Bélgica: Una joya europea

En un recorrido de tres días, la fotógrafa Javiera Díaz de Valdés conoció Bruselas, Brujas y Gante, ciudades imperdibles de Bélgica, donde pudo disfrutar de rica gastronomía local, tradiciones medievales, arte y preciosa arquitectura.

Texto por María Inés Manzo C. / Fotografía Javiera Díaz de Valdés.

“Me encontraba en Alemania de vacaciones, cuando decidí viajar hacia Bélgica, un país que no conocía y del cual había escuchado muchas historias interesantes sobre Brujas. Pero descubrí los encantos de Bruselas, su capital, y Gante, ciudad universitaria que se encuentra a poca distancia. Así partí a una nueva aventura, con mi infaltable cámara en mano, y me sorprendí con lo que encontré.

BRUSELAS: COMICS, CHOCOLATES Y CERVEZAS

Para llegar a Bruselas tomé un FlixBus desde Berlín y llegué directamente al terminal. Como es una ciudad capital, y hay que tener más cuidado con los robos a turistas, fui de inmediato a dejar mis cosas al hostal, para empezar mi recorrido con tranquilidad. Esta vez escogí uno cerca de la zona residencial y desde el cual podía llegar a los principales puntos turísticos a pie.

Bruselas es famoso por sus bordados y chocolates, y para los amantes de lo dulce aquí podrán encontrar exquisiteces tanto en tours, tiendas —recomiendo la chocolatería Govida, prestigiosa marca que está desde 1926—, pastelerías, restaurantes y puestos de la calle con sabrosos waffles con nutella o chocolate.

Al poco andar en sus calles me fascinaron la gran cantidad de murales, librerías y tiendas de comics, aquí existe un gran fanatismo porque es donde se originaron Los Pitufos de Peyo. También hay mucho de las historietas de Ásterix y Obelix y Las aventuras de Tintín, ya que sus autores pasaron por aquí. Si quieres conocer más de su historia una buena parada es el Museo del Cómic.

Para los recorridos turísticos todo parte desde la Grand Place (para mí siempre la mejor opción es tomar un free walking tour), conocida por ser una de las plazas más bonitas del mundo, por su riqueza ornamental.  Declarada en 1998 como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, está rodeada por edificios históricos, entre los que destaca el ayuntamiento (construido entre 1402 y 1455) con una preciosa arquitectura medieval y una torre de más de cien metros de altura; y La Casa del Rey, que hoy es el museo de la ciudad. Un dato muy interesante es que durante la primavera la plaza se llena de flores en un festival muy colorido, con figuras que se pueden apreciar desde los edificios.

Para esta ruta recomiendo llevar zapatillas cómodas, ya que saliendo de la Grand Place el camino sigue cerro arriba hacia Mont des Arts, la puerta de entrada del casco histórico de Bruselas, donde se encuentran los museos más relevantes y donde se puede disfrutar de la panorámica más bonita de la ciudad. Su construcción data de 1910, por motivo de la Exposición Universal, cuando Leopoldo II decidió demoler los viejos edificios y construir maravillosos jardines que se mantienen hasta hoy.

En el camino, pasando por la Bolsa de Comercio, y entre las calles del casco histórico, aparece el famosísimo Mannekin Piece (o el niño haciendo pipí que representa el espíritu libre), la escultura más famosa del país. Una pequeña estatua de bronce que se encuentra en una fuente y que va cambiando de traje dependiendo del día y la festividad. Es tan querido que hay un museo dedicado a todas sus vestimentas (más de ochocientas) y venden en todos lados chocolates y recuerdos con su figura. Parece una locura, pero es muy entretenido ver el entusiasmo de los locales y los turistas.

Subiendo hacia el mirador también me encontré con una de las cervecerías más antiguas del mundo (1587), donde además hay un museo. Pero si te gusta beber, no te puedes dejar de subir a una beer bike, donde podrás ir tomando cerveza mientras recorres la ciudad.

En el Barrio Le Sablon está el Palacio de Justicia, uno de los edificios de piedra más grandes del mundo (aún no se ha terminado y se compara con La Sagrada Familia), el precioso jardín de la Place du Petit Sablon rodeada de tulipanes y por muchas estatuas medievales y de celebridades belgas. También pasé por el icónico jardín de Mont des Arts, desde el cual se ve la torre del ayuntamiento de fondo y con la mejor panorámica de la capital. Muy cerca está el Palacio Real, antigua residencia de la realeza belga (sólo se puede visitar su interior durante el verano) y la Catedral de Bruselas de estilo gótico, que es una maravilla para los amantes de la arquitectura.

Al finalizar el recorrido, y ya regresando a la Grand Place, no se puede dejar de pasar por el Carrillón del Mont des Arts, reloj de 7,8 metros, símbolo turístico y homenaje a Bélgica. O las Galerías Saint Hubert, diseñadas en 1847, que son las primeras galerías comerciales de Europa. A mi parecer, Bruselas es un destino precioso (las principales atracciones se pueden recorrer en un día), bastante excéntrico, pero también encantador con sus leyendas e historias curiosas.

BRUJAS: EXPERIENCIA MEDIEVAL

Como me habían recomendado tanto ir a Brujas, decidí alojarme aquí en vez de Gante. Hacia la costa y a una hora y cuarto, aproximadamente, de Bruselas, me fui en bus, aunque también se puede viajar en tren.

Llegando de inmediato se siente la magia de una ciudad medieval y el encanto de sus maravillosos canales —conocida cono la Venecia del Norte—, y en comparación con la capital es muy segura, ya que se puede recorrer con tranquilidad, tanto de día como de noche. El idioma es un poco más complejo, ya que predomina el flamenco, pero en la zona turística todos hablan inglés.

Al igual que en mi parada anterior, dejé mis cosas en el hostal y me fui a recorrer de inmediato. Aquí tomé un entretenido free walking tour llamado, Legends Tour, con el que aprendí mucho sobre su arquitectura, costumbres e historia. Todo comenzó en la Plaza Mayor o Grote Markt, el corazón de Brujas, donde además de los restaurantes, tabernas, chocolaterías, museos y tiendas de moda, encontramos casas gremiales del siglo XVII (con preciosas fachadas y techos), y aquí está la famosa Torre Campanario Belfort, Patrimonio de la Humanidad por la Unesco desde 1999.

Reconocida por ser una de las ciudades medievales mejor conservadas, el casco histórico es precioso y fácil de caminar (Patrimonio de la Humanidad desde 2000). Recorrer los canales también es muy bonito a pie, pero si tienes la oportunidad de ir en bote no lo dejes pasar. Es un paseo muy romántico entre medio de pintorescas casas, cisnes y vegetación. Una de las postales más famosas, y de los lugares más fotografiados, es el Muelle del Rosario, desde donde se puede apreciar muy bien su red de canales.

Me encontré molinos de viento y entre las curiosidades de Brujas se dice que aquí se crearon las queridas papas fritas, por eso tienen su propio museo. También puedes visitar los museos del chocolate y de la cerveza artesanal, porque la gastronomía es uno de sus sellos.

Otro punto importante es el Antiguo Hospital San Juan, fundado a mediados del siglo XII, aquí se atendía a los peregrinos y viajeros enfermos. Hay muchos lugares por recorrer, como el Beguinario (1245), convento que actuaba como una pequeña ciudad dentro de Brujas y que hasta hoy mantiene sus hermosos jardines (incluso era el lugar favorito para pintar de Winston Churchill). La Antigua Cámara de Comercio y la Iglesia de Nuestra Señora, su torre es la segunda más alta de la ciudad, que se encuentra muy cerca del Puente San Bonifacio, muy bonito para tomar fotografías.

Al terminar el recorrido hay que pasar por la Plaza Burg, centro político y religioso de la época y donde está el Palacio de Justicia, el ayuntamiento y la Basílica de Santa Sangre, el edificio más antiguo que se conserva. Y para aprovechar bien la estadía, uno de grandes atractivos es recorrer Brujas de noche, porque además de la entretenida vida nocturna, la ciudad cambia totalmente bajo la luz de los faroles y por los canales. Tomé otro free walking tour, donde el guía te va contando entretenidas leyendas e historias sobrenaturales.

GANTE: CIUDAD UNIVERSITARIA

A tan solo media hora en tren desde Brujas está Gante, conocida como la joya de Flandes, famosa por ser una ciudad universitaria (mezcla lo antiguo con la arquitectura moderna) que los turistas que pueden recorrer, tranquilamente, en dos horas los puntos más turísticos, pero hay mucho más.

El recorrido parte en su centro histórico, donde se encuentran iglesias, canales, castillos, puentes, museos y un sinfín de edificios medievales. Uno de ellas es la Catedral de San Bavón, dedicada al santo patrón de la ciudad o la Iglesia de San Nicolás, uno de los monumentos más antiguos de la ciudad. Por la gran baja de creyentes muchos de estos lugares hoy son usados como galerías de arte o centros para eventos culturales, pero se conservan en perfecto estado sus fachadas e interiores.

Las mejores vistas de la Iglesia de San Nicolás y de todo el centro histórico se obtienen subiendo a la Torre Belfort (antigua torre de vigilancia del siglo XIV) que sobresale con sus 91 metros de altura.

Los muelles de Graslei y Korenlei son puntos perfectos para apreciar los canales y las casas gremiales de estilo barroco. En esta zona se concentraba gran parte de la actividad comercial de la ciudad en la época medieval.

También hay que visitar el Puente de San Miguel, entre los muelles de Graslei y Korenlei, es uno de los lugares favoritos para los amantes de la fotografía. Y cruzando está la plaza de Korenmarkt, donde hoy hay ricas cervecerías y restaurantes. La comida es muy sabrosa, y también son fanáticos de las papas fritas y preparaciones con huevos de pescado.

La última parada es el castillo de Gravensteen (o de los Condes), fortaleza construida en el siglo XII con uno de los fosos defensivos más grande del mundo. Además de su espectacular exterior puedes entrar para ver la antigua sala de torturas y subir a la Torre del Homenaje, donde obtendrás fantásticas panorámicas para despedirse de Bélgica”.