Pío Marshall: A vuelo de pájaro

fotógrafo de aves

Miembro de la plataforma global ebird.org, no solo es un reconocido fotógrafo de aves, sino un gran observador de estas. De tanto contemplarlas, se aprendió de memoria sus siluetas y guarda en la retina el recuerdo nítido de cada viaje que hizo para captarlas. Esta es la historia de un ingeniero que cambió los números y el mundo del retail financiero por una afición que alimenta el espíritu, según sus propias palabras. “Soy un coleccionista, no un artista. Más que buscar la mejor foto, me interesa buscar la mejor colección”.

Texto y fotografías Pío Marshall @photo.birding.chile

“Nunca he sido un gran conocedor de aves, lo mío ha sido paulatino, de a poco, y he ido descubriendo que tengo una gran pasión por el mundo de la naturaleza, de los árboles, de las lagunas, los ríos, los senderos. Pero eso se fue revelando con el paso de los años.

Tengo rollos completos, de fines de los ochenta, tomados en la laguna El Peral, un humedal al que he vuelto muchas veces. Me levantaba al alba desde mi casa en Algarrobo y partía. Una vez, siendo directivo de una asociación gremial, fui a Coyhaique y allá contraté un guía de pesca —Enrique Selmann—, para que me llevara donde anida el chucao para fotografiarlo. Hicimos muchas excursiones posteriormente. El tipo me puso un chucao en las rodillas y no fui capaz de tomar la foto. En ese momento, 2013, decidí hacer un curso a través de NatPhoto con Rodrigo Moraga. Y me sumé al maravilloso mundo de la fotografía. Ahí me puse pantalones largos, aprendí a revelar en formato Raw y mejoró notablemente la calidad de las fotos.

Cuando uno sale de excursión, además de tomar fotos, va a observar. Durante muchos años fui solo fotógrafo. Hoy soy observador también. A veces la distancia no te permite tomar fotos, pero sí viste pájaros; viste un jilguero volando de un árbol a otro, viste a un gorrión, a un chirigüe. Seres vivos, coloridos, pacíficos, tímidos, todo un desafío el encuentro con la naturaleza.

Si viste cincuenta especies durante una jornada, lo más probable es que logres fotografiar un tercio, por diversos factores: el contraluz, la distancia, la rapidez. No es fácil y se requiere paciencia.

Siempre me gustó mucho la fotografía, es entretención, relajo, tengo miles de fotos del crecimiento de mis hijos. Para mí es dejar un registro de una experiencia de mi vida, de un momento inolvidable: un cumpleaños, un bautizo, un nacimiento, un matrimonio.

El que me haya especializado en aves no lo puedo explicar. La fotografía de aves me deja el recuerdo de lo que yo viví en el lugar en que estuve, por eso me gusta que sea realista y que transcriba con fidelidad un lugar. No es una foto en la que haya interacción de colores o variaciones cromáticas o composiciones espectaculares o escenas que la gente nunca va a ver.

A veces las personas me escriben y me dicen “gracias por recordarme mi infancia, yo también vi una de esas aves en la casa de campo donde crecí”. Eso es lo que busco: acercarlas a la naturaleza con la que han compartido gran parte de su vida, porque lo que verdaderamente enriquece es el contacto con la tierra, con los árboles, con las plantas, el mar, los ríos.

La tenca chilena es un ave casi endémica, muy hermosa y clásica de nuestro campo, junto con la loica, los tordos. La ves en un árbol, al lado de una casa y de un sauce y de un canal de río y esa escena te dice que esto es Chile central, por ejemplo.

Yo veo mis fotos y me acuerdo de la escena, del lugar donde las tomé, lo que costó, lo que caminé; lo que fue aguantar la puna del Altiplano o navegar en condiciones a veces no muy gratas. Todo por una toma.

 DE AVENTURAS Y DESAFÍOS

La excursión más desafiante partía el 29 de marzo del 2020 a Juan Fernández y desde ahí navegaríamos en un barquito durante toda la noche hasta llegar a la isla de Más Afuera, distante a unos quinientos kilómetros. En esa isla hay un pájaro que no existe en ninguna otra parte del mundo que se llama el rayadito de Más Afuera, el santo grial de los pájaros chilenos. Espero poder hacerla este otro año.

Empecé a hacer excursiones profesionales de avistamiento de aves hace diez años. Para mí era fundamental hacerlo dos o tres veces al año, porque me alimentaba el espíritu. Necesitaba complementar los desafíos de la oficina con mi pasión por la fotografía y observación de aves, al punto en que decidí anticipar mi retiro y me jubilé el año pasado, a los sesenta y dos años, porque quiero dedicarme tiempo completo a esto.

Las excursiones me renuevan, me entusiasman. Por eso levantarme a las seis de la mañana, subir a cuatro mil metros de altura, navegar hasta llegar a la isla Noir en condiciones adversas, donde están las dos colonias de pingüinos que no existen en otra parte de Chile (pingüino de penacho amarillo y el de macaroni), es parte de la meta.

Mi mayor aventura ha sido las largas excursiones en Magallanes buscando perdices o el carancho de garganta blanca.

Siempre tuve en la cabeza hacer un libro, dejar un legado a mis hijos y nietos a través de un gran catastro fotográfico de aves chilenas. Hoy tengo 363 especies registradas. Creo que debo ser el que ha publicado más fotos de aves.

Busco promover la belleza, la diversidad, el conocimiento y la conservación de las aves chilenas, promover la naturaleza e invitar a más personas a sumarse a esta actividad. Aunque anteriormente publiqué un libro, acabo de publicar Aves de Chile, Estrecho de Magallanes y ya estamos trabajando en el segundo libro. La idea es formar una colección de diez o doce tomos con todas mis fotos. Me gusta tomar fotos en Chile. Esa es la gracia. Ese es mi objetivo”.