una película de ficción. Eso no me interesa.

¿Y cuál es tu interés?
Mostrar historias emotivas y con humor con las que puedas conectar y emocionar al otro y exponer cuáles son nuestras falencias sociales desde la experiencia de lo cotidiano y desde el micromundo. Por ejemplo, en El agente topo, la película parte del prejuicio de que las residencias y los hogares son malos y con el paso del tiempo te vas dando cuenta de que el lugar es bueno y que a la gente la han aislado de la sociedad al irse a vivir a una residencia. Esa exclusión es la que está reflejada en la película.

¿Qué ha sido lo más desafiante en tu carrera?
Ir conquistando otros territorios. Poder hacer un género particular que sea reconocido por el público, ese es mi objetivo, que algún día llegue un punto en que a la gente que esté viendo una película mía no le importe si es un documental o una película, sino que se enganche con la historia, que la viva, que la goce y que el material sea la realidad. Ese es mi desafío con cada una de las películas y, en El agente topo, siento que está bien logrado y que incluso llega a un extremo, porque cuando cuentas la historia, la gente pregunta ¿y es verdad?, ¡no te puedo creer!, ¿en serio pasó eso?