Pasan los años y el barrio Puerto continúa un proceso de deterioro que parece no tener fin. Sin embargo, son varias las iniciativas del mundo público y privado que despiertan ilusiones acerca de lo que puede ocurrir en el futuro con este emblemático e histórico sector de la ciudad de Valparaíso y que es, al mismo tiempo, Patrimonio de la Humanidad. Precisamente esas esperanzas nunca desaparecen cuando detrás hay visión de algunos de aprovechar todo el potencial que allí existe.
El barrio Puerto de Valparaíso está muy deteriorado. Basta con recorrer el sector para percibir, a cualquier hora del día, que allí no se está pasando por un buen momento. Atrás quedaron aquellos años en que, como me decía un amigo comerciante, era un “hervidero de gente”. De hecho, aquellas multitudes del pasado explican por qué fue precisamente en ese barrio donde nacieron emprendimientos tan importantes como, por ejemplo, “Supermercados Santa Isabel”, una emblemática empresa porteña que, frente al Mercado Puerto, en la esquina del pasaje La Matriz, comenzó su exitosa historia.
Sin embargo, la crisis que comenzó hace años se hizo mucho más evidente en las últimas dos décadas. La terrible explosión en calle Serrano significó un duro golpe a la vida del barrio, que ya vivía un franco deterioro pero que, de todas formas, mantenía, en esa arteria, su columna vertebral en el plano comercial. Pero después del desastre ya nada fue igual. Y si sumamos los efectos del terremoto del 2010, que dañó el otro motor de la economía del sector, el Mercado, entonces la crisis se generalizó a todo un comercio que veía con estupor no solo el abandono del sector por parte de las autoridades, sino también, el peligroso despoblamiento, un riesgoso proceso que, tras el llamado “estallido social”, hoy ha llegado a niveles tan sorprendentes que la soledad del atardecer no garantiza la seguridad personal.
Está claro que el hecho de que la gente no viva ahí no es un fenómeno exclusivo de dicho barrio. Basta recordar que el sector bancario de la calle Prat siempre tuvo esa característica, pero la diferencia está es que el barrio Puerto sí tenía habitantes y que dicha particularidad es la que le daba una intensa vida comercial, la cual servía a los residentes del sector, la población de los cerros aledaños e, incluso, de otros lugares del Gran Valparaíso.
¿Hay esperanzas para salir algún día de esta crisis? Absolutamente sí, y la razón es que, primero, nunca se pierde la fe en Valparaíso, aunque a veces puede flaquear más de la cuenta, y segundo, porque hay noticias que siempre terminan ilusionando de que este proceso negativo se puede revertir.
El proyecto del Archivo Regional de Valparaíso que se pretende concretar en calle Serrano sigue adelante, y aún no se pierde la esperanza de que, algún día, se haga realidad la instalación del Centro de Neurociencias en la calle Severín. Tampoco hay que olvidar las nuevas dependencias municipales en el edificio La Nave o la recuperación del magnífico edificio del Mercado Puerto.
Pero si bien esas son iniciativas de índole estatal, es en el mundo privado donde hay que poner aún mas ilusiones. Un ejemplo: la recuperación del emporio Echaurren es una señal de que cuando se hacen bien las cosas, las proyecciones son insospechadas. Sin embargo, la clave para el futuro inmediato del barrio Puerto es mejorar la seguridad, ya que es un imperativo intransable. Así, se podrá promover la repoblación e, incluso, fomentar la actividad turística, ya que no hay que olvidar que dicho sector es Patrimonio de la Humanidad, es decir, tiene un potencial incalculable.