El emprendimiento es una herramienta de movilidad social clave para atacar esa incómoda desigualdad que nos pena como país. Por eso es importante que las oportunidades sean para todos.
Chile ha mostrado un gran desarrollo estos últimos diez años en término generales. Se han realizado avances en diferentes materias, sobre todo en el campo con el que más me relaciono que es el desarrollo Pyme, emprendimiento e innovación. No obstante, recurrentemente siento que hay algo que falta para que todo fluya de manera correcta.
Es complejo y muchas veces llena de impotencia observar dos realidades que suelen ser cotidianas en nuestro país relacionadas con la desigualdad. Según el último estudio de la CEPAL de este 2019, la pobreza extrema en Chile es de 2,3%, lo que equivale a un total de 412.839 personas.
Por otro lado, en el año 2017, el 50% de los hogares chilenos de menores ingresos únicamente tenía el 2,1% de la riqueza neta del país, mientras que solamente el 1% más acaudalado concentró un no despreciable 26,5% de dicha riqueza. El informe Casen 2017 arrojó que el 10% de los hogares más ricos gana hasta 40 veces más que las familias más pobres.
El emprendimiento es una herramienta de movilidad social clave para atacar esa incómoda desigualdad que nos pena como país. Por eso es importante que las oportunidades sean para todos.
No obstante, esa desigualdad muchas veces la vive de cerca el emprendimiento: un talento pulido, capacitado y enseñado académicamente, potenciado por redes y herramientas culturales, tiene muchas más oportunidades de salir adelante v/s uno en bruto, el cual puede ser muy creativo y prometedor, pero que muchas veces no logra salir a flote por falta de herramientas básicas para crecer y mantenerse, debido a la carencia de redes, medios culturales y económicos o educación.
Que todos tengamos acceso a una educación digna y de calidad, a capacitación y preparación es un punto que deberíamos considerar prioritario. Generar una cultura del emprendimiento y la colaboración es vital. Es necesario ‘emparejar la cancha’ para que todos partamos desde el mismo punto, nivelemos y crezcamos. La desigualdad no es productiva, no genera crecimiento, no crea riqueza, no origina desarrollo colectivo, ni tampoco un mejor capital humano. Generemos los cambios necesarios y trabajemos para que todos los chilenos puedan soñar y seguir creciendo. Con mayor igualdad todos ganamos, y Chile es el gran beneficiado.
Solo de esa manera podremos crecer como país y tener una sociedad más feliz y unida. Las oportunidades dan la chance de producir cambios, y el cambio para una persona repercute en todo un grupo familiar.