La luz… Si no estuviese, todas las cosas que te aman no te mirasen, escribió Gabriela Mistral. Es que la luz es el agente físico y también mágico, que no solo permite visibilizar los objetos al ojo humano, sino que también se manifiesta como un fenómeno visible por sí solo. La percepción de esta se logra mediante un proceso individual y por tanto particular para cada sujeto. Esto es lo que la hace imprescindible en la observación y desarrollo de las artes visuales, convirtiéndola en una herramienta fundamental, tanto en la narrativa como en la composición; más aún cuando se le busca como único elemento que, en ausencia del color, transita entre gradaciones de luminosidad y oscuridad, secreta y emocional.
Pierre Soulages (Rodez, 1919), artista francés con una copiosa obra como pintor y, en menor medida, escultor y grabador, fue seducido desde su juventud por el arte prehistórico y románico, y aunque ingresara en 1938 a la École Nationale Supérieure des Beaux-Arts, su andar siempre en rebeldía con la escuela clásica y su intransable principio de libertad, lo impulsan a abandonarla prontamente. Después de la guerra, en 1946, se instala en París e inicia su búsqueda de la luz en la oscuridad, aquella de las cavernas y las pinturas prehistóricas, asociada tal vez a los interiores de la iglesia románica, misteriosa y sobria, de volúmenes estables, monumentales y claramente organizados. Allí encuentra el negro como color primero y luego el reflejo de la luz en él como una puerta al campo mental profundo.
Si bien desde 1949 tuvo un creciente éxito en Europa, Asia y Norteamérica, es a contar de 1970 cuando estos elementos y la caligrafía de Asia Oriental definen metafórica y radicalmente su estilo, reconociéndose como “el pintor del negro” en el espacio y la poética de la luz oscura.
Como si de un nuevo sanscrito se tratara, realiza estrías sobre la pintura permitiendo que la luz, su única herramienta, se refleje y salga de la tela como un color luminoso, capas de transmutar transitoriamente en el tiempo.
Soulages, a sus ciento un años, es considerado un maestro de la pintura francesa, representante indiscutible del expresionismo abstracto europeo reconocido y homenajeado, y aunque una importante colección de sus obras se encuentra en el Museo Soulages en Rodez, expone actualmente en la Opera Gallery de París. En este largo andar por sus años, el artista afirma que una obra de arte es la triple relación entre el ejecutor, el objeto y la riqueza de emociones, sensaciones de quien quiera que lo vea, porque finalmente, afirma, “en el Arte, todo es metafísico”.