Recuerdo “mis contactos” con el Casino, en la época en que mi tío Luis trabajaba en las salas de juegos y debía quedarse a las tres de la mañana, hora del cierre, a contar la plata. La concesión del Casino la tenía don Joaquín Escudero.
Yo también debía quedarme, sentado y con frío, cerca de su auto hasta que se reuniera con sus compañeros que vivían en Quilpué y Belloto a quienes repartía en sus casas.
Me dejaba en su casa en Villa Alemana, vivía en Calle Arrieta esquina Porvenir, y debía caminar unos treinta metros a la mía, ya que la Calle Porvenir se terminaba en el portón de la casaquinta de su hermano.
Mi padre, que estaba informado que iban a expropiar parte de la quinta, para prolongar la calle Porvenir hasta Maturana, construyó su casa con frente a la futura calle, dejando un portón y un parrón como terreno para expropiar.
Estamos en el año 2021, han pasado más de setenta años, entre varios propietarios. El parrón todavía sigue dando sus racimos, esperando la calle “Por venir”.