A principios de octubre, Martin Scorsese dijo en una entrevista que las películas de Marvel no son cine. Quedó la escoba. Directores del género fans de su obra se sintieron. Luego el maestro, de setenta y seis años, publicó una columna ahondando sobre esta cinematografía dominante, con sagas que para los no iniciados en las franquicias y el mundo del cómic en el cual se inspira, difícilmente se diferencian.
Marty, como también se conoce al director de grandes clásicos como Toro salvaje (1980) y Taxi driver (1976), explicó que la condicionante seriada de estos productos apuesta a la segura. “No hay ningún riesgo”, sentenció, por el hecho de que estas sagas son testeadas y modificadas “hasta dejarlas listas para el consumo”. La visión artística que antes lidiaba con los genuinos intereses comerciales de una industria, ahora queda sepultada por el marketing.
Las palabras de Martin Scorsese calzan perfecto para describir la música masiva de los últimos veinte años, cuando las boys band, las princesas pop y los astros del hip hop comenzaron a dominar sin contrapeso los listados. El cambio provino en el número de productores involucrados en cada canción, álbum y proyecto, que fácilmente pueden sumar un par de decenas de firmas, como si se tratara de directorios de multinacionales.
No es la primera vez que en la historia del pop se aplica manufactura como en una planta industrial. Tin Pan Alley en Nueva York, en la primera mitad del siglo XX, y Motown, en los sesenta y setenta, establecieron normas para componer y editar música a gran escala, pero fueron sistemas en convivencia y competencia con otras expresiones populares igualmente poderosas. Había variedad en la oferta.
Scorsese se queja de la poca disponibilidad de salas para otro tipo de cine que no sea una saga de superhéroes. En los ránking sucede algo parecido. Prácticamente no existe espacio para otro género que no sea la música urbana. “Son variaciones sobre unos temas determinados”, dice el maestro cuando acusa la escasa diferencia entre una cinta y otra. Otra vez las palabras del maestro aplican.