Entre fardos de paja, caballos y música flamenca, Constanza Santa María pinta como quien respira. En su galería Pesebreras de Chicureo, donde vive junto a su familia, el arte se mezcla con el olor a campo y el sonido del galope. Sus caballos —potentes, libres, casi sagrados— más que retratos, son parte de su sello. En cada trazo hay fuerza, vulnerabilidad y un pulso que parece venir del cuerpo mismo, de esa danza interna que conecta la pintura con el flamenco, su otra pasión. Por estos días está exponiendo Vuelo.
Por Macarena Ríos R./ fotografías Javiera Díaz de Valdés y gentileza entrevistada
Durante mucho tiempo pintó retratos, luego bailarinas, pero fueron los caballos los que le robaron el corazón. Su casa en Chicureo es una extensión de eso que la apasiona; las pesebreras, el marco perfecto para dar rienda suelta a su creatividad, esa que le sale por los poros y se materializa en cada gesto, en cada veladura, en cada pincelada que inunda sus cuadros.
Ahí mismo levantó su propia galería hace un año, rodeada de naturaleza, fardos de paja y relinchos. El marco perfecto para mostrar su trabajo. “La idea es que quienes vengan vivan una experiencia”, comenta, mientras abre una pesada puerta de roble que deja ver los cuadros de gran formato, con el caballo como prima donna.
Apostados en las paredes de la galería, hablan por sí mismos. La fuerza de los gestos, la libertad del trazo suelto, el ímpetu de sus protagonistas. Se puede sentir la emoción impregnada en cada uno de ellos, esa que susurra que hay algo más. Al centro, el retrato de una bailarina rompe el molde. Es una obra inspirada en una amiga —Ana— que murió de cáncer.
De jeans, brazos tonificados —herencia de las horas que dedica al baile flamenco— y pelo al viento, comenta que siempre fue el arte. “Vengo de una familia de artistas, mi papá es fotógrafo, mi mamá es diseñadora textil, mis hermanos también son súper artistas y siempre viví rodeada de eso; ha sido lo que más me ha nutrido y lo vi siempre como una posibilidad”.
¿Qué es para ti ser artista?
Para mí ser artista es una manera de vivir, sentir y pensar. Creo que se nace siendo artista, la manera como te relacionas con tu entorno, como percibes las cosas que te rodean: la música, los colores, los atardeceres, las personas.
Se pasea mientras habla, gesticula, observa, declara. Dice que se siente expuesta, pero que se hace cargo de sus miedos y vulnerabilidades y que desde hace trece años no ha parado de pintar. Lo toma como un refugio, como una responsabilidad, como una pasión, la misma que encontró en el baile flamenco y al que vuelve cada vez que puede.
Alza la vista hacia los cuadros. Sus cuadros. “Me conmueven los caballos, me remueven profundamente, son animales completos, simbólicos y apasionantes que ocupo como mediadores para transmitir sentimientos y emociones a través de su corporalidad, su anatomía vigorosa y su prestancia. El caballo integra todos los matices de las emociones que puede tener un ser humano, desde un silencio más contemplativo a uno más apasionado y adrenalínico.
¿Qué buscas lograr con tus cuadros?
Quiero que estén vivos, que traspasen el lienzo y conecten contigo. Me encanta ver las reacciones de las personas cuando vienen a buscar sus cuadros a mi galería: llanto, alegría, euforia, es ahí cuando siento que mi profesión de artista se cumple. Si una de mis obras llega a conectarse con tu corazón es que estoy haciendo las cosas bien y para mí no hay nada más profundo que eso.
¿Cómo enfrentas un lienzo en blanco?
Al principio suele ser un poco abrumador si es que lo conectas con el miedo, pero si estás en un momento creativo muy rico, te genera como un cosquilleo. Hay todo un camino de encuentros, desencuentros, vibraciones, en el que tienes que estar todo el rato dialogando contigo misma y te lanzas nomás y te das cuenta de que lo que quedó es impactante, porque lo que pasa después sobre ese lienzo en blanco es que cobra vida, ¡tanta vida!
IMPULSO CREATIVO
“Desde muy chica estuve en talleres de arte, de dibujo, de pintura. Mi primer cuadro de caballos lo tengo en mi casa y se lo regalé a mi marido (Matías Dittborn) cuando pololeábamos. Es una manada de caballos galopando. Es muy bonito porque tiene una soltura distinta a la hora de dibujar el movimiento del caballo, con una mano muy espontánea y natural. Siempre vuelvo a ese primer cuadro cuando tengo procesos en los que siento que estoy más rígida”.
Admiradora de la obra de Angela Leiblé y la música flamenca, para Constanza uno de los grandes desafíos ha sido la constancia, “porque no estás siempre en peaks creativos, esto es bien cíclico. Hay momentos en que todo fluye y otros en que hay bajones y es ahí cuando uno tiene que ser constante y seguir, no dormirse, estar vivo en este camino. Tienes que creer en ti y confiar en tu vocación, ser ordenado y metódico. Eso es muy importante”.
¿De qué trata esta exposición?
Vuelo es una exposición muy especial, llena de sentimiento, transmitida a través de estas imágenes de caballos. Elegí ese título desde esa energía que te impulsa a despegar. El gesto físico del salto del caballo lo llevo a una metáfora de un vuelo que te hace despegar de ese estado en el que estabas y te lleva a otro. Yo lo tomo como una inspiración, como una sensación de valentía, como cuando hay un despegue creativo, un despegue a la libertad. Este ha sido un año así, de salir de un estado y atreverme a entrar a otro. Ha sido muy removedor tomar este impulso creativo a través de experiencias vividas durante este año.