Linda Haylin Oliva: “Elegí ser feliz”

Vincular ecosistemas, potenciar redes, liderar transformaciones culturales dentro de las empresas e inspirar a mujeres para que se atrevan a derribar muros y buscar su propósito. Esos son los ejes principales en los que trabaja como coach y consejera regional de la ASECH. Como empresaria de diversos negocios no ha sido un camino fácil, pero asegura que, para lograrlo, es indispensable detenerse en medio de la vorágine y escuchar su voz interior. “Hago pausas para meditar, me tomo momentos para escucharme con amor, continuar y avanzar. Sin eso no haría todo lo que hago”.

Por Macarena Ríos R./ Fotografías Javiera Díaz de Valdés

Son las nueve de la mañana. Está nublado. Y Linda Haylin Oliva (38), libra, sexóloga, mamá de Maximiliano (15) y Vicente (9) no para de hablar. De pelo castaño y ojos moros desmenuza su vida, sus viajes a Panamá, su viudez temprana, su programa de coaching, su rol como consejera regional de la ASECH y las luces y sombras de ser empresaria en Chile.

Dame tus manos, me dice. Las suyas, cálidas; las mías, heladas como témpano. La observo cerrar sus ojos, la imito. “Gracias, estoy emocionada de conocerte, espero que esto nos engrandezca a las dos y que más que el resultado, disfrutemos del proceso y compartir este momento. No es fácil hablar de mí y contar cómo he transformado mis dolores en energía. Es como abrir tu cajita de tesoros, esa que uno esconde, guarda y protege: mi espacio personal”.

No, no es fácil; dice que prefiere hacer coaching antes que hablar de ella, que ama el trekking, el surf, pintar y bailar hasta que la música se acabe. Que le encantan los terrarios y los jardines verticales. Y que sus últimos descubrimientos han sido el snowboard, el kayak y los juegos de mesa.

Eres sicóloga, mentora, coach organizacional, sexóloga, empresaria, perteneces a la ASECH. ¿Qué te define?
Tres cosas: mi espíritu, mi esencia y mi personalidad. Esos son mis motores diarios. Cuando trabajo con tipos duros, les tomo las manos y eso los derrumba porque no están acostumbrados. Yo trabajo con mi energía día a día, tengo esta personalidad fuerte y eso es lo que ve la gente. Cuando trabajas en ti, lo que te rodea también crece contigo.

Pero como en el ying y el yang, el lado vulnerable de Linda sale a flote a medida que avanzan los minutos y las horas. “Cuando falleció mi marido, el 2020, se apagó una luz en mí. Me acuerdo haberle pedido a Dios que, por favor, no me quitara nada más. Al despedirse me dijo, en un hilo de voz: gracias por haberme dado una familia, por haberme amado tanto y por haber transformado mi vida. Me sentí tan sola, tan irremediablemente sola. Él era mi complemento, mi cómplice, mi partner, cuando me abrazaba sentía que mi cabeza encajaba perfecto en el hueco de su hombro”.

El silencio se hace sentir. Igual que el dolor.

“¿Sabes? Siempre hablo con él. Lo percibo en los olores, en momentos. Tiene dos maneras de comunicarse conmigo: a través de los podcasts que escucho, en los que siempre me llegan mensajes, y en los sueños. Es una conexión profunda”.

¿Se puede superar un duelo?
Yo creo que sí. Yo elegí amar, amar la vida, amar este cuerpo, amar mi testimonio. Estuvimos quince años juntos y ese amor se multiplicó. Siempre les digo a los niños que hay que honrar la vida del papá, que su sangre corre por sus venas, que ellos son su mejor versión, y es loco, porque justo lo habíamos hablado con Marcos la noche anterior.

Linda calla, respira hondo, los ojos vidriosos.

“Quiero que mis hijos siempre sepan que me van a tener, que el tiempo con el papá fue un regalo y que no hemos perdido, que la vida nos ha dado, que la vida no quita y que la vida del otro no nos pertenece”

“ME DESAFÍO A SER CADA DÍA MEJOR”

Cada mañana, Linda medita y deja que fluyan los mensajes que le van llegando. ¿Cuál será el desafío más potente que tendré hoy día?, se pregunta a diario. “Soy disciplinada, constante, autoexigente. Busco ser mi mejor versión para entregar lo mejor de mí al resto. Y en el camino he aprendido a visualizar, a escribir esas intenciones, a dibujarlas, a sentirlas, a preguntarme si esto me expande o no”.

Su terraza es uno de los lugares favoritos de su casa. Desde ahí ve aparecer el sol en el Mauco y esconderse en el mar. “Mi terraza es un lugar abundante porque me permite ver el mundo, pero también me permite ver mi mundo y eso es bacán”.

¿De qué manera cultivas tu mundo interior?
Estoy en un aprendizaje continuo. El autoconocimiento y el crecimiento personal los practico a diario, nunca dejo de aprender, de estudiar, de leer cosas nuevas, de escuchar audiolibros y podcast. Hago pausas para meditar, me tomo momentos para escucharme con amor, continuar y avanzar. Sin eso no haría todo lo que hago.

¿Cuál es tu rol como consejera regional de la ASECH?
Uno de los roles más bonitos que me ha tocado experimentar en la ASECH es que me considero una dirigente gremial y eso implica influir en las políticas públicas, estar en discusiones en las que representas la voz de los emprendedores y apoyar al desarrollo del ecosistema, porque para impulsar políticas públicas hay que inspirar a los diputados y conectarlos no solo con los dolores de las empresas, sino con todo el ecosistema. Eso es lo desafiante: aunar al emprendedor, al empresariado y al sector político. Poder ser puente entre todos esos actores es tremendamente relevante y siento que es parte de mi propósito: ser un vortex en conexión.

Es común ir a paneles y seminarios, cuyos exponentes, por lo general, son hombres, ¿dónde están las mujeres?, ¿cómo vez la brecha de género?
Creo que hoy día, políticamente, los cargos han sido diseñados para hombres y debemos rediseñar esos espacios para hacerlos colaborativos. Hoy las mujeres estamos inspirando, en esos escenarios, a liderar de manera más amorosa, con armonía, con empatía. No se nos dio este sexto sentido por casualidad. Siento que escuchamos más, mediamos más, conectamos más. Somos más intuitivas y cuando los hombres entienden ese altruismo y que juntos podemos colaborar y empatizar, logramos cocrear cosas maravillosas. Las mujeres debemos integrar cada vez más estos espacios porque somos más capaces de coconstruir y relacionarnos.

Participas en diversos directorios, ¿de qué manera lidias con los egos?
Uno de mis roles dentro del ámbito laboral es mediar equipos directivos como coach.

Siento que vengo a esta era para construir confianzas. En el gremio yo uso una palabra que no es mía, sino de Ignacio Martín Baró, y se llama co-construir. Creo que en los espacios en que trabajo, la gente quiere imponer y ahí está el ego, a los hombres les gusta sobresalir, “tengo la solución”, “no te preocupes”, pero eso no es cocrear, no es construir, no es coimaginar, y para mí lo más lindo es cuando integramos esos conceptos porque aparecen un montón de posibilidades. Sin embargo, coconstruir requiere de tiempo.

¿Cuáles son los grandes dolores que has podido visualizar en la región?
La incertidumbre económica. Hoy estamos viviendo un receso económico que hace que las pymes familiares, en general, quiebren. El desafío está en aprovechar las oportunidades para reinventarnos, en cómo aprender a ser multifuncionales, en identificar dónde están las habilidades y fortalezas de ese negocio, elevar competencias, unir talentos. Eso es lo que hace un coach, mirar las organizaciones desde afuera.

¿Lo más desafiante?
Vivir siete años entre Chile y Panamá fue un tremendo desafío personal, familiar y cultural. No fui a Panamá queriendo, sino escapando de mí, en plena crisis existencial. Tenía que dejar de mirarme el ombligo y mirarme el corazón. Fui a un programa de coaching donde conocí a muchos empresarios a quienes empecé a asesorar en sus inversiones. Me di cuenta de que había mucha pérdida de propósito. Empecé a internacionalizar negocios y aprendí muchísimo de inversión y a generar ingresos pasivos.

¿De qué tratan los coaching de liderazgo que haces?
El año en que falleció mi marido, fue cuando hice mi mayor “detente” y, en honor a ese tiempo, patenté una metodología en siete países y la transformé en un coaching transformacional que reúne lo mejor de mi camino profesional y de mis experiencias ayudando a las personas a encontrar el camino al propósito. La única forma es buscando lugares que se salen de la ruta, que no están en una agencia de viajes. Lugares que terminan siendo una metáfora: “perderse para encontrarse”.

Dices que los talleres son espacios para tener conversaciones profundas acerca de preguntas que no nos hacemos nunca. ¿Qué ha sido lo más gratificante?
El tiempo que nos damos. Esas conversaciones profundas existenciales, de espejo, ayudan a encontrar la verdadera semilla que habita en cada uno de nosotros como ser, por qué hacemos lo que hacemos, por qué nos mueve esto, qué vinimos a conectar del mundo y cómo venimos a servir.

“El hecho de irse de viaje, de aislarse y no poder devolverse hace que formen una familia, que se encuentren, se apoyen. Este programa está pensado en personas que quieren liderar sus vidas y elevar sus competencias porque están dispuestas a llegar más lejos y eso es muy valioso. Los invito a pensar en grande, en que, si yo puedo transformar sus vidas, ellos pueden hacer lo mismo e impactar en la vida de más personas”.

¿Una lección de vida?
Creo que la mejor lección que la vida me ha dado y me ha volado la cabeza es comprender que puedo elegir amar por sobre sufrir y que cuando uno le sonríe a la vida, la vida misma te sonríe de vuelta. Si eres feliz porque aprendiste a amar de manera libre y espontánea es mucho más abundante y multiplicador.

¿Cuál es tu propósito hoy?
Soy un puente, mi propósito es conectar y reconectar a las personas desde la incomodidad. Hacerte preguntas que nunca te habían hecho. Acompañar a las personas en sus procesos y confiar en ese camino, confiar en que lo que viene es mejor de lo que hay. Cuando las cosas son de a dos no hay imposibles, porque hay colaboración y compromiso.

¿Lo que nadie sabe de ti?
Fui cantante de música country y tengo tres libros escritos que algún día espero publicarlos, pero siento que todavía no han nacido.

¿Qué reflexión te deja este 2023?
Jamás pensé que en un año iba a poder levantar seis negocios.

 

LOS NEGOCIOS DE LINDA
  • DETENTE: Coaching Transformacional con experiencia de viaje.
  • TRAMAS NATIVAS: Venta de maderas nativas para construcción y muebles.
  • CLÍNICA ALTAVISTA: Clínica de estética integral.
  • COM: Socia e inversionista de una plataforma de terapeutas holísticos de Latinoamérica.
  • DOCTOR CONTROL: Software estratégico de agendamiento y gestión para clínicas y profesionales de la salud independientes.
  • LE VESTIT CONCEPT STORE

 

@lindahalyn
https://www.linkedin.com/in/lindahalyn/