Países Bajos

De Croacia nos vamos a Países Bajos, donde a pesar de tener innumerables obras y soluciones urbanas de interés, uno de sus grandes llamativos arquitectónicos consiste en la forma con la que desarrollan la gran mayoría de sus viviendas.

Pareadas y angostas, y las que no, separadas por pocos centímetros. La razón no es una solución antojadiza. Les cobraban impuestos por el ancho de sus fachadas, es decir, mientras mayor fuera el frente a los canales, más debía pagar; en consecuencia, resolvían sus requerimientos de habitabilidad en altura. El comercio se desarrollaba, en parte, por los canales, por lo tanto, a mayor ancho de casa, menos comerciantes en el mismo espacio o mayor venta de uno solo.

Una vez establecida la tipología de las viviendas, nacen las externalidades de estas mismas. Tener más fondo que frente implica escasa exposición a la luz natural, por lo que necesitaban grandes ventanales.

Al ser en altura y angostas, las escaleras se llevaban parte importante de su superficie útil; por esta razón, resuelven con gradas más que incómodas, peligrosas de subir.

Los canales y su proximidad a las edificaciones no son únicamente beneficio y belleza. Debían aprender a convivir con la humedad. Comerciantes e incluso residentes tuvieron que inventar una solución para evitar el deterioro de su mercadería. Una medida simple frente a la complejidad del problema, consistió en subirla y depositarla en el piso más alto de la edificación, por esta razón, se aprecian ganchos y poleas en la parte superior junto a una leve inclinación del volumen hacia adelante, evitando así que los objetos, al ser subidos, golpearan la casa. Llegar con la mercadería hasta arriba por las escaleras, imposible.

Las dificultades no solo estaban en quienes las habitaban, sino también, en quienes las proyectaban y construían. Por el suelo pantanoso, necesitaban cimentaciones profundas, buscando una capa más firme de arena subterránea para evitar hundimientos. Al igual que en Venecia, muchas casas están sostenidas sobre pilotes de roble que, sumergidos en agua, pueden durar siglos sin pudrirse. Del nivel de la calle, o del canal hacia arriba, están construidas con ladrillo por ser un material resistente al clima húmedo. Para pegar unos con otros, se usaba mortero de cal, lo que permitía cierta flexibilidad frente a los movimientos del suelo. A pesar de todas las consideraciones, el tiempo ha ido pasando la cuenta, por lo que se han hecho necesarios algunos refuerzos metálicos y de hormigón para extender su vida útil respetando su identidad.

Finalmente, a mayor cantidad de lluvia, mayor la inclinación en las cubiertas. Esto termina coronando y consolidando una imagen autóctona, propia de las condiciones a las que se enfrenta una civilización en un lugar determinado, incluyendo sus propias reglas de funcionamiento. Una arquitectura vernácula que no surge de una imagen caprichosa o puramente estética, sino de las condiciones geográficas, climáticas y socioeconómicas.