Katharina Jenny: Mujer del año

Estudiosa, de metas claras y enamorada de su trabajo, la gerente corporativa de Seguridad y Salud Ocupacional de Antofagasta Minerals fue elegida como Mujer del Año 2018, tanto por su capacidad laboral, como por sus logros en gestión y liderazgo. Defensora de los grupos de trabajo empáticos y dúctiles, asume como propio el gran desafío de incluir más mujeres en minería, pues asegura que respecto a la equidad de género, el tema ya no se limita a porcentajes, sino a potenciar el desarrollo y la permanencia femenina en el negocio.

Por Catalina Aparicio / Fotografías Rodrigo Herrera

El camino no fue fácil y muchas veces sintió que cada paso que daba, debía validarlo frente a sus pares masculinos. No es que le hicieran comentarios directos, pero sentía en el aire la pregunta “¿qué hace ella acá? ¿será capaz?”.

“Durante los primeros años de mi carrera siempre hubo alguna mirada inquisidora, algún comentario cuestionador, porque además de ser muy joven, soy mujer. Y aunque para mí dejó de ser un tema, creo que como sociedad tenemos que hacer algo para que otras mujeres no pasen por lo mismo”, declara Katharina Jenny, gerente corporativa de Seguridad y Salud Ocupacional de Antofagasta Minerals, quien fue distinguida como la ejecutiva más valorada por las empresas en Chile durante 2018, galardón que destaca su trayectoria profesional, su capacidad de gestión, liderazgo, innovación e influencia.

¿Cómo fue el proceso de llegar a ser gerente corporativa?
Partí en el área de Planificación en Minera Escondida, donde estuve en proyectos muy desafiantes y entretenidos. De pronto, me invitaron a ser parte de un proceso para un cargo en extremo interesante en el área de Salud, Seguridad y Medioambiente.

Me proyectaba en planificación o en operaciones, pero me di la posibilidad de abrirme a este mundo tan diferente a lo que conocía y terminé encantada. Después de un par de años, cuando recién cumplí treinta, me ofrecen postular a la gerencia de HSEC para Spence. Tomé el desafío, estuve un año y luego seguí mi carrera en Codelco Chuquicamata.

¿Cómo fue ese tremendo cambio en cuanto a cantidad de trabajadores y cultura organizacional?
Desde que recibí la oferta decidí jugármela. Además, durante el proceso de selección tuve una conversación con Diego Hernández, presidente ejecutivo en ese tiempo. Cuando yo misma hice hincapié en mi poca experiencia, me dijo: “no te queremos por tu experiencia, te queremos por tu capacidad”. Eso me provocó un cambio de ‘switch’ radical. Hace dos años llegué a Antofagasta Minerals, donde estoy muy contenta.

¿Alguna vez pensaste que ocuparías este cargo, en esta industria?
No tengo ningún familiar ni amigo de la familia que sea minero. De hecho, cuando comenté en mi círculo la decisión de estudiar ingeniería en minas, muchos trataron de convencerme de elegir otra carrera, en especial mi mamá, quien estaba muy temerosa respecto a si iba a encontrar pega, si me iba a poder desenvolver en este rubro.

¿Y por qué no encontrarías trabajo?
Por lo machista del medio. No era que mi madre no creyera en mis capacidades, sino en lo complicado del entorno. “Para qué hacerlo tan difícil”, me decía. Pero como me gustan los desafíos y siento que necesito rodearme de gente para recargarme de energía, me decidí por Minas, porque quería algo que estuviera en terreno, en contacto con las personas y no que me tuviera encerrada en una oficina trabajando sola.

¿Qué sentiste al ser reconocida como la ejecutiva del año 2018?
Este premio es un recordatorio para toda la sociedad de que sí se puede ser profesional, ejecutiva y mamá al mismo tiempo. Me ha tocado conocer a muchas mujeres de la industria minera —y esto lo digo con mucha pena— que han tenido que optar por lo uno o por lo otro, lo que es bastante injusto y, por eso, mi agradecimiento no es solo personal, es a nombre de todas quienes logramos compatibilizar los diversos roles que debemos cumplir. Antes había recibido otros reconocimientos, pero este es el primero después de la maternidad. Además soy la primera representante de la industria minera y lo valoro enormemente, porque refleja todos los esfuerzos que he puesto en el camino, en el desarrollo de mi carrera.  Me llenó de orgullo, me emocioné hasta las lágrimas.

CUMPLIR ETAPAS

Heredera de un matriarcado, su madre y su abuela son un ejemplo a seguir para Katharina, por la energía y el power que le inyectaban a su pequeño círculo femenino, el que se completó con la llegada de su hermana. Fue estudiante matea y perseverante, tanto en el colegio como en la universidad. “Al estar en una carrera mayoritariamente de hombres tenía que destacarme y, para eso, la única forma era el estudio. Como ejemplo, mis últimos tres años de carrera yo no tuve vacaciones de verano, porque ese tiempo lo dediqué a hacer prácticas profesionales”.

¿Cómo está conformada tu familia hoy?
Somos cuatro: mi marido y mis mellizas de tres años y medio, Teresa y Renata. Soy madre, pero también soy esposa, hija y hermana. La maternidad ha sido un proceso de cambio y transformación muy potente. De hecho, mi regreso al trabajo después del post natal fue complejo, por lo que tomé la decisión de renunciar. Me tomé dos meses para reflexionar y estar con mis niñas y luego volví a ejercer en Antofagasta Minerals. Para mí fue fabuloso porque me reencanté con mi profesión, llegué a un equipo de trabajo súper humano, lo que es fundamental en este proceso de conciliación entre el mundo laboral y la maternidad.

¿Cómo enfrentan a nivel corporativo el tema de la inclusión femenina?
Aún estamos avanzando, porque es un camino lleno de aristas. Lo positivo es que las empresas se dan cuenta de lo importante que es ser atractivas para los trabajadores, porque tener a los mejores del mercado impacta de manera positiva a cada organización. Al recibir estas acciones de conciliación entre familia y trabajo, créeme que el compromiso y el entusiasmo que uno entrega día a día, es mucho mayor.

¿Cómo visualizas el liderazgo?
Siempre me ha gustado llevar la batuta, esa es una característica innata en mí. Cuando niña fui scout y con ellos aprendí a muy temprana edad que los objetivos se consiguen de mejor manera trabajando en equipo y siendo perseverante, pues desde siempre he considerado que toda meta es alcanzable si es que trabajamos para ello. Destacar en la minería, incluso siendo un mundo mayoritariamente de hombres, fue una elección. Jamás bajé los brazos, nunca falté a clases por muy fomes que fuesen o por muy cansada que estuviera.Esto empezó a aumentar el nivel de responsabilidad que ya traía en mi ADN, inculcado por mi mamá y por mi abuela.

¿Qué crees que hace falta para lograr una mayor inclusión femenina en la industria minera?
Es un tema complejo y prueba de ello es que, aunque hoy en día existen planes y programas de inclusión, en los últimos siete años hemos avanzado solo en un punto porcentual en lo que respecta a fuerza laboral femenina. Hoy, a nivel país, somos cerca de un ocho por ciento de mujeres en la industria, y aunque es muy poco, no dista mucho de la realidad mundial. La pregunta es ¿por qué ocurre esto? Porque los esfuerzos están dirigidos a incorporar mujeres, pero no a retenerlas y ahí hay un problema: el desafío está en lograr que la minería sea una industria amigable para que esas mujeres que ya están dentro de este mundo laboral puedan compatibilizar su vida familiar, personal y profesional.

Hay expertos que aseguran que las mujeres no vemos atractiva la industria minera, ¿crees que es así?
En parte sí, pero esto ocurre por los prejuicios que existen, porque se da por hecho que esta industria está conformada solo por hombres, por lo tanto, las mujeres ni siquiera la consideran como una posibilidad en su desarrollo profesional.

Quizás eso influye también en el sesgo machista que permanece y que se nota, de manera mucho más evidente, en los puestos de alta jerarquía. En la industria minera el poder es masculino y no porque no existan mujeres capaces de abordar las responsabilidades que demanda la minería, sino porque aún nos movemos por los estereotipos y no por las competencias y habilidades de las personas.

¿Crees que efectivamente la incorporación de mujeres marca alguna diferencia
Por supuesto. Y no es algo que afirme solo yo, está súper demostrado a través de diversos estudios que los equipos balanceados son mucho más eficientes. Esto se trata de complementarse. En eso aún tenemos que avanzar muchísimo.

¿Ves alguna diferencia entre el liderazgo femenino y el liderazgo masculino?
(Respira hondo) Sí, si la veo. Yo creo que para la era digital actual requiere mucho más liderazgo femenino que masculino. Y no se trata de género, porque tengo jefes hombres con la capacidad de dejar fluir características que siempre son asociadas a la mujer y son tipos muy exitosos. El motivo que argumento es que el liderazgo masculino, como lo conocemos, ya quedó obsoleto. Hoy se buscan más cualidades que tienen que ver con el trabajo en equipo, la colaboración y la empatía, dejando de lado la competitividad basada en el autoritarismo. Ya no nos sirve gente que golpea la mesa y da órdenes sin escuchar opiniones. Lo que necesitamos hoy es que quienes toman las decisiones sean capaces de ampliar la mirada y considerar diversos ángulos antes de definir los lineamientos a seguir. Cuando eso ocurre, las organizaciones fluyen de mejor manera y con exitosos resultados.

“Hoy, a nivel país, somos cerca de un ocho por ciento de mujeres en la industria, y aunque es muy poco, no dista mucho de la realidad mundial. La pregunta es ¿por qué ocurre esto? Un factor está en que los esfuerzos están dirigidos a incorporar mujeres, pero no a retenerlas y ahí hay un problema: el desafío está en lograr que la minería sea una industria amigable para que esas mujeres que ya están dentro de este mundo laboral puedan compatibilizar su vida familiar, personal y profesional.”

“En la industria minera el poder es masculino y no porque no existan mujeres capaces de abordar las responsabilidades que demanda la minería, sino porque aún nos movemos por los estereotipos y no por las competencias y habilidades de las personas.”