Desde su capital, Oslo, la fotógrafa Javiera Díaz de Valdés, conoció hermosos lugares llenos de historia del pueblo noruego y los famosos fiordos. Así viajó hacia la encantadora localidad costera de Drobak, entre pintorescas casas, vida marítima y la Casa de Navidad de Tregaarden, conocida por ser la oficina de correos de Papá Noel.
Texto por María Inés Manzo C. / Fotografía Javiera Díaz de Valdés y gentileza María Díaz de Valdés G.
«Este viaje nació, principalmente, para visitar a mi familia, pero se convirtió en otro destino precioso para fotografiar. Desde chica, mis tíos siempre me contaron acerca de la belleza de los fiordos de Noruega y era algo que quería conocer.
Como mi familia vive en Oslo, partí en la capital. Esta es la ciudad más poblada de Noruega, también famosa por ser una de las más caras de Europa y con los costos de vida más altos del mundo. Eso no deja de ser significativo para los turistas, por eso recomiendo buscar escalas de vuelos convenientes. En mi caso, tomé un avión desde Cracovia, con escala en Varsovia, y desde allí a mi destino.
El recibimiento de la ciudad fue espectacular, ya estaba oscureciendo y me sorprendí con las hermosas auroras boreales. No es algo muy común de ver en Oslo, pero si tienes suerte pueden aparecer en primavera (marzo/abril) u otoño (septiembre/octubre).
En general, aquí sobresale el orden, la pulcritud, el respeto por las reglas y el gran sentido ecológico, sobre otras capitales europeas. En la carretera hay varios puentes verdes o ecoductos, para que los animales puedan pasar de un lado a otro sin riesgo de ser atropellados. También hay muchos edificios modernos, y si bien su centro histórico es pequeño tiene rincones fascinantes.
Uno de los edificios más emblemáticos es el ayuntamiento, que es mundialmente conocido, ya que aquí se celebra la ceremonia del Premio Nobel de la Paz desde 1990. Otro importante monumento es el Palacio Real, la residencia oficial de los reyes de Noruega. Construido en el siglo XIX, tiene a su alrededor hermosos jardines. Muy cerca también puedes visitar el edificio del Storting (parlamento), el Teatro Nacional o la Catedral de Oslo.
Para mí, lo más sorprendente fue el Museo Noruego de Historia Cultural, que está dividido en el Museo de los Barcos Vikingos (cerrado por obras hasta el 2027) y el Museo Folklórico Noruego (Norsk Folkemuseum), un maravilloso parque al aire libre que muestra 155 casas tradicionales rodeadas de naturaleza. Estas construcciones originales fueron trasladas allí desde todo el país. También cuenta con exposiciones de trineos, canoas, muebles, trajes y danzas típicas; artesanías, joyas y carruajes.
La estrella, sin duda, es la Iglesia de Madera de Gol. La historia cuenta que esta iglesia medieval de madera negra se construyó en el siglo XIII en Gol, Hallingdal. Si bien es un lugar pequeño, sorprende por los tallados a mano en la madera y lo bien conservada que se encuentra. Como curiosidad, hay varias réplicas de ella en el mundo, incluida una en el parque temático Epcot de Walt Disney World, en Estados Unidos.
Alrededor se pueden ir visitando las distintas casas de madera, que, en su mayoría, eran de granjeros o escuelas. Lo que más llama la atención es como crecen plantas y pasto en sus techos, los tallados e ilustraciones. Todo está rodeado por animales de granja, es muy bonito este lugar de paz en medio de la ciudad. Además, hay guías y personas con trajes típicos que van mostrando oficios y comidas tradicionales.
Ya de vuelta, una parada imperdible es la Ópera de Oslo, un moderno edificio frente al Fiordo de Oslo, que ganó el premio del Festival Mundial de Arquitectura en Barcelona, en 2008, y el Premio de Arquitectura Contemporánea de la Unión Europea 2009. Justo al frente, y flotando en el mar, se encuentra She Lies, una curiosa escultura hecha con paneles de acero inoxidable y cristal que mide 12 m de alto.
Otro panorama es el lago Sognsvann, a unos 7 km del centro, un área recreativa muy utilizada como campamento, para hacer picnics y donde los residentes pasan el verano; en invierno dicen que es hermoso para patinar y pescar en hielo.
DROBAK: REFUGIO DE PAPÁ NOEL
Al día siguiente, fuimos a tomar el ferri para recorrer los famosos fiordos; si bien nos tocó lloviendo, el paseo fue muy bonito y me hizo recordar el sur de Chile. En el camino se pueden ver distintos puertos, casas de colores (principalmente rojas por la madera del abedul), islas, fuertes, pero sobre todo mucha vegetación. Y a pesar del frío es muy común ver a las personas realizando deportes acuáticos.
Así nos dirigimos hacia Drobak, a unos treinta y cinco minutos de Oslo, una pequeña localidad costera que encanta por sus pequeñas playas y casas de madera decoradas con mascarones de proa, cañones y temática marítima. Los jardines son preciosos, sin rejas, muy seguros y puedes recorrer todo en medio día.
En la entrada del puerto, está la preciosa escultura de Las tres sirenas de Drobak, que rinden homenaje a las historias y leyendas marinas. También tienen un lindo centro con cafés con exquisita repostería, iglesias, restaurantes, museos, un acuario y galerías de arte; y es usual ver ferias de las pulgas y de artesanía local donde destacan las manualidades tejidas. Algo que me encantó fueron las antiguas casetas telefónicas, tipo biblioteca, donde la gente realiza intercambio o donación de libros.
Pero la gran atracción turística es Casa de Navidad de Tregaarden, conocida por ser la oficina de correos de Papá Noel y su casa de veraneo. Por eso, desde que llegas a Drobak, se pueden ver entretenidos carteles con su silueta.
Aquí se vive la Navidad todo el año, por eso llegan montones de visitantes a escribir sus cartas para recibir sello oficial de Papá Noel o llevarse algún recuerdo. Por dentro es como un cuento, con muchas casitas, trineos, decoraciones navideñas, candelabros, servilletas, figuras, ratoncitos, duendes, osos y los famosos muñecos de técnica soft. Me fui enamorada de este lugar y quedó como parte de las postales escandinavas que pude conocer en este viaje”.