El cambio climático es hoy, quizás, una de las cuestiones más relevantes que nos aqueja y aunque cientos de estudios advirtieron por años su importancia para la humanidad, no fueron suficientes para sacarnos de nuestra pasividad. Sin duda, el incremento del nivel del mar ha sido la manifestación más silenciosa y constante de ello, y que hoy claramente se encuentra en un punto de no retorno.
Ha sido la artista visual y cineasta germano-italiana Rosa Barba (1972), quien, en su último trabajo, ha escenificado este fenómeno y sus consecuencias para la humanidad.
Son los espacios amplios, las construcciones y estructuras obsoletas, los paisajes naturales desolados y fragmentos de textos artísticos, los elementos empleados por la artista para construir espacios de memoria en los que conviven certidumbres y vulnerabilidades.
Su trabajo más reciente, Pillage of the Sea, se encuentra en el colectivo de arte contemporáneo de Beaufort 21 en la costa de Flandes. En esta muestra, las obras dialogan con su entorno y acá particularmente con la costa. Su participación no dice relación con la modificación ejercida por la intervención antrópica, sino que más bien, con la alteración que los bordes costeros han iniciado en la historia de la humanidad a la luz del aumento del nivel del mar. En este contexto, Rosa Barba recurre a los montículos de piedra utilizados por diversas culturas, particularmente por la japonesa, que los considera espacios de reflexión ceremoniales en los que se reconocen indefensos ante la naturaleza.
Para reinterpretar esta escena, la artista vierte hormigón en sacos de textil, como los usados en la contención del agua, apilándolos verticalmente para representar, con cada uno de ellos, una ciudad vulnerable al cambio climático, como Bangkok, Río de Janeiro, Miami, La Habana, Dublín y Buenos Aires, entre otras, estableciendo su tamaño según el número de personas que las habitan. Pillage of the Sea, de carácter permanente, se irá sumergiendo paulatinamente con el pasar del tiempo, manifestando un juicio crítico con nuestra pasividad frente al cambio climático y lo indefensos que nos encontramos.