Virginia Latorre: “La maternidad es un regalo”

Fundación Emma

Desde su vereda trabaja para empoderar la crianza y la maternidad. Que las mamás sepan que no están solas, que tienen derechos y reconozcan lo que valen como agentes de cambio que impactan en la vida de sus hijos. Su norte es sacar de la ecuación el estigma de desigualdad y pobreza con que muchas veces se dimensiona el ser madre, producto de la brecha salarial. “Para este 2024, sueño que podamos medir el impacto de nuestros programas sociales y difundirlos de la mejor manera posible para incidir en las políticas públicas. La maternidad debe ser acompañada, resguardada y protegida”.

Por Macarena Ríos R./ Fotografías Javiera Díaz de Valdés

Una depresión postparto no diagnosticada, tras el nacimiento de su primera hija —“a pesar de tener a mi marido y a mis papás ciento por ciento presentes, a pesar de tener los recursos económicos y de contar con personas que me ayudaran”—, llevó a Virginia a preguntarse qué pasaba con las mamás que vivían solas la maternidad.

Su trabajo como voluntaria en la Fundación Chile Unido, vinculado al cambio de perspectiva de embarazos vulnerables a embarazos acompañados, y los continuos cuestionamientos acerca de cómo era el trato de la salud materna, de las familias y las mujeres en general, la impulsaron a realizar un magíster en Bioética en la Universidad de Chile. ¿Dónde estamos poniendo los esfuerzos en las políticas públicas?, ¿cómo estamos concibiendo los embarazos?, ¿qué lugar tiene la maternidad?, ¿cómo estamos tratando a esos niños que vienen en camino?, se preguntaba una y otra vez. “El año pasado, una mamá tuvo su guagua en la cárcel, porque una gendarme se empecinó en que estaba exagerando los dolores de parto. Ninguna mujer puede tener a su hijo en una cárcel. Ninguna”, repite, categórica.

Y recalca: “si bien tenemos muy buenas políticas sanitarias maternas que redunda en la tasa de mortalidad materna más baja de Latinoamérica, nos caemos en el trato, lo que termina afectando la salud emocional de las mujeres”.

La creación de la Fundación Emma (Espacio Mujer y Maternidad) en 2018 —junto a Rosario Vidal y Francisca Jofré—, no fue antojadiza, sino el resultado de años de trabajo, estudio y conocimiento. La experiencia ganada con la creación del programa Mujer y Maternidad junto a la entonces ministra Carolina Schmidt, en 2011, y su posterior trabajo en la Fundación San José, reafirmaron no solo su vocación materna, sino la imperiosa necesidad de generar políticas públicas y programas sociales específicos para las mujeres embarazadas y quienes transitaban los primeros tres años de maternidad, “que es cuando más se acrecienta la informalidad laboral, las brechas salariales, y cuando más dificultades presenta la mamá en su desarrollo emocional”.

Lo primero que hicieron fue diseñar el Proyecto Emma junto con un centro de estudios, y dos programas sociales: Emma Conecta para mujeres madres en situación de vulnerabilidad a lo largo de todo Chile, con atención online con sicólogos y trabajadores sociales, e Impacta Mamá, que es un programa de empoderamiento presencial con mujeres de la Región Metropolitana.

LA CLAVE DEL EMPODERAMIENTO MATERNO

Casada hace treinta y un años, es la menor de tres hermanos, tiene cuatro hijos (Josefina, Sebastián, Cristóbal e Ignacio) y un nieto “que me tiene loca y nos vino a revolucionar la vida”. Dice que desde chica le inculcaron que lo que fuera que hiciera lo hiciera con excelencia. Eso la marcó a fuego y determinó, de cierta manera, su carácter autoexigente, así como también el hecho de que su padre fuera médico y combinara el servicio público, como jefe del servicio de Anatomía Patológica en el Hospital Calvo Mackenna, con su consulta particular. “Siempre fuimos una familia muy conectada socialmente con la realidad de los niños más vulnerables. Mi mamá se dedicó a la crianza toda su vida y a apoyar a mi papá, una mujer muy culta, muy lectora, amante de la historia”.

¿Qué ha sido lo más desafiante en todo este tiempo?
Visibilizar la maternidad como un espacio de desarrollo económico y social. Visibilizar a esa mamá que ya con la crianza está aportando a la sociedad y que discriminarla es lo peor que podemos hacer. La pandemia evidenció la precariedad con la que se estaba dando respuesta a las necesidades de esas infinitas mujeres madres, donde las posibilidades de redes de apoyo eran mínimas. Existen un millón ochocientos mil hogares monoparentales y esto ha ido in crescendo.

¿Cuál es el común denominador de las mujeres que llegan a la fundación?
La soledad. La mayoría de las mujeres que se acercan a la fundación son mamás que han tenido a sus hijos solas, casadas o no casadas, conviviendo o no. Estamos en una sociedad que normaliza el ausentismo paterno, a pesar de que se ha avanzado en corresponsabilidad, pero no es suficiente. Es un fenómeno transversal que ha ido cambiando en los sectores sociales más altos, pero que no aplica para los sectores más vulnerables. Si el niño se enferma, la responsable es la mamá, si el niño no está yendo a la sala cuna, la responsable es la mamá, si el niño no tiene comida, la responsable es la mamá, si el niño está siendo vulnerado en sus derechos, la responsable es la mamá.

“Son mujeres que están muy solas, muy autoexigidas, con mucha vulnerabilidad socioeconómica, que están asumiendo muchas tareas y con daño emocional que se refleja en sintomatología ansiosa o depresiva”.

¿Cómo has visto el proceso de esas mamás luego de pasar por los programas?
Aunque suene cliché, es un florecer. El empoderamiento tiene que ver con reforzar la autoestima y el valor de sí mismas. Muchas de ellas vienen con historias de victimización y vulneración muy grandes y, por lo mismo, comenzamos a hacer todo un trabajo de fortalecimiento emocional. La Premio Nobel, Amartya Sen, plantea que la oportunidad económica, de desarrollo y de trabajo se va a aprovechar en la medida en que estoy empoderada.

“Ellas mismas van fortaleciendo redes de apoyo, tejen nuevos lazos de amistad. Generan cohesión, se dan consejos, se dan cuenta de que no son las únicas. Eso es clave. El ochenta por ciento de las mujeres que pasa por nuestros programas sale con un nivel de empoderamiento más alto según la escala ESAGE (Agencia Personal y de Empoderamiento) y eso es un tremendo logro”.

¿De qué manera la vulnerabilidad materna afecta la infancia?

Hoy día, la neurociencia evidencia que el estrés de las madres, en el embarazo y en la crianza durante los primeros años, son claves para el desarrollo de esos niños en el futuro. El nivel de cortisol incide en el desarrollo del cerebro infantil. Incluso se ha constatado que no solo es a nivel químico, sino también estructural; se ha visto cómo algunas partes del cerebro se desarrollan menos o más, dependiendo del nivel de estrés en los niños. En la fundación hacemos diversos tipos de mediciones y hemos visto cómo sube el nivel de empoderamiento cuando baja el estrés a través de una buena intervención. Estamos convencidas de que las madres son agentes de cambio poderosos, que impactan de manera significativa en la vida diaria de sus hijos.

¿Cuáles son las consecuencias de los trabajos informales?
Estamos desprotegidas socialmente y esa desprotección se traspasa a los niños y niñas. Se tiene que eliminar del Código del Trabajo el artículo 203 de Sala Cuna. No puede ser que solo las mujeres que trabajan en empresas con veinte trabajadoras o más tengan el derecho a sala cuna. Esta es una discusión que lleva más de quince años en el Congreso, es imposible que sigamos pensando en cómo financiamos eso.

Aunque comenta que ha habido avances, como la reciente Ley de Conciliación Trabajo y Familia, que “plantea la posibilidad de acuerdo de flexibilidad laboral de todos los trabajadores con niños menores de catorce años”, enfatiza en que tiene que ser adscrita por hombres y mujeres.

¿Qué nos falta como sociedad?
Cambios más profundos socioculturales que vayan acorde a los cambios que ha tenido la mujer. Faltan programas sociales de inserción específicos para mamás con niños menores de cinco años. Las respuestas a las necesidades de esas mujeres tienen que ser distintas a lo que se hacía hace cincuenta años, sobre todo si hablamos de maternidad. En salud mental lo ha hecho muy bien Comunidad Mujer con la campaña publicitaria sobre carga mental que fue premiada hace poco. La comunicación y la publicidad son primordiales. Hacer incentivos sociales a la toma de responsabilidad en el cuidado por parte de los hombres es primordial.

Las alianzas son fundamentales, ¿quiénes son sus aliados?
Parque Arauco sintonizó con nosotros y nos ofreció un estand para visibilizar la campaña #niunamamasola y así poder recaudar fondos para nuestros programas. Hay empresas como NALA y Biocorp que donan parte de sus utilidades. La Fundación Colunga ha sido un tremendo aliado nuestro, así como Huella Gestión Social, que a través de sus donaciones nos han ayudado a fortalecer nuestra institución. Hoy día necesitamos de más empresas que se comprometan con la causa de la mujer, la igualdad y la equidad.

“Para mí ser mamá ha sido un tremendo regalo. He podido ser testigo de cómo ha transcurrido la vida de estas tremendas personas que son mis hijos. Me ha permitido aprender muchísimo, aprender de mí misma, aprender de otros y del papá de mis hijos y ver también como él se ha ido transformado con la paternidad. A pesar de que mis hijos son grandes, los desafíos de la maternidad continúan”.

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@emmafundacion

CAMPAÑA SOCIOS #NIUNAMAMASOLA
“Hagamos sentir a las mujeres madres de Chile y a sus hijos, que no están solos, ¡que tienen un gran equipo!”.
Fundación Emma Centro de Atención de Estudios de la Maternidad
Banco Estado
Cuenta corriente: 279-0-002467-9
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