Universo remoto. Ani de la Puente Hey.

Por Jessica Luna, arquitecta

Rapa Nui o Isla de Pascua, representa la última frontera del amplio territorio polinésico, a más de 3.500 kilómetros del continente americano. Su extremo aislamiento, la casi extinción de su pueblo, la pérdida de su memoria y escritura Roŋo-roŋo, así como los más de novecientos Moáis, cuya existencia y propósito continúan siendo un enigma, la han convertido en una isla rodeada de misterios. Este es el hogar de la artista Ani de la Puente Hey, que por más de treinta años ha trabajado con el arte ancestral del teñido y pinturas en pareos, plasmando en ellos los rumores perdidos de su pueblo.

Ani inicia su travesía con el estudio del “batik” de la mano de la maestra Ana María Solervicens, en una de sus estadías en el continente. Esta técnica milenaria «de teñido por reserva», fue su punto de zarpe para trabajar en su talento y pasión por el arte del teñido y los pigmentos. De regreso en su isla natal, se dedicó a la creación de pareos o pāreu, piezas de tela natural, pintadas a mano, teñidas y expuestas al sol para su secado, prendas muy propias y cotidianas de la cultura polinésica. A los veintiocho años fue aprendiz de las hermanas Rebeca, Flora y Ana Tepano, que realizaban pareos teñidos con figuras Rapa Nui, sin embargo, tanto el algodón como las pinturas al agua que se fijaban con el sol no existían en la isla; todo se traía de Tahití. Pese a esto, su fascinación por las técnicas rapa nui-tahitianas, la encaminan a  aventurarse por el vasto Pacifico Sur, hasta las islas de Tahití, Moorea y Raiatea, explorando técnicas y habilidades en las comunidades artesanas.

La artista ha logrado, a través de los años, entretejer con diversas técnicas un puente entre el pasado y el presente; entre tradiciones ancestrales y la creatividad contemporánea. Actualmente, celebra más de treinta años dedicados al arte ancestral del teñido y pintura en pareos en su exposición «Ero-ero o te Moana Nui a Kiva, Ecos del Pacífico Sur», en la Sala de Exposiciones Temporales del Mapse Museo Rapa Nui. Esta muestra da cuenta de un trabajo visual cautivador, inspirado en los relatos y sueños que han navegado entre la isla de Rapa Nui y el vasto Pacifico Sur Polinésico. Su muestra no solo evoca los elementos naturales que conforman este remoto universo, sino que también rescata los ecos de la cultura rapa nui polinésica, acogiendo en ella imágenes arraigadas en las tablillas Roŋo-roŋo, los petroglifos, el tā tū (pintura corporal) y los «Tapa» (pieza textil) de la Polinesia. Ani señala que lo que más ama de su trabajo es cuando la naturaleza la sorprende, expresándose a través de los pigmentos en las telas. “El viento, la sal, el agua, el sol, la tierra se manifiestan en cada obra. Ninguna pieza es igual a otra”. Esta exposición, un murmullo ancestral que resuena en el océano, nos ofrece una ventana única a un pasado remoto, con creaciones que procuran reconstruir una historia erosionada, y una invitación sutil a replantearnos la relación del ser humano con su entorno y su pasado.