Son valiosas las reflexiones en épocas de fin de año, ya que funcionan como balances que siempre auguran algo mejor. Lo hacemos en familia, con amistades y cercanos, al igual que en los espacios de trabajo, de ocio y autorrealización. Y también sobre los temas que nos gustan, mueven y apasionan, como es el caso de esta columna.
Esta vez quiero referirme a las empresas y a tres puntos que me parecen importantes en términos de alcance y valores para el 2022. Un año que seguro mantendrá la tendencia al cambio que ha experimentado el mundo durante la última década, donde los negocios no se mueven de su papel protagónico. Es cosa de ver al mercado y sus novedades, o a las plataformas que hoy se llevan gran parte de nuestra atención y recordar lo que eran las mismas hace dos, tres años. Hasta las más innovadoras se reinventan porque saben que viene algo mejor.
El primero es que hoy no tener un propósito ya no es opción. Puede ser uno enorme o también uno pequeño, pero lo importante es que nos guíe. Como un faro para una navegación, debe iluminarnos para llegar a buen puerto. Así aportamos impacto positivo a la sociedad, sin perder el ánimo de lucro. Incluso es llamativo que muchas ocupen recursos privados para resolver problemáticas que, generalmente, son públicas. Seguro hay algo, más allá del dinero, que las convoca por el objetivo.
Con respecto a este último punto, el de las problemáticas, hay una que es transversal. La crisis ambiental, que día a día nos exige mayor responsabilidad y donde las empresas no son la excepción. Ya sea que trabajen directamente en su aminoramiento, o incluso no tengan relación alguna con el tema, cada una debe asumir una postura sobre el asunto porque ya no es un punto menor para el mercado. Tal vez hoy es el primero y el más importante. ¿De qué manera tu negocio se adapta a la conciencia medioambiental y deja una huella?
Y el tercer punto es la diversidad en su interior. Esto no solo tiene que ver con tener más mujeres, gente joven o la simbiosis entre profesionales. A mi juicio, es eso y mucho más, relacionado a que ya no se logra mucho haciendo más de lo mismo, con la gente de siempre en la mesa.
Este año lanzamos 1ko, una fábrica de talentos apasionada por el arte y las cualidades de distintos artistas de Bajos de Mena, a través de una comunidad colaborativa y atenta a sus expresiones y oficios. Nuestro trabajo en estos meses refuerza mi punto sobre la diversidad, pues al estar presente como el día o la sombra, no estamos pensando en “cumplir” con la misma, o con el medioambiente, o con el propósito, o con todo lo que se nos ocurra y no aparezca en esta columna. Ya todo eso es habitual y parte de nuestra alma para recibir los años que vengan. Para resignificar el sentido de hacer empresa. Y nos recuerda lo crucial que es preguntarnos sobre lo que hacemos, como solemos hacer en esta época del año.