Uno de los errores más comunes al emprender es obsesionarse con el producto. Creer que si es bueno, se venderá solo. Pero la realidad es otra: sin ventas no hay empresa, y sin empresa, no hay operación, equipo ni futuro.
Por eso, lo más importante es vender. Y para eso, necesitas dominar dos cosas clave: marketing y publicidad. Son los motores que traen clientes, y los únicos que generan ingresos reales. Puedes tener el mejor producto del mundo, pero si nadie lo conoce o entiende su valor, no venderás.
Además, un buen emprendedor no puede ser solo un “creador de productos”. Tiene que ser generalista: saber un poco de todo. ¿Qué tipo de sociedad te conviene? ¿Con socios o sin socios? ¿Entiendes de leyes laborales, contabilidad, flujo de caja, impuestos, compras, innovación?
No se trata de hacerlo todo tú, sino de entender cómo funciona cada parte del negocio y asegurarte de que se haga bien. Y hay tres áreas donde no puedes delegar a ciegas: compras, marketing y ventas. En muchos rubros, el precio ya está fijado por el mercado, así que el margen de ganancia está en comprar bien, no en vender caro.
Por eso insisto tanto en la educación financiera antes de emprender. Los empresarios exitosos conocen la foto completa, detectan oportunidades, innovan y forman buenos equipos. Contratan especialistas, sí, pero con criterio claro, porque saben de qué están hablando.
El empresario sabe un poco de todo. El especialista sabe mucho sobre poco. Por eso digo: edúcate antes de lanzarte a emprender. Aprende a mirar el negocio completo y rodéate de especialistas que te ayuden a ejecutar con excelencia.