Todos quienes conocen bien la historia de Valparaíso saben que estos últimos años la ciudad está viviendo uno de sus momentos más duros, al menos, desde tiempos de la fundación de la República. La decadencia de su centro urbano es evidente. La desaparición del comercio histórico en las principales arterias del plan, la ruina de algunos de sus edificios, la sistemática despoblación de algunos sectores del plan como el Barrio Puerto y la suciedad, son solo algunos ejemplos de un proceso que cada vez se hace más visible.
Ante este panorama, la crisis, agravada desde el llamado “estallido social” y la pandemia aún en desarrollo, no parece tener solución, sin embargo, en Valparaíso siempre hay espacio para la esperanza, para la ilusión.
Una muestra de lo anterior lo podemos ejemplificar en las noticias portuarias, donde se ha logrado adjudicar la licitación del espigón del puerto a AGUNSA, una reconocida empresa cuyos orígenes son porteños. Esta licitación es una buena antesala de lo que más tarde será la licitación del anhelado terminal 2, requisito esencial para que Valparaíso siga siendo un puerto competitivo en el futuro.
Del mismo modo, también fueron buenas noticias portuarias el saber que el ferrocarril de carga comenzó a retornar a la ciudad, acontecimiento coincidente con un nuevo servicio de la naviera Maersk, que la empresa TPS ha logrado traer al terminal 1, entregando con ello mayor movimiento al puerto y más posibilidades laborales.
Y si de buenas noticias se trata, la llegada del primer barco de pasajeros desde que comenzó la pandemia abre esperanzas de que este año 2022 pueda ser mejor que el anterior, algo vital para el inicio del proceso de recuperación turística de una ciudad que tanto lo necesita. De hecho, hay aún mejores aprontes para el 2023.
Pero también en el ámbito cultural han existido muy buenas noticias. La Universidad de Playa Ancha ha concretado un antiguo anhelo al inaugurar el Museo Universitario del Grabado MUG, en la calle Lautaro Rosas, corazón del cerro Alegre, el cual está emplazado en una bella e imponente casona de 1880, todo un aporte al arte, al patrimonio y a la historia. Este museo posee una valiosa colección de grabados, y cuya matriz la compone la donación que en su momento hizo Carlos Hermosilla Álvarez, considerado “maestro de maestros” del grabado.
Lo que ilusiona de esta noticia es que se trata del primer gran museo que se funda en Valparaíso después de muchas décadas, puesto que las anteriores inauguraciones se debieron a retornos a la ciudad como el Museo de Historia Natural en 1988 y el Museo Naval y Marítimo en 1988 (hoy Museo Marítimo Nacional), o reaperturas después de años de cierre, como fue el caso del Museo Municipal de Bellas Artes, Baburizza, reinaugurado en el año 2012.
En una ciudad histórico–patrimonial, la existencia de museos de calidad puede ser vital para aportar al desarrollo educacional y cultural de sus habitantes, así como también, para fortalecer un turismo que requiere de una oferta de calidad. Es de esperar que este ejemplo que nos entrega el nuevo MUG inspire la concreción de otros viejos proyectos como, por ejemplo, establecer un gran Museo Histórico de Valparaíso y un Museo de la Inmigración, aunque en este último caso, hay buenas esperanzas de que se concrete en dependencias del antiguo Colegio Alemán del cerro Concepción.
Así, de la ciudad en crisis pasamos a la ciudad de la esperanza, es decir, la historia viva de un Valparaíso que nunca deja de ilusionar, incluso en sus peores momentos.