La verdad es que es bien difícil decidir qué ponerse, pues cuando llega la hora del evento muchas piensan: ¡Para qué comprarme algo nuevo, si total es un rato!, pero no es lo correcto. Recuerdo a la mamá de una novia que quería ir lo más sencilla posible, pero lo que ella escogía era de muy bajo perfil y precisamente no lo más adecuado. Presenciando esta situación intervine y le expliqué que ese día era tan especial para su hija, la novia, que habían sido meses de preparación y ella lo que más quería era que su mamá se viera preciosa.
Estas situaciones son más comunes de lo que ustedes se imaginan, aunque también ocurre lo inverso, cuando algunas madres piensan que se trata una alfombra roja y quieren dejar “toda su humanidad” en ese pasillo rojo, provocando en su hija un gran malestar. No es ni lo uno ni lo otro, pero sí es claro que cuando somos invitados a un evento, tanto de ayuda social, concierto, charla, lanzamientos de productos, inauguraciones, encuentros de empresas, eventos familiares —como bautizos, primeras comuniones, matrimonios civiles, cumpleaños—, una forma de agradecer es ir en la forma más adecuada posible, porque detrás de cada evento hay una preparación, un cuidado, un pensar en las personas que asisten.
Otra situación compleja son los casamientos playeros o campestres, donde muchos no saben qué ponerse. Mi respuesta es siempre similar: es una fiesta preparada y organizada con mucha antelación, donde eres una invitada querida, por lo tanto, hazle un guiño a los novios demostrándoles cuán importantes son para ti. Sólo debes dejar brillos en exceso si es de día soleado, el resto corre por cuenta personal. Aprecio cuando la actitud es distinta, liberándose por el sólo hecho de hacer desaparecer esas trabas. La actitud es todo, no es una frase cliché.
¡Hasta la próxima!