Si hay una región en Chile con fama chovinista es Concepción. Porteños y viñamarinos no lo hacen nada de mal, pero el penquista insinúa una especie de vanguardia y buen gusto, en particular en la esfera musical. Conce sería como Manchester —Madchester en lenguaje melómano—, la popular ciudad británica con hijos pródigos como Stone Roses y Oasis. El orgullo de la zona del Biobío ha llegado al punto de sostener el mito de ser la cuna del rock en Chile.
En la memoria colectiva, Concepción apareció en el mapa rockero nacional gracias a Los Tres en los noventa, seguidos de Los Santos Dumont, De Saloon y Los Bunkers, aun cuando en el periodo del rock latino se apuntaban con Emociones Clandestinas, uno de los mejores nombres de esa generación.
El documental Concepción ¿Cuna del rock chileno? (disponible en Vimeo) del realizador Ricardo Mahnke, sostiene que a partir de la presentación de Los Prisioneros, en octubre de 1984, junto al grupo local Los Ilegales, surgieron numerosas bandas que luego triunfaron en Santiago. “Así, la ciudad se hizo conocida como ‘la cuna del rock’”, proclama la investigación audiovisual. A su vez Genealogía del rock penquista: orígenes y destinos (1960-1990), libro del periodista e investigador Rodrigo Pincheira publicado este año, se adentra en las raíces locales hasta llegar a Jordi Santamaría y Los Tigres, un grupo de 1961 que grabó cuatro temas.
Pincheira ha reconocido que aquella mitificación penquista no resiste lo registrado por la historia. El rock ingresó a Chile vía Valparaíso mediante los marinos extranjeros que intercambiaban discos con la población local y programadores radiales. Según testimonio del legendario Sergio “Pirincho” Cárcamo, en 1956 ya se escuchaba rock & roll en las calles de puerto. La juventud porteña no solo disfrutó antes del rock, sino que además surgieron los primeros artistas del género como William Reb y los Rock Kings, y Harry Shaw y Los Truenos. El resto de Chile seguía prendado de boleros, tangos y chachachá.
Indiscutido que Concepción se ha ganado con justicia fama de semillero gracias a grandes artistas motivo de orgullo nacional como Los Tres y Los Bunkers. Pero la chispa del rock se encendió lejos de allí, entre el mar y los cerros del viejo puerto.