La creación como expansión: Graham Herbert

Por Jessica Luna, arquitecta

Cicerón, desde una posición más bien estoica y platónica, valoraba la etapa madura de la vida, señalando que las mejores armas de esta “son las habilidades artísticas y los ejercicios propios de las virtudes; las que cuando cultivadas en cada etapa de la existencia, luego de una vida larga y plena, producen frutos admirables”.

Graham Herbert, constructor, pintor y marinero de las Isla Hornby en la Columbia Británica de Canadá, es quizás una buena muestra de ello. Originario de la provincia de Alberta, Graham Herbert creció en una familia fuertemente ligada a la navegación. El dibujo y la pintura también rondaron su infancia; y aunque a los veinte años se mudó a Vancouver, impulsado por los barcos y la navegación, fue la pintura de los paisajes marinos de la Costa Oeste lo que lo sedujo. Estudió arte en el Emily Carr College of Art y en el Victoria College of Art. Cautivado desde siempre por las infinitas posibilidades compositivas de la naturaleza, que fue observando en cada una de sus navegaciones, sus observaciones dieron paso a composiciones audaces en acuarela y acrílico, que transitaron entre paisajes marinos y escenas mágicas y quiméricas. Sus pinturas, llenas de coloridos reflejos, son el resultado de una estrecha colaboración entre líneas y colores, pauteando una técnica propia como resultado de años de experimentación.

Su pasión por la pintura; los barcos, que realiza a escala real y en maquetas; y por Gloria, su compañera de viaje y el amor de su vida, dieron origen a su serie Dory Boat: un mundo imaginario, con edificaciones lúdicas y botes sobre aguas cristalinas, inundado de vibrantes colores. Lo peculiar de Herbert y su uso del color radica en su daltonismo, y aunque esto nunca ha sido un obstáculo, afirma que lo más importante es la composición. Durante tres décadas, su trabajo fue expuesto en espacios como Victoria Public Art Gallery, formando parte de colecciones privadas y corporativas. Sus pinturas se transan actualmente en línea, de forma privada, y en impresiones giclée de bellas artes, disponibles en The Salish Sea Market en Bowser, Yellowbird Arts en Nanaimo y Village Gallery en Sidney.

Herbert no se define ni como pintor ni como artista, sino más bien como un “hacedor”: una persona que crea cosas. Entre ellas, las maquetas de barcos son las que más disfruta y siempre tuvo la certeza de que, cuando fuera muy mayor, volvería a construirlas. Desde hace algunos años empezó a pasear en bici temprano por la mañana, justo antes de pintar, lo que le permite entrar en una dimensión de absoluto presente, despejando su mente y mejorando su creatividad.

En cada acto creativo, indistintamente del medio, procura que el tiempo sea una extensión en la que pueda moverse libremente, sin planificar demasiado, ajustándose tan sabiamente como sea posible. Ser creativo, afirma el artista, es su vida y todo lo que hace es parte de esa creatividad. Es un acto de expansión del tiempo en el que busca conectar con los demás y generar alegría, tanto para ellos como para él mismo. Porque Gaham pinta cada uno de sus días como un retrato en la búsqueda de las pasiones y el bienestar.