Es uno de los remeros más experimentados de la selección nacional, y quien en carne propia está viviendo la revolución de este deporte gracias al incansable trabajo del head coach español, Bienvenido Front. Medallista sudamericano, panamericano y representante chileno en los últimos Juegos Olímpicos de Río 2016, Bernardo Guerrero tiene en miras el Panamericano de Lima del próximo año y, luego, en compaginar su vida fuera de las pistas, pero siempre ligado a las palas.
Por Germán Gautier V. / Fotografía Mariela Sotomayor G.
Histórico fue lo que consiguió la selección nacional de remo en los XI Juegos Suramericanos de Cochabamba 2018. En la pista de la laguna La Angostura, ubicada en el municipio de Tolata, a unos 2.700 metros de altura, alcanzaron ocho medallas de oro y seis de plata. Fue la disciplina que más preseas aportó al país y, de paso, logró desbancar a Argentina de un primer lugar que rara vez le era disputado. Para algunos fue sorpresivo, teniendo en cuenta que en los Juegos de Santiago 2014 se cosecharon apenas tres de plata y tres de bronce. Para Bernardo Guerrero, uno de estos medallistas, son los frutos esperados de un plan de trabajo serio y profesional.
Bernardo nació en Villa Alemana, tiene treinta y dos años, y hace unos cuantos vive en Curauma, a unos pasos del flamante Centro de Entrenamiento Olímpico de Remo y Canotaje. Este es el centro de operaciones desde donde se dirige una revolución deportiva. Al mando del entrenador español, Bienvenido Front, a quien Bernardo califica de “trabajólico, ordenado y responsable”, el remo está viviendo sus mejores años. “Un mes antes de Cochabamba estuvimos aclimatándonos y entrenando en Portillo. Este resultado que obtuvimos fue gracias a todos los años que llevamos entrenando con Bienvenido”.
EL REMO COMO MOTOR DE VIDA
Bernardo mide 1 metro y 90 centímetros. Tiene un caminar cadencioso y una postura erguida, moldeada por años de alto rendimiento. Si fuera un animal, sería un lebrel: cuerpo delgado y fuerte musculatura, rápido y resistente. Dos años atrás su vida se regía, además de un cronómetro, por la dolorosa verdad de la báscula. En la categoría ligero su batalla consistía en pesar máximo setenta kilos dos horas antes de cada regata. “Era una locura”, confiesa. “Toda mi vida deportiva fue como ligero”, hasta que se despidió de la modalidad tras su primera participación olímpica en Río de Janeiro 2016, junto a Felipe Cárdenas en el doble.
“El remo es un deporte bastante fuerte en lo sicológico porque cuando compites sufres mucho. Es uno de los deportes donde alcanzas grados más altos de ácido láctico y tus piernas, literalmente, arden. Tienes que estar preparado para aguantar ese dolor y la falta de aire y la fatiga. Son dos mil metros, es decir, siete minutos donde estás compitiendo a ciento noventa pulsaciones. Hay que tener cierta mentalidad para aguantar esos factores”.
El primer encuentro con esta realidad la vivió a los catorce años. “En el colegio era demasiado inquieto y mi mamá me animó a practicar remo”, recuerda Bernardo. “La verdad es que nunca había escuchado ese deporte porque en la región no es muy masivo, a diferencia del sur, donde es un deporte estrella. Mi mamá me llevó a la laguna La Luz de Curauma, probé y me gustó altiro. Así entré al Club Regatas Sausalito”. Su primer entrenador fue Juan Fabianovich. “La responsabilidad, la constancia, el sacrificio, el compañerismo se viven día a día. Eso fue lo que más me atrajo y lo que me mantiene en el remo hasta hoy”.
La vida de Bernardo gira en torno al remo. Lunes, miércoles y viernes entrena en triple turno. La jornada comienza a las 7:30 de la mañana, remando por una hora y media. A las 10:30 la sesión continúa en el gimnasio con un trabajo de pesas. En la tarde, desde las 16 horas vuelta al agua por dos horas y media. Martes, jueves y sábado hay doble turno, pero focalizado en remo y ergómetro. El domingo se rema por la mañana y la tarde queda para descansar. Esta rutina es la que llevan adelante los quince seleccionados, bajo la estricta mirada de “Bienve”, como llaman al head coach nacional.
La vida social se resiente completamente y ese es, a juicio de Bernardo, quizás el punto negativo del alto rendimiento. “Te pierdes cumpleaños propios y de familiares; juntas sociales no existen porque significa trasnochar y salirte de la dieta. La vida personal también es difícil. Tengo a mi pareja —Francesca Bettoli— y cuando tenemos giras, me ausento uno o dos meses de casa”.
Pero las alegrías siguen estando en la pista. Su primera incursión como peso ligero la coronó con una medalla de plata en los Juegos Bolivarianos de Santa Marta, Colombia, en 2017. Allí compitió en la prueba cuádruple de remos cortos con Óscar Vásquez, Felipe Cárdenas e Ignacio Abraham.
Sin embargo, su medalla más recordada sigue siendo el bronce conseguido en el Panamericano de Toronto en 2015. En ese logro mucho tuvo que ver la llegada de un empresario alemán ligado a las telecomunicaciones, llamado Manfred Lenz. Afincado en la región de Valparaíso, entusiasta deportista y con una hija que practicaba remo, decidió hacer lo inverosímil: invertir en el deporte.
Formó el Titanium Ruderclub y trajo a los mejores remeros de Chile. Allí figuraban Felipe Leal, Óscar Vásquez, Nelson Martínez, además de Nibaldo Yáñez y Cristián Gainza, quienes ya no están remando. Unos venían de Valdivia, otros de Concepción; Bernardo era el único oriundo de la zona. “Manfred nos hizo un sueldo aparte del que recibíamos de la beca Proddar. Con eso nos pudimos dedicar por entero al remo y nos permitió subir mucho de nivel”, afirma.
Con ese aliciente, Bernardo obtuvo bronce en Toronto en el cuatro peso ligero, junto a Andrés Oyarzún, Luis Sauman y Felipe Cárdenas. En tanto, Felipe Leal y Óscar Vásquez consiguieron la medalla de oro en el par masculino. La memoria todavía está fresca: “Ese Panamericano fue bastante crudo porque yo iba con opciones de oro o plata. Iba en un doble ligero, pero mi compañero —Cristián Gainza— dio doping positivo. A menos de dos semanas se tuvo que armar la selección de nuevo. Fue bastante difícil porque entrenas durante años para conseguir una medalla y por una tontera se cae tu sueño. Llegamos allá, cambiamos el switch y sacamos bronce. Y esa, de todas las medallas que he obtenido, es la más importante. Incluso es más importante que la participación en los Juegos Olímpicos”.
¿Cómo sigue tu calendario deportivo y cuáles son tus metas?
Tenemos en noviembre la clasificación para los Juegos Panamericanos de Lima 2019, que se hacen en Río. En enero y febrero nos vamos a concentrar en Valdivia. En marzo viene una gira, en un lugar por definir. Luego vamos a los Panamericanos y después a la Copa del Mundo, que será a fines de agosto en Ottensheim, Austria. Y el objetivo es obtener una medalla. No sé de qué color, pero repetir una medalla a nivel panamericano sería muy bueno.
¿Tokio 2020 está en tus planes?
Yo voy a remar a full hasta el Panamericano. Y depende de lo que pase voy a ver si sigo hasta Tokio. Me quiero tomar un break porque estoy interesado en hacer un negocio con un amigo, con quien queremos levantar un sportbar, pero orientado en la decoración hacia el remo. Lo estoy pensando en Curauma. Creo que falta un espacio social y recreativo vinculado al deporte. Falta potenciar un punto de encuentro que le entregue mayor identidad al remo.
Estás trazando tu vida como exdeportista de alto rendimiento…
Sí. También me gusta la idea de ser dirigente o la gestión deportiva. Estoy estudiando Pedagogía en Educación Física en forma vespertina en la Universidad de Las Américas para conocer otras realidades. Creo que hay buenos entrenadores, pero lo que falta son exdeportistas en la gestión. Hay gente que es muy buena en lo que hace, pero no sabe a dónde asignar recursos ni lo que necesita un deportista. Y yo creo que ahí puedo aportar porque tengo la experiencia, la visión y, sobre todo, la motivación para mejorar la situación del deporte.
¿Hasta cuándo te ves remando?
Mi idea es remar hasta los cuarenta años. Lo único que me podría sacar del agua es meterme en un tema de gestión.
¿Y cómo ves el futuro del remo?
Súper bien porque vienen con el sistema de Bienvenido. Él no solo potenció a los adultos, sino que a las categorías menores, juveniles y sub23. Ellos saben que se deben sacrificar para representar al país.
¿Es factible pensar en una medalla olímpica?
No sé si en Tokio 2020, pero sí en los próximos Juegos Olímpicos de París 2024. Las mujeres vienen muy fuertes. Están las hermanas Abraham, la chica Isidora Niemeyer, la puertomontina Cristina Hostetter. Y la generación de hombres, que en el Mundial Juvenil de República Checa fue finalista en cuádruple con Brahim Alvayay, Pedro Canales, Andoni Habash y Marcelo Poo. Imagino que en cinco años más se puede pensar en una medalla olímpica. Antes era impensado.
“Imagino que en cinco años más se puede pensar en una medalla olímpica. Antes era impensado”.
“Mi idea es remar hasta los cuarenta años. Lo único que me podría sacar del agua es meterme en un tema de gestión”.
“La responsabilidad, la constancia, el sacrificio, el compañerismo se viven día a día. Eso fue lo que más me atrajo y lo que me mantiene en el remo hasta hoy”.