Se dice que la fotografía es el arte de delinear recuerdos con la luz. Qué tan afortunadas sean estas capturas dependerá, ciertamente, de las habilidades del fotógrafo. Si bien realizarlas en superficie y en movimiento es ya una proeza, puede resultar aun más desafiante ejecutarlas de este mismo modo en agua. En el surf, la captura de hazañas ambiciosas con perfectas paredes de agua, ha sido directriz esencial en este tipo de fotografía, sin embargo, hoy, más allá de la técnica y la tecnología, la fotografía busca retratar vínculos entre el agua y el territorio, transparentando y contextualizando las tomas de estas imágenes. Ben Thouard también es partícipe de esta búsqueda, en la que ensayo, error y perfeccionamiento lo han conducido a encontrar su propia fórmula.
Thouard (1986) estuvo toda su niñez vinculado al océano. Durante diez años fotografió surf y olas exclusivamente bajo la superficie. Finalmente logra definir un cuerpo de trabajo único en su visión del océano, desarrollando una composición definida por su mirada hacia la superficie, posicionándose detrás de las olas y capturando aquello que no se suele ver, como la energía que logra realizar la acción y el increíble entorno que la sustenta.
Ben Thouard posee un gran número de publicaciones en revistas especializadas y ha sido galardonado innumerables veces. National Geographic publicó, en el 2018, Beauté mer, una importante muestra de su trabajo. Sin embargo, fue en su libro Surface, una recopilación de más diez años de búsqueda, donde logra narrar y expresar su visión personal del océano y su obsesión por la superficie vista desde abajo; aquella que es moldeada por la energía del oleaje, con formas únicas salpicadas de luces y texturas infinitas. Hoy solo se encuentra disponible su último libro, Turbulencias, que reúne una serie de fotos tomadas desde una de las olas más pesadas del mundo, en Teahupo‘o, que más que un magistral espectáculo, da cuenta de increíbles vórtices en un curioso equilibrio entre aire y agua. Estas turbulencias, que lo obsesionaron durante cuatro años, lo condujeron a trabajar justo debajo de la zona de impacto de la ola y por encima del arrecife, afrontando dificultades que lo llevaron a desarrollar aún más su creatividad. Su trabajo logra bellamente manifestar su pasión por el mar y su anhelo de protegerlo, invitándonos a mirar a través de las olas.