¿Eres de aquellos a quienes se les hace más fácil dar que recibir?
Todos queremos algo en esta vida, algo que nos dé las experiencias que queremos vivir, la seguridad que queremos sentir, el amor que queremos experimentar, etc. Estas experiencias son múltiples y muy personales de cada uno de nosotros, diferentes en su forma, pero, en el fondo, todos queremos sentirnos plenos.
Vivimos acostumbrados a “no todo lo que queremos puede llegar a nosotros”, pero ¿es esto verdad?
En mi experiencia, explorando los misterios de esta práctica, me he sorprendido, una y otra vez, con innumerables historias personales y de mis alumnos que demuestran lo contrario: todo lo que deseamos, cuando tenemos la alineación correcta y somos capaces de trabajar nuestros bloqueos, se puede hacer realidad: todo.
Sé que es una promesa grande y, en resumen, los bloqueos que impiden que llegue a ti aquello que desees son principalmente dos: tus miedos y los sistemas de creencias limitantes o contractivos.
Sin embargo, existe un tercer bloqueo, más oculto, a veces más difícil de detectar y mucho menos comentado, y es tu incapacidad de recibir.
Desde pequeños se nos enseña a dar, un valor que es hermoso (¡ojalá todo el mundo tuviera esa educación de base en mi opinión!), pero no se nos da el mismo énfasis en recibir. Y esta incapacidad está impactando un potencial infinito en tu vida.
Muchas veces pedimos y esto nos llega, pero luego decimos “no”, consciente o inconscientemente. Rechazamos lo que se da “demasiado fácil”, porque “no hemos trabajado lo suficiente para poder aceptarlo”. Rechazamos o boicoteamos las relaciones “demasiado buenas para ser verdad”, porque nos falta esa “cuota de drama” de la cual estamos tan acostumbrados. Rechazamos el viaje de un amigo porque sentimos que “voy a quedar en deuda” o el dinero regalado porque “acá hay gato encerrado”. En fin, un millón de trabas que se basan en lo mismo: tu incapacidad de recibir y limitar tus experiencias en consecuencia.
El resultado de esto es frustración, tanto para el que quiere dar y tú como alguien que quiere experimentar “eso” (cualquiera “eso” sea) en tu vida, ¡pero necesitas poder recibir!
Cuando das, le das al otro la oportunidad de recibir y cuando recibes, le das al otro la oportunidad de dar.
Recuerdo que cuando le pedí a la vida que me ayudara a recibir más ¡nunca había recibido tanto hasta el punto de sentirme incómoda! Observé todas mis creencias limitantes y hasta mi incomodidad física y me obligué a decir sí.
El recibir, al igual que el dar, se entrena y el ejercicio más simple para mejorar tu capacidad de recibir es diciendo sí. Por unos días o semanas, hazte consciente de todas las veces que dices que “no” (desde alguien que te quiere ayudar con unas bolsas de supermercado a un regalo especial) y comienza a decir “sí” observando cómo te sientes.
Cuando de abundancia y plenitud se trata, el recibir es clave.
Necesitamos más personas en el mundo que den y, al mismo tiempo, más personas que ya saben dar que también sepan recibir. ¿Te hace sentido?
¡Todo el éxito y estamos conectados!