Mastrantonio: Un clásico de Reñaca

Tras el estallido social muchas Pymes han sido afectadas por los saqueos y el descontrol de grupos vandálicos que se aprovechan de las manifestaciones para atacar. Uno de ellos fue el icónico restaurante italiano Mastrantonio que gracias al apoyo de vecinos y amigos está dando la batalla para no cerrar sus puertas.

Por María Inés Manzo C. / Fotografía Teresa Lamas G. y gentileza Mastrantonio

Desde hace más de treinta años, Mastrantonio Ristorante es un ícono de la cocina italiana en Reñaca y de una cercana atención entregada por sus propios dueños. Ubicados entre Av. José Manuel Balmaceda y calle Central, a pasos de la playa, es reconocido por su típica fachada. Una casona de madera que data de 1950, pintada de negro, con grandes ventanales en toda su parte frontal y letras rojas con el apellido familiar.

Pero aquella postal que ha recibido a un sinfín de turistas y clientes fue la misma que comenzó a aparecer en las redes sociales y medios de comunicación —el pasado 10 de noviembre—, cuando desde el interior del restaurante salían llamas descontroladas luego de que un grupo de delincuentes ingresara a saquear y romper todo lo que encontraron. Una situación que afectó también a varios locales, departamentos, casas e incluso a la parroquia Santa María de Los Ángeles.

“Nosotros sabíamos que estaba convocada una manifestación en la playa de Reñaca, pero jamás pensamos que iba a desatar tal nivel de violencia y descontrol. Llegaron alrededor de cinco mil personas a la playa, dentro de las cuales había un grupo minoritario, pero muy organizado para hacer destrozos. Cuando sentimos el fuerte golpe en la parte delantera y entraron a la fuerza —quebrando los ventanales—, con mi señora e hijo estábamos mirando todo desde el segundo piso porque nuestra casa está ubicada arriba del restaurante. Por suerte teníamos un plan de evacuación previo (tal como ocurre con los terremotos). Alcanzamos a arrancar por la puerta posterior, con lo puesto, con nuestro gato y un par de mochilas”, relata el dueño Marcelo Mastrantonio, quien trabaja junto a su esposa, Mónica Muñoz, y su hijo Marcelo.

“El ánimo de crear caos venía de hace días atrás. Incluso se estuvieron cortando calles desde Viña del Mar para que no llegaran las marchas. Ese domingo la masa de gente llegó en micros gritando, con banderas, botellas y latas de alcohol, incluso drogas. Muchos no venían con su traje de baño a pasar una tarde agradable, sino con el fin de generar miedo en los vecinos de Reñaca. Nosotros, como familia, estamos de acuerdo con las manifestaciones pacíficas; no se pueden negar todas las demandas sociales que este país necesita, pero el vandalismo no tiene justificación”. 

“Generalmente cerramos la atención de la hora de almuerzo a las 17:00 horas, pero ese día terminamos mucho antes, y mandé a mis empleados a su casa, pues el ambiente se sentía muy tenso. Desde temprano veíamos cómo estos grupos, de no más de cincuenta personas, pasaban con piedras del puente y miraban hacia dentro de nuestro local. Cubrimos nuestros ventanales y guardamos de la vista lo más importante, pero andaban con destornilladores, chuzos y distintas herramientas. Lo más preocupante —y como constató la PDI— fue cómo se fueron posicionando de esquina en esquina con celular en mano, desde el edificio del ex Long Beach, y de forma sincronizada botaron los basureros y armaron las barricadas”.

“Los locatarios estamos seguros de que los disparos del gringo John Cobin no fueron los que desataron la furia, porque esto, con o sin ese acto reprochable, iba a ocurrir igual. Se ensañaron con nuestros vecinos de Ana Sushi, La Bruna, y tantos otros emprendedores que, como nosotros, viven de esto. Damos gracias que nuestra casa y restaurante no se quemó por completo, porque el techo es alto y los bomberos alcanzaron a actuar”.

“La repercusión que tuvo la imagen de Mastrantonio en llamas fue tremenda. Nos empezaron a llamar para saber si estábamos bien. Lo vieron mis hermanas que viven en España e Italia; mi sobrina desde Australia y mi tía en Argentina. Muchos pensaron que nos habíamos quemado por completo. Afuera era una zona de guerra: destrozos, barricadas, lacrimógenas y gente corriendo”.

“Cuando pudimos regresar encontramos los restos de dos fogatas donde tiraron todo lo que encontraron, incluso un televisor. La caja registradora estaba destrozada, el bar completamente saqueado, los vidrios reventados y había más de cincuenta piedras de gran tamaño esparcidas y tapas de cerveza. Al subir a nuestra casa, todo el humo del incendio estaba concentrado y vi la chapa reventada… pensé lo peor, que me iba a encontrar de frente con alguien. Lamentablemente el que se llevó la peor parte fue mi hijo menor, le robaron todo lo que tenía en su pieza: su computador, su Play Station, su tablet, toda su ropa”.

“Después de que se apagaron las llamas no volvieron a ingresar, porque hicimos acto de presencia con nuestros empleados que volvieron a ayudar, algunos clientes y amigos que nos apoyaron para que no siguieran saqueando. Colocamos planchas o pedazos de piso flotante, que trajeron generosamente, hasta que pudimos proteger todo el lugar”.

“Sentirse vulnerable es terrible, saber que hay personas que recorrieron tu espacio privado y saben dónde está todo. Y esa sensación de angustia la volvimos a vivir al siguiente llamado de manifestarse en Reñaca, que por suerte no tuvo la misma magnitud. Estábamos realmente asustados”. 

RECONSTRUCCIÓN

Los Mastrantonio contaban con seguro de incendio y ahora se encuentran en plena reconstrucción para poder volver abrir sus puertas el próximo 30 de noviembre. “Vimos el esfuerzo de toda una vida en el suelo y también el miedo de cerrar nuestras puertas, dejando a nuestra familia y a seis empleados sin su sustento. Pero nuestros hijos tuvieron la excelente idea de hacer delivery para poder levantarnos”.

La ayuda fue inmediata y han recibido montones de pedidos. El primer fin de semana fueron unos ciento cincuenta platos al día, entre jueves y domingo. “Antes sólo entregábamos algunos pedidos para llevar con retiro en el local. Pero ya nos han contactado de empresas de envío de comida a domicilio y creemos que eso nos permitirá mejorar las ventas. Tuvimos una gran respuesta de clientes antiguos y nuevos. Incluso teníamos contratado, previamente, un almuerzo para fin de mes y como forma de solidarizar con nosotros nos confirmaron. Esto fue una gran motivación y esperamos que nos sigan apoyando como también a nuestros vecinos afectados”.

Para reactivar la zona, SERNATUR ya está en una campaña nacional para incentivar el turismo en el país y que se prioricen los destinos regionales sobre el extranjero. A ello se le suma el apoyo de CORFO para subsidiar a las pymes damnificadas. “Hay que seguir trabajando, se acerca la temporada de verano rápidamente y ya se pronostica que será más baja que otros años. Desde fiestas patrias el negocio venía lento y con lo ocurrido fue peor, por eso toda ayuda es bien recibida”.

ESPECIALISTAS EN PASTAS

Famosos por su carta de pastas italianas, la cocina está a cargo de Marcelo Mastrantonio, su esposa Mónica lo apoya en la cocina y con los postres; y Marcelo hijo como ayudante de cocina y cajero. Estudiante de Ingeniería en Turismo y Hotelería en la Universidad Andrés Bello, su sueño es continuar en el futuro con el legado familiar. Además, sus hermanas, Flavia y Camila, si bien hoy no participan del negocio, siempre han estado presentes.

“Mastrantonio comenzó en 1985 aquí mismo en Reñaca. Teníamos una sociedad familiar y llegamos a tener tres locales: con mi hermana María Paola estábamos a cargo de Viña del Mar, mi madre en Reñaca y mi padre en Santiago, pero finalmente ellos decidieron cerrar porque este es un rubro muy demandante y agotador. Yo me quise independizar en 1994 con mi señora y seguimos en esto desde entonces”, señala Marcelo.

La pasión por la cocina nació de su propia casa. “Como buena familia italiana, el sábado se cocinaba una olla enorme de salsa con carne mechada y el domingo la pasta con los famosos spaghettis o raviolis. Desde que tengo uso de razón nos reuníamos más de quince personas en la mesa entre familia y amigos. Y así nos dimos cuenta de que podíamos trabajar en lo que más nos gustaba”.

Desde que abrieron el restaurante el plato estrella siempre ha sido la lasagna. De las pastas frescas, que elaboran junto al maestro en sus máquinas italianas, están los infaltables spaghettis, fettucinis, raviolis, gnocchis, agnolotis, panzottis, cappellettis y canellonis. Acompañados por un surtido de salsas clásicas y más elaboradas. 

Pescados, mariscos y pizzas no venden, pero sí una buena variedad de carnes, entradas (como el carpaccio o la provoleta) y por supuesto postres. Los preferidos: el tiramisú y el flan de la casa.

El secreto del éxito de todos estos años es la tradición y el amor por lo que hacen. Desde diciembre hasta marzo, y como cada temporada alta, atenderán de lunes a domingo, siempre en el ambiente familiar que los caracteriza. La tarea ahora es reinventarse, potenciar el delivery y sus redes sociales para captar más clientes.


Contacto: 32-283 2810
Delivery: +569 7799 9176
Facebook e Instagram: @mastrantonioristorant
e