El 8 de septiembre de 1522 ingresaban al puerto de Sevilla, en el Guadalquivir, los dieciocho sobrevivientes de la expedición de Fernando de Magallanes a bordo de la nao Victoria. Venían al mando de Juan Sebastián Elcano, quien, si bien se había incorporado a la expedición en 1519 primero como “contramaestre” y luego “maestre” en la nao Concepción, durante el desarrollo de la travesía de tres años y a las múltiples vicisitudes, incluida la muerte del propio Magallanes, terminó asumiendo el liderazgo de la primera circunnavegación del mundo, un hito histórico para el mundo moderno.
Juan Sebastián Elcano había nacido en Getaria, Guipúzcoa, en 1486. Marino de profesión, con gran experiencia en travesías, terminó enrolándose en la expedición que, en 1519, se estaba preparando en Sevilla para ir a descubrir un estrecho que conectara el Atlántico con el Mar del Sur, aquel océano que, en 1513, había “descubierto” Vasco Núñez de Balboa en Panamá. Además, esta expedición tenía por objetivo encontrar una nueva ruta hacia las islas de especiería, también conocidas como las Molucas, en Indonesia. Por último, el tercer objetivo de este proyecto de Magallanes, autorizado y financiado por la corona castellana, era confirmar el límite marítimo que el Tratado de Tordesillas había fijado en 1494, el cual establecía una línea de meridiano de polo a polo en el Atlántico, que delimitaba las aguas portuguesas e hispanas, y que, en Asia, por el antimeridiano, se creía que debía estar en torno a las mencionadas islas. De hecho, los hispanos sostenían que las Molucas formaban parte de su soberanía y esta expedición buscaba confirmarlo.
La expedición zarpó desde Sevilla el 10 de agosto de 1519 rumbo a Sanlúcar de Barrameda, desde donde largaron velas al Atlántico el día 20 del mes siguiente. Cinco naves y cerca de 240 tripulantes conformaron una expedición que terminaría haciendo historia, siendo uno de sus protagonistas el guipuzcoano Elcano, puesto que al fallecer trágicamente Magallanes en la isla de Mactán, en Filipinas, el 27 de abril de 1521, este comenzó a asumir mayores responsabilidades, a tal punto que al poco tiempo se convirtió en el sucesor que intentaría llevar a buen puerto la empresa y regresar con parte de la misión cumplida.
Precisamente, pese a las múltiples adversidades que vivieron los expedicionarios, que incluyeron motines, naufragios, escorbuto, pérdida del líder y otras múltiples tragedias, esta empresa logró dos de los tres objetivos señalados anteriormente. Halló el anhelado estrecho el 21 de octubre de 1520, desembocando en el Mar del Sur, rebautizado como Pacífico, el 28 de noviembre del mismo año, y pudo probar que existía una nueva ruta hacia las islas de la especiería cuyas riquezas eran grandiosas.
Sin embargo, lo que no se pudo probar fue la soberanía de Castilla sobre dichas islas ante la imposibilidad de precisar el antimeridiano y porque, finalmente, esas islas estaban en aguas portuguesas de acuerdo con el referido tratado de Tordesillas.
Pero Elcano pudo añadir a esta empresa descubridora un tercer logro que no estaba en los planes de nadie: completar la vuelta al mundo y probar, de paso, que el planeta se podía circunnavegar completamente, algo que, si bien el hallazgo del estrecho ya permitía deducir, tenía que haber alguien que liderara dicha proeza, ¡y vaya que lo hizo! Valga, entonces, el homenaje a Juan Sebastián Elcano a quinientos años de una verdadera hazaña, un hito en la historia de las navegaciones en el mundo moderno.