La reciente noticia de la futura recuperación de la Casa de Italia por parte de la PUCV abre la ilusión de que muchas otras iniciativas de carácter histórico-patrimonial se podrían desarrollar en una ciudad como Viña del Mar que, lamentablemente, por años, ha sido testigo de una pérdida irreparable de edificaciones, que hoy tendrían un gran atractivo turístico, en una comuna necesitada de mostrar atributos que marquen la diferencia frente a otros balnearios, y donde la identidad también se vea reflejada a través de edificaciones y monumentos.
Hace unos años, cuando se produjo el bullado conflicto sobre el futuro de la antigua casa de la calle Alvares, conocida popularmente como “Casa Italia”, una de las propuestas que se hizo para salvar la edificación era que la Municipalidad de Viña del Mar la hubiese adquirido para instalar allí el “Palacio Consistorial”, algo más en línea con las ciudades que, además de poseer un edificio de administración, tienen su cara visible a través de una sede emblemática para la Alcaldía y el Concejo Municipal.
Sin embargo, tal idea no prosperó y el argumento que para entonces se dio, y que impidió concretar esta iniciativa, era la falta de recursos que hacían imposible llevar a la realidad este sueño que, en teoría, parecía razonable. Ahora que esta casona patrimonial, hoy semidestruida, comenzará el largo camino a su salvación, cabe preguntarse si esta idea de tener un Palacio Consistorial pudiese ser una realidad para una ciudad que necesita mejorar su aspecto, y una forma de hacerlo sería construir una edificación emblemática o pensar en recuperar alguna de las edificaciones históricas aún existentes.
Por ejemplo, si el Palacio Carrasco se convirtiese en el Palacio Consistorial de la ciudad —lo fue en el pasado— daría la oportunidad para construir en otro lugar un nuevo y moderno centro cultural, biblioteca y archivo patrimonial que esté a altura de nuestros tiempos, en especial en la salvaguarda documental y los nuevos aportes tecnológicos e innovaciones pedagógicas, dejando la vieja casona como un lugar protocolar, recuperando sus líneas originales y estableciendo allí la sede de la Alcaldía y el Concejo Municipal.
Dicho Palacio Carrasco, que ha sufrido mucho con los terremotos, en especial el de 1985 y también en el 2010, requiere una restauración urgente para evitar una tragedia mayor y la pérdida irreparable de una edificación histórica para la ciudad. No debemos olvidar que este edificio fue terminado de construir en 1923, es decir, este año celebra su centenario, aniversario significativo para una ciudad como Viña del Mar, que está ad-portas de cumplir 150 años. Es decir, este palacio como algunas otras construcciones que aún sobreviven, con el correr de los años, décadas y siglos irán profundizando su valor histórico, convirtiéndose en símbolos fundacionales de la ciudad.
La ubicación estratégica, en plena Avenida Libertad, con los jardines colindantes y la bella casona que alberga el Museo Fonck conforman un conjunto que no ha sido potenciado como atractivo patrimonial y turístico con la fuerza que se merece. Y si a ello se suma una posible ampliación del museo en la cuadra que da hacia 1 Oriente, así como el mejoramiento del área verde de ese mismo sector —eliminando algunas edificaciones que no aportan al entorno— convertirían este hito en un punto relevante de una ciudad que debe recuperar y diversificar su oferta turística.