Está a cargo de la asociación gremial que une a treinta y ocho teatros de Iberoamérica, incluidos el Colón de Buenos Aires y los municipales de Santiago y Sao Paulo, y que este 25 de octubre celebrará por primera vez el Día de la Ópera. Su cruzada está en acercar el arte lírico a todos los públicos. “¿Queremos niños más inteligentes, sociables y tolerantes? Entonces llevémoslos más al teatro”. Aquí, su invitación.
Por María Jesús Sáinz N. / Fotografías Andrea Barceló A.
Desde el primer momento, en esta entrevista, Alejandra Martí, directora ejecutiva de Ópera Latinoamérica, deja en claro que no es artista. No quiere tomarse fotos en un escenario, pues para ella ese es un espacio exclusivo para quienes ejecutan las artes, los verdaderos protagonistas de esta historia. Y es cierto, su trayectoria profesional viene desde otro camino, pero ha habido mucha vinculación a las artes en su vida, desde niña, y vocación por difundirlas.
Con estudios de Literatura y Comunicaciones, se fue a vivir a Bélgica, primero, y a España, más tarde. En Barcelona estudió un postítulo en dirección de empresas y entró a trabajar al Gran Teatro del Liceo. Desde entonces se ha desempeñado en gestión cultural. Durante una década trabajó en el Teatro Municipal de Santiago y, desde 2016, está a cargo de OLA, Ópera Latinoamérica, que agrupa teatros de Chile, Argentina, Brasil, Uruguay, Colombia y España, entre otros.
“Estoy desde el inicio, lo cual ha sido súper bonito, porque incubamos este proyecto en el Municipal, muchos años antes. De alguna forma ha sido como emprender sobre algo que ya venía caminando”, explica.
¿Cómo surgió la idea?
Esto tiene referentes internacionales. Existe Ópera América, con cincuenta años de vida y más de ciento setenta teatros asociados en Estados Unidos y Canadá, y Ópera Europa, que tiene veinticinco años de existencia y doscientos teatros miembros.
¿Cuál es su objetivo?
La idea es unirse para tener circulación, hacer coproducciones, compartir buenas prácticas y capacitación, algo clave si consideramos que los teatros son también escuelas de oficios.
¿Cómo se genera esa colaboración?
En cuanto asumí como directora, busqué ayuda internacional, porque siempre he creído que hay que levantar las iniciativas buscando apoyo. Así fue como firmamos convenios de colaboración con Ópera América y Ópera Europa, y con otras instituciones, como por ejemplo, la academia de la Scala de Milán, que nos permite traer especialistas para capacitación.
¿Cómo son las coproducciones en este modelo?
Podemos hacer proyectos colaborativos, donde varios teatros ponen en cartelera la misma producción con un presupuesto común y luego la obra gira. Se mandan en barco la escenografía, el vestuario y se comparte el equipo productor, que es el director de escena, el vestuarista, el escenógrafo y el encargado de multimedia. El elenco varía según el casting que realiza ada teatro, pero por supuesto que se consigue dar acceso más amplio a obras muchas veces costosas o imposibles para algunos teatros.
¿Y esa coordinación no existía anteriormente?
Antes de 2016, existía de manera bilateral. Por ejemplo, el Municipal de Santiago podía hacer un convenio con Oviedo o Lausanne, pero no había una red latinoamericana como la hay ahora.
ACERCAR EL ARTE
Pero si hay una cruzada que Alejandra se ha tomado con mayor fuerza ha sido la de acercar la ópera, el ballet y la música clásica a las audiencias masivas. Dice que su paso por la Ópera de Barcelona, pero por sobre todo por el Municipal de Santiago, le permitió aprender mucho sobre desarrollo de audiencias.
¿En entender las audiencias está la clave para generar acceso?
Es importante entender los hábitos de comportamiento, por ejemplo, lo que hacen las familias los fines de semana, para saber que no tengo que poner una función a las siete de la tarde, sino que a mediodía o a las 4, y además dar facilidades para que entren los niños, que los papás accedan a información de manera previa y así puedan contarle a sus hijos a qué van.
¿En el fondo hay un enfoque más de servicio?
Sí. También en ser muy humildes en la mirada y reconocer que por algo las personas han dejado de venir a la ópera o al ballet. Básicamente es orientación al servicio.
¿Cuáles son los principales desafíos?
El mundo digital ha tomado espacio en las artes, primero en las escenografías virtuales, pero también en todo lo que tiene que ver con realidad aumentada. Tenemos que abrirnos a otras maneras de acercar el arte. El gran desafío es que la ópera se recicle y encante a nuevas audiencias. Para eso necesitamos contar con creación de nuevas historias y composiciones.
¿Y cómo se abren esos espacios?
Tú no puedes apostar, con los presupuestos de las óperas, a un compositor que está recién emergiendo o a títulos que no son conocidos. Entonces lo que se tiene que hacer es algo que nosotros llamamos prototipar, es decir, apostar en pequeño. Tenemos que darle espacio a la experimentación, a nuevas creaciones, a los compositores y a los artistas jóvenes, si no la ópera no se va a reciclar. Las nuevas creaciones y los clásicos tienen que convivir.
LOS NIÑOS Y LA MÚSICA
Alejandra es madre de niños de once, nueve y cinco años, y porque ha visto en su propia familia la importancia y los beneficios de vincularse con el arte, es enfática a la hora de hablar del tema. “Si no los llevamos desde niños al teatro o a escuchar música clásica, olvídate que después, como adolescentes o como jóvenes, lo vayan a apreciar”, dice. “Nos encanta quejarnos, nos espantamos como sociedad, pero ¿qué estamos haciendo cada uno en casa? ¿Queremos niños más inteligentes, sociables y tolerantes? Llevémoslos más al teatro”.
¿Qué beneficios tiene para las personas estar vinculadas a la música y a las artes escénicas desde la más temprana edad?
Hay estudios que demuestran que la práctica de artes escénicas desde la niñez genera habilidades que son necesarias para el siglo XXI. El desarrollo de la creatividad y el trabajo participativo, en equipo, son indispensables en el mundo flexible en el que vivimos, rodeados de innovación y cambios. Las artes escénicas, los grupos de teatro, los coros y los ensambles de música te entregan esas habilidades.
¿Somos los padres los responsables de crear ese lazo entre los niños y la música?
Cuando nos quejamos como sociedad de que Chile no tiene buenas cifras de audiencia en los teatros, nosotros somos los responsables. Y aquí yo creo que hay que ser autocríticos. La responsabilidad es personal. Si nosotros queremos construir un país mejor, una sociedad más culta, más reflexiva, más tolerante, tenemos que hacernos cargo de nuestros hijos.
¿Pero hay suficientes alternativas?
Los colegios tienen talleres de teatro o grupos de música. Tenemos que aprovechar esas instancias. Aprovechemos lo que hay.
¿Con respecto a las obras, es caro en Chile acceder a la cultura?
Hay muchas actividades gratuitas a las que se puede ir, y las pagadas no son tan caras si las comparas con ir al cine y comprar cabritas, por ejemplo. Ni qué decir de los niños que tienen iphones. Los adultos tenemos que empezar a tomar buenas decisiones.
¿Y más allá de practicar música, es bueno para los niños ir a al teatro?
Para los niños es importante ir al teatro porque están en una sala donde tienen que tener un comportamiento y donde hay muchas personas distintas. Por ejemplo, el solo hecho de ir al centro de Santiago, ya es educativo. Tenemos que sacar a los niños de la sala de clases y de las casas.
Alejandra dice que hay que derribar los mitos que existen y que actúan como verdaderas barreras de entrada. “No tengo ropa”, “no tengo con quién ir”, o “el centro queda muy lejos”, son algunas de ellas. La invitación es a abrirse a la experiencia y participar activamente.
Mientras, la organización sigue proyectándose y trabajando fuertemente en la creación de ejes territoriales acotados y eficientes que permitan realizar más coproducciones y la mayor circulación posible de las obras. A corto plazo, lo que se avecina este 25 de octubre es el “Día de la Ópera”, una instancia mundial que nace de las tres organizaciones y que se celebrará este año, por primera vez, en nuestro país. Una buena ocasión para unirse a las actividades y disfrutar de la belleza de la música.
“La idea (de Ópera Latinoamérica) es unirse para tener circulación, hacer coproducciones, compartir buenas prácticas y capacitación, algo clave si consideramos que los teatros son también escuelas de oficios”
“Tenemos que darle espacio a la experimentación, a la nueva creación, a los compositores y a los artistas jóvenes, si no la ópera no se va a reciclar”.
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