Las personas somos seres sociales por naturaleza y esto es visible tanto en los tiempos buenos como en aquellos más difíciles. En el caso de los primeros, actividades como celebrar, comer y bailar provocan mayor bienestar emocional cuando se realizan de manera colectiva, mientras que en épocas desafiantes, cuando trabajamos juntos en torno a un objetivo común, los resultados son mejores y el sentido de pertenencia social aumenta.
Como una reacción casi instintiva hacia los problemas, tendemos a buscar ayuda entre nuestros más cercanos y un ejemplo muy evidente es lo que estamos viendo hoy con los efectos de la inflación y cómo las personas forman alianzas para comprar juntos y abaratar costos. A un nivel macro, también las empresas están enfrentando unidas los retos del actual contexto económico, y así es como se está generando mayor colaboración entre grandes compañías, el ecosistema de pymes y emprendimientos del país y asociaciones del área, ya que todos son conscientes de la utilidad de estas instancias para formar redes y obtener beneficios globales.
En el caso de las empresas emergentes, pymes o emprendimientos, muchas veces ocurre que para que una buena idea logre materializarse, no sólo es suficiente contar con una estrategia adecuada, sino que es crucial encontrar el apoyo necesario en el momento justo.
Distintas iniciativas están apuntando justamente a esta falencia, con modelos de colaboración sostenible que cuentan con herramientas como mentorías, asesorías, acceso a redes y apoyo para levantar financiamiento, además de liderazgos empáticos, con un enfoque horizontal, ciudadano y participativo.
Porque de eso se trata el trabajo colectivo, de crear instancias para fomentar nuevas industrias y apoyar a quienes están en desventaja. Las grandes compañías pueden realizar acciones concretas en este sentido, por ejemplo, proponiéndose como meta incluir dentro de su red de proveedores a una cierta cantidad de pymes, lo que ayudará a fortalecer la economía e impulsar el desarrollo local. También pueden implementarse proyectos de innovación abierta, un modelo donde las empresas pueden externalizar sus necesidades y desafíos combinando eficazmente el funcionamiento interno de la organización con el talento, el dinamismo, la flexibilidad y la mirada fresca que poseen los emprendedores y startups.
El trabajo cooperativo nos permite, además, conectar con la riqueza de la diversidad, porque sólo a través de la interconexión se eliminan los intermediarios y podemos conocer otras realidades y formas de ver las cosas. También aumenta la confianza, porque cuando una empresa realmente cumple con lo que dice que va a hacer, aumenta su validación social. Lo mismo se aplica para las personas; cuando creemos en ellas, generamos energía positiva y logramos que cada uno dé lo mejor de sí mismo.
Chile está viviendo hoy un periodo de muchos cambios económicos y sociales. Sabemos cuáles son nuestros dolores y falencias, pero a la vez, contamos con nuevas herramientas y muchísima más conciencia para aplicar mejoras. Ojalá que podamos construir colectivamente un país donde el crecimiento y la solidaridad avancen de la mano.