Estoy leyendo la historia de Sir Winston Churchill (1874-1965), Premio Nobel de Literatura, año 1953. Gran estadista, militar, escritor, pintor y reportero de guerra. Se le recuerda como uno de los políticos más relevantes del siglo XX. Fue primer ministro durante la Segunda Guerra Mundial, logró levantar la moral de sus tropas y de la población civil con su “sangre, sudor y lágrimas” manteniendo a su nación hasta la victoria aliada. Un gran líder político, irónico y mejor orador. Tiene un imponente monumento frente al famoso Big Ben.
Anécdotas con buen humor:
-¿Me ha dicho usted que a fulano de tal lo han pillado con un guardia del rey? – Sí, primer ministro. – ¿En Hyde Park?
– Sí, primer ministro. – ¿En un banco público? – Exactamente, primer ministro. – ¿A las tres de la madrugada?
– Efectivamente, primer ministro. – ¡Con este frío!, hombre. Lo hace a uno sentirse orgulloso de ser británico.
En una ocasión, una dama le dijo: – Usted es un borracho, anda pasado a tabaco y alcohol. Sí, le respondió, pero mañana despierto bien, en cambio usted, seguirá siendo bastante fea.
En otra ocasión, una dama quiso insultarlo diciéndole:
-Si yo fuera su señora, le pondría veneno a su café. – Si yo fuera su esposo, me lo tomaría.