Voy a ganar

Por Marcelo Contreras

DRIVE TO SURVIVE. NETFLIX.

Pocas veces un show televisivo con características de docu-reality ha logrado el impacto de esta serie, en sus seis temporadas. El efecto de Drive to survive para la Fórmula 1 resulta refrescante, sumando nuevos fanáticos mediante sus hilos dramáticos sostenidos en la alta competitividad de una industria millonaria, enraizada en marcas automotrices de renombre. Si bien se trata de una categoría del automovilismo de larga tradición, que se remonta a inicios de la década del cincuenta, sus alcances siempre han sido más bien de nicho. En Chile, cuando se transmitía por TVN, en los ochenta, con Eliseo Salazar en la pista —un negocio que el propio piloto llevó al canal—, marcaba un mínimo de audiencia.

Distinta es la situación en Europa, donde las carreras de Fórmula 1 agitan los orgullos nacionales entre Gran Bretaña, Italia y Francia. En cambio, en mercados insoslayables como el estadounidense, que cuenta con sus propias competencias de gran arrastre popular como Nascar y la Indy, la F1 era, hasta el surgimiento de esta producción, un deporte tan ajeno y de escaso interés como el fútbol. Pero las cosas han cambiado: datos de 2022 indican que el 53% de los fanáticos de la F1 en EE.UU. lo son gracias a la serie, en tanto las grandes cadenas se lanzaron a transmitir sus fechas.

Drive to survive ha conquistado una madurez narrativa creciente, con un acento algo sombrío en este ciclo. La frustración es el elemento aglutinador, en tanto la columna guionizada resulta más evidente. Los pilotos y directores de equipo luchan contra la estadística y los resultados que fríamente dictaminan el rendimiento, en tanto les preocupa más que nunca el retrato que el docu-reality hace de ellos.

En esta temporada, la remoción del cargo en plena competencia —sean pilotos o DT— es uno de los elementos que subraya la volatilidad del torneo. También es interesante observar cómo el siete veces campeón del mundo, Lewis Hamilton, se ha humanizado en la medida en que los triunfos se alejan y los cuarenta años asoman en la siguiente curva. Antes parecía prescindir de Drive to survive. Ahora busca la empatía de la teleaudiencia. Todo suma para ganar.