Para melómanos y tevitos tradicionales, los datos no son alentadores. Las estadísticas de Google Trends —herramienta que compara la popularidad de términos de búsqueda específicos a lo largo del tiempo—, dejan en evidencia cuánto ha retrocedido el interés por la música y la televisión.
En el primer caso, si en 2019 acaparaba un 45% de consultas en Google, el año pasado retrocedió cinco puntos porcentuales. En cuanto a la pantalla chica, el descenso es más dramático: de un 53%, en 2019, a 43%, en 2023.
Si retrocedemos dos décadas, la música concitaba un 70% de interés de consultas en Google, en tanto la televisión conquistó un 90% de búsquedas en 2007.
La caída resulta estrepitosa y paradójica, considerando que se trata de industrias millonarias, de notorio crecimiento financiero durante este siglo. En 2024, el Informe Global de Música de la IFPI (International Federation of the Phonographic Industry, que representa a la industria de la música grabada en el planeta), indica que los ingresos globales del rubro alcanzaron 28.6 mil millones de dólares, un alza de más del 10% gracias al streaming, con más de 667 millones de usuarios.
En cuanto a la TV, con una tasa de crecimiento anual del 10%, se proyectan ingresos de 504.51 mil millones de dólares, a nivel mundial.
Sin embargo, son las redes sociales las que acaparan las consultas en Google Trends. Tik Tok, por ejemplo, ha registrado un aumento de 120% de búsquedas en los dos últimos años. En igual periodo, Instagram reels registra un incremento de 95%.
Acotada la búsqueda a ítemes propios del siglo XX como “música rock”, la caída es de un 30%, mientras “bandas de música” descendió un 25%. Por cierto, las consultas relativas al arte y los videojuegos también decrecen en porcentajes similares.
¿Cómo se explica, entonces, que la música y la televisión persistan lucrativamente? Ocurre gracias a factores como el streaming y las suscripciones a plataformas, y porque las recomendaciones mediante algoritmos soslayan una búsqueda directa, anticipando nuestros gustos. En todas esas instancias Google sobra como herramienta. En el intertanto, nuestro historial de búsquedas deja un rastro aprovechado por estos mecanismos, confirmando gustos y ahogando las novedades.