POCO ORTODOXA. NETFLIX.
Esty tiene diecinueve años, vive en Nueva York y su vida es un libreto donde no tiene opinión. Comprometida con Yanky, un chico de su misma edad, se espera que tengan muchos hijos. Sus existencias han sido definidas por las estrictas tradiciones de la comunidad Satmar, una rama ortodoxa del judaísmo, cuyos sobrevivientes al Holocausto se asentaron en el barrio de Williamsburg, en Brooklyn, tras el fin de la II Guerra. Apenas se conocen, Esty advierte a Yanky que ella es distinta sin precisar intereses artísticos y conocimientos sobre libros sagrados, vetas prohibidas para ella en un orden social particularmente rudo con las mujeres. La principal misión femenina es procrear, uno de los traumas provocados por la aniquilación nazi, y someterse al marido a través de ritos como afeitar la cabellera de por vida y usar una peluca.
Consumado el matrimonio, Esty se rebela cuando comprende que no solo debe complacer a su pareja, sino sobrellevar el escrutinio constante de parientes, en especial la suegra, ansiosos por un pronto bebé como dicta la tradición, el primero de varios en una comunidad donde cada familia cría en promedio ocho hijos. Infeliz y presionada, Esty huye a un destino paradojal por la relevancia histórica para los judíos —Berlín—, donde vive su madre. Mientras rearma su existencia en un mundo que le resulta completamente desconocido —es analfabeta digital, por ejemplo—, el pasado se inmiscuye en el presente.
Basada en una adaptación libre de la autobiografía de Deborah Feldman, Unorthodox: The Scandalous Rejection of My Hasidic Roots (Poco ortodoxa: el rechazo escandaloso de mis raíces hasídicas), la serie coge de la historia original todo lo que implica el matrimonio, mientras los eventos en Alemania son parte de las libertades creativas.
El dato no altera lo central. En solo cuatro capítulos de casi una hora, la producción germano estadounidense cautiva por la solidez del trío de personajes que sostiene la trama a cargo de jóvenes actores israelíes, en una encrucijada donde se enfrentan la fe, las libertades y los derechos.