Con el difícil desafío de encabezar la recientemente creada Dirección de Equidad de Género y Diversidad de la Universidad de Concepción, la socióloga Lucía Saldaña arriba a un cargo que parecía predestinado para ella, no sólo al revisar su extenso currículum, sino su historia de vida.
Por Soledad Posada M. / fotografías Sonja San Martín D.
Los vecinos de la pequeña Lucía jugaban con ella y sus cinco hermanos en la casa en la que vivían en un sector semi rural de Rengo, en la Región de O’Higgins. Ella no lo sabía en ese momento, pero ese compartir de igual a igual, esas diferencias que los juegos de niños no dejaban ver, marcarían su rumbo para siempre.
IGUALDAD
Lucía Saldaña nació en Santiago pero creció en Rengo. A la hora de elegir una carrera, aunque tenía mucho interés en la literatura, finalmente decidió estudiar Sociología en la PUC. Desde entonces, su trayectoria e intereses de investigación se han encaminado por la sociología del trabajo, de las familias, parentalidad y masculinidades. Además, ha abordado temas de pobreza, estudios del desarrollo, vulnerabilidad social, políticas públicas e infancia.
Hablando de infancia, ¿cómo definirías la tuya?
El ambiente familiar en el que crecí fomentó mi amor por la música, comencé a tocar piano y a sentir una gran pasión por la lectura, la que mantengo hasta hoy a pesar de los escasos tiempos. También desde niña fui desarrollando una mirada crítica frente a las desigualdades e injusticias sociales, lo que creo que marcó mi camino e intereses tanto personales como profesionales.
Mientras trabajaba media jornada en el Ministerio de Educación, Lucía cursó un Magíster en Estudios Sociales y Políticos Latinoamericanos. Su buen desempeño le permitió adjudicarse una beca para realizar un doctorado en Sociología en la Universidad de Essex, Inglaterra. Después, siendo ya docente en Sociología de la UdeC, la nombraron directora del Magíster en Investigación Social y Desarrollo. Tuvo este puesto en dos periodos, entre los cuales renunció por el nacimiento de su hija y posteriormente se enfocó en realizar investigación. En ambos periodos logró la acreditación del Programa, la más reciente por siete años. Estaba en su segundo periodo, cuando el rector Carlos Saavedra la invitó a dirigir la Dirección de Equidad de Género y Diversidad, DEGyD, lo que inició el 1 de junio del año pasado.
En marzo pasado comenzó a regir el nuevo protocolo que aborda los actos relacionados con acoso sexual, violencia y discriminación por razón de sexo, identidad de género, expresión de género u orientación sexual, para estudiantes, funcionarios y personal docente. Por lo mismo, Lucía se encuentra muy contenta y motivada al dirigir el grupo humano encargado de establecer los lineamientos que contribuirán al cambio cultural en materia de equidad de género y diversidad. Y no solo para la UdeC, ya que ha colaborado en otros espacios institucionales y de la ciudadanía para dar a conocer su experiencia desde la gestión como también desde la docencia y la investigación.
¿Cómo se logra la igualdad de género?
La igualdad de género se logra a partir de un trabajo en múltiples planos o niveles, que involucra a toda la sociedad y requiere un uso de lenguaje inclusivo, por ejemplo, «la historia de la humanidad” y no “la historia del hombre», «Niños y niñas son buenos para la ciencia»; o acciones afirmativas, como ley de cuotas y currículo ciego para postular a un cargo y que no haya sesgos de géneros; igual salario a una misma labor; entre otras medidas.
¿Cómo se promociona?
Su promoción tiene como un pilar fundamental los derechos humanos de todas las personas, lo que implica un cambio cultural que logre desnaturalizar prácticas cotidianas de violencia de género de distinto tipo, como el control y celos en la relación de pololeo, o la violencia psicológica vinculada a inferiorización y sometimiento de las mujeres en relaciones de pareja; jugando un rol clave la visibilización y eliminación de la violencia simbólica, que es la más común y naturalizada, como por ejemplo, comentarios sexistas del tipo «las mujeres no estudian ingeniería», «cómo van a elegir a una mujer presidenta», «haz la cama de tu hermano y luego estudias»; o las bromas como «meme de mujer mal estacionada», o colocar a las mujeres como referentes sexuales en la publicidad, cosificándolas. Se requieren, además, pasos sustanciales, como la erradicación de toda forma de acoso y violencia sexual.
¿Y la labor formativa?
También es primordial, por medio de distintos cursos, capacitaciones y campañas de sensibilización, por ejemplo, exposiciones, documentos, manuales y, principalmente, medios de comunicación, para mostrar el daño que causa la violencia de género, la discriminación, el acoso sexual, haciendo reflexionar desde la experiencia de la persona agredida. Esto permite la promoción de buenas prácticas y la construcción de relaciones de género respetuosas.
EQUIDAD DE GÉNERO
En casa de Lucía reina la democracia. A su hija en edad escolar, le explica el porqué de sus decisiones y la alienta a la autonomía. Su marido, agrónomo y ecólogo dedicado a la educación ambiental, se hace parte en todas las facetas de la crianza. «Los dos participamos de manera igualitaria, por lo que nuestra hija no ve desigualdad. Cada uno aporta un poco más en su especialidad. Todos sumamos al bienestar familiar».
¿Qué es ser feminista?
Existen múltiples tipos de feminismos, pero la noción que está en la base es que los derechos de las mujeres y los varones deben ser los mismos, enmarcándose en acuerdos sociales extensamente respaldados, como la Convención de los Derechos Humanos, la CEDAW, entre otras. Por lo tanto, los derechos de las mujeres y, en consecuencia, los derechos de todos los géneros, son un problema que atañe a la sociedad en su conjunto y que requiere de múltiples acciones que van desde las políticas públicas hasta las prácticas cotidianas que realizamos en nuestros hogares. Estas últimas van contribuyendo a las identidades de género y dando forma a relaciones de género desiguales, las que luego visualizamos en prácticas sexistas en las escuelas, los ámbitos laborales y las instituciones sociales en general. Estas juegan un rol central, y junto a los distintos tipos de violencia ya mencionados, van contribuyendo a la perpetuación del orden de género o dominación masculina.
¿Has vivido la discriminación?
Una experiencia importante fue cuando trabajé como temporera de la fruticultura de exportación, en el marco de mi tesis de doctorado. Fue muy revelador vivir la experiencia, tanto por la intensidad del trabajo mismo como por la discriminación hacia las trabajadoras, lo que se observa, por ejemplo, cuando un jefe es más severo al llamar la atención a las mujeres que a los hombres, o con prácticas frecuentes como el acoso sexual. Es impactante, además, que las temporeras trabajen doble jornada y se priven de horas de sueño para lograr conciliar trabajo y familia.
¿Cuáles son los desafíos de la Dirección de Equidad de Género y Diversidad?
Los desafíos que aborda la DEGyD son múltiples y dicen relación con el proyecto global de una rectoría que propicia la construcción de una cultura respetuosa, equitativa, inclusiva y participativa en la Universidad de Concepción. En particular, la dirección que encabezo busca avanzar de manera sostenida en el cambio cultural que permita la igualdad de oportunidades y derechos de todas las personas que integran nuestra comunidad universitaria. Al mismo tiempo, un ámbito esencial para avanzar en este desafío es la erradicación de toda forma de violencia de género al interior del espacio universitario, lo que implica tareas de prevención, formación y regulación de las relaciones de género, en las que estamos avanzando en distintas etapas y plazos.
¿Qué te motiva?
Mi motivación central es la convicción profunda que todas las personas tenemos derecho a vivir en una sociedad justa, respetuosa y equitativa. Esa convicción la desarrollé desde pequeña en mi familia, y hoy tengo el privilegio de poder trabajar por la equidad de género en la comunidad universitaria de la que formo parte.
“De niña recuerdo que compartíamos con niños del sector semirural en que vivíamos, lo que contribuyó a mi conciencia social”.
“Los derechos de las mujeres y, en consecuencia, los derechos de todos los géneros, son un problema que atañe a la sociedad en su conjunto y que requiere de múltiples acciones
que van desde las políticas públicas hasta las prácticas cotidianas que realizamos en nuestros hogares”.