AgataMoon: Tesoros de la tierra

Con piedras semipreciosas traídas desde los rincones más diversos del mundo, Verónica Figueroa crea piezas únicas que no solo adornan: también conectan, protegen y emocionan.

Lo que empezó como un impulso intuitivo —un intento por replicar una pulsera que no alcanzó a comprar— terminó transformándose en un oficio, una pasión, y luego en un emprendimiento con nombre propio: AgataMoon. Desde su taller, Verónica Figueroa selecciona cuidadosamente piedras naturales como turmalinas y granetes, ópalo andino de Perú, obsidianas mexicanas, cuarzos y citrinos de Brasil y las transforma en joyas que, más que accesorios, son pequeños talismanes nacidos de la tierra. “Mi mayor desafío ha sido conseguir buena materia prima y piedras naturales de alta calidad”.

Inspirada por la belleza cruda y perfecta de la naturaleza, sus piezas combinan color, textura, energía y simbolismo, reflejando un proceso creativo que es tan técnico como intuitivo. “Creo con todos mis sentidos. Juego con colores y formas hasta que aparece lo que estoy buscando”, cuenta. “Cada joya parte de una idea, una estación del año, o una emoción, y se concreta en un trabajo minucioso que combina delicadeza y propósito”.

¿Con qué tipos de piedras trabajas?
Tengo una amplia variedad de piedras naturales semipreciosas de alta calidad que utilizo en mis creaciones como lapislázuli, aguamarinas, turmalinas de varios colores, ónix, obsidianas doradas, piedras de río y barrocas, zafiros, ágatas, labradoritas, cuarzos, citrinos, amatista y peridoto.

“Cuando observo una piedra natural, pienso en los miles de años que la formaron y en la historia que guarda en su interior”, dice Verónica.

El trabajo de AgataMoon se basa en una premisa clara: lo hecho a mano tiene un valor que trasciende lo material. Cada piedra es elegida por su brillo, color, transparencia y forma, con la convicción de que no hay dos iguales. La artista confiesa que siente una conexión especial con los zafiros de Tundurú, por sus tonos ocres y su “brillo magnífico”. Y aunque muchas personas llegan por la estética, no pocas se van con algo más: un mensaje, una energía, una emoción.

“Las piedras tienen una frecuencia. Muchas veces una persona se siente atraída por una sin siquiera saber cómo se llama. Algo se activa, una conexión sucede”, explica.

INTELIGENCIA ARTESANAL

Verónica se define como una mujer que trabaja con IA. Pero no la que todos piensan. “IA, para mí, significa Inteligencia Artesanal. Es decir, trabajar con intención, con tiempo, con respeto por el oficio y por quien va a usar la joya”. En tiempos de producción en masa y tendencias fugaces, AgataMoon apuesta por lo duradero, lo único, lo honesto.

Cada creación puede incluir amatistas (para la calma), citrinos (para la abundancia), cuarzo rosa (energía amorosa), cornalina (energía estimulante) o labradoritas y zafiros (para la protección). Todas tienen algo en común: nacen de un vínculo profundo entre la creadora, la piedra y quien la elige.

Si tuvieras que definir tu joyería en una sola frase, ¿cuál sería?
Piedras naturales, tesoros de la tierra.

@agatamoon.cl