Isidora Lazcano: Campamentos en tiempo de pandemia

directora TECHO Biobío

Su partido más importante lo está jugando ahora, como directora regional de la fundación TECHO, donde le ha tocado liderar en momentos tan difíciles como la crisis social y la sanitaria. “Hemos visto como la pandemia demuestra la desigualdad. Muchos viven hacinados y no cuentan con las condiciones de habitabilidad mínima para cumplir con el aislamiento social”.

Por Monserrat Quezada L. / Fotografías Sonja San Martín D.

Cuando Isidora, recién egresada de Ingeniería Civil Industrial, vio el aviso laboral para ser encargada de administración y finanzas de TECHO, recordó lo que sintió cuando fue voluntaria de la institución mientras estudiaba en el colegio: “una vez que lo ves, no hay vuelta atrás”.

Actualmente, Isidora Lazcano tiene veintiséis años y, desde octubre de 2019, es la directora regional de la institución. Viene de una familia de cinco hermanos, todos muy deportistas: “Uno es futbolista profesional, otro va en camino a serlo, y un tercero está estudiando para ser entrenador”. Por su parte, Isidora probó distintas disciplinas cuando era niña, pero se decidió por el vóleibol por ser un deporte en equipo: “Me gustó que no dependiera solo de mí. Tener que coordinarse y estar unidas es un desafío que me encantó”.

Tuvo tan buen desempeño que pudo estudiar Ingeniería Civil Industrial con beca deportiva en la Universidad de Concepción. “Me incliné por esa carrera porque te entrega muchas herramientas para impactar con soluciones y mejoras en la sociedad y, a su vez, te permite tener un amplio desarrollo profesional”.

DESDE EL TECHO

Todo fue muy rápido. Isidora empezó a buscar trabajo en marzo de 2019 y al día siguiente de la entrevista le informaron que el cargo de administración y finanzas de TECHO Biobío era de ella. “Fue una decisión que tuve que tomar muy rápido y un poco asustada porque en mi carrera el camino tradicional incluye casi siempre una empresa. En cambio, este trabajo era en una organización dedicada a lo social”.

¿Y por qué aceptaste?
Mientras estudiaba en el colegio fui a trabajos de voluntariado de la fundación y ves un una realidad que está muy segregada y escondida. Eso me abrió los ojos, pero por el tema del deporte no podía ser voluntaria permanente. Cuando años después vi esta oportunidad me revivió toda esta rabia que tenía contra el sistema, de que existieran familias viviendo en estas condiciones y quise postular. Era el momento de probar. Al poco tiempo me invitaron a postular al cargo de director regional y aquí estoy. Empecé en octubre y dos días después fue el estallido social.

Estudios afirman que hay más campamentos ahora que antes. Si erradicarlos es una misión de TECHO, ¿cómo evalúan esta información?
Eso es, principalmente, porque los campamentos son el síntoma de una enfermedad: la exclusión en la ciudad. Las personas están viviendo hacinadas, los arriendos son muy caros y llegar a campamentos se transforma en una solución, en una vía de escape para ellos. Según nuestros datos, hay más de ochocientos campamentos en el país y cada día llegan en promedio diez familias nuevas, y es principalmente por los factores que te mencioné, además de la seguridad. Entonces, prefieren irse a un lugar donde viven conocidos que se cuidan entre ellos. Si las personas están viendo los campamentos como una solución, ¿qué dice eso de nuestra sociedad?

¿Cómo han vivido el tema de la pandemia?
Desde un principio cerramos las oficinas y empezamos a teletrabajar, además de suspender las actividades con las comunidades, tanto de profesionales como de voluntarios, para no arriesgar a las personas que trabajan con nosotros y para no ser factor de propagación del virus. Tuvimos que reestructurar toda la planificación ya que nuestro trabajo es en terreno. Hemos visto como la pandemia demuestra la desigualdad. Está la preocupación por los ingresos en primer lugar. Muchas familias no cuentan con un trabajo formal y generan sus ingresos día a día. Y eso se ha visto reflejado en el abastecimiento de alimentos.

¿Cómo ha afectado la cuarentena a las familias con las que están trabajando
Hemos estado en comunicación constante. Por un lado, las hemos ayudado en difusión de medidas preventivas y de autocuidado para las familias, y por otro, estamos cada tres o cuatro días haciendo un catastro de sus problemáticas. Lo principal tiene relación con el abastecimiento de alimentos, acceso al agua y posibles contagiados.

¿Qué otras dificultades han encontrado?
Sabemos que la medida preventiva más efectiva es el aislamiento social pero no todos pueden hacerlo. Si se quedan en casa, muchos viven hacinados y no cuentan con las condiciones de habitabilidad mínima para cumplir con este requerimiento. Otro factor en contra es el acceso al agua. Una de las principales medidas preventivas es el lavado frecuente de manos, pero muchos no pueden acceder a esto tan básico. Actualmente el 92% de las familias de campamentos no tienen acceso formal a ésta. Afortunadamente, hasta ahora no hemos tenido contagiados en nuestras comunidades.

¿Qué medidas concretas están adoptando?
Como Techo, junto con el Hogar de Cristo y Fondo Esperanza, sabemos que las personas con las que trabajamos han sido las más afectadas, por lo que lanzamos una campaña que se llama Chile Comparte, que busca atacar la problemática de la escasez de alimentos. Busca recolectar fondos para comprar cajas de alimentación y hacérselas llegar a las personas con quienes trabajamos. Además, queremos ampliar ese fondo a un proyecto de educación, porque sabemos que a los niños les están enviando tareas o haciendo clases online, pero muchos no tienen computador ni acceso a Internet, por lo que buscamos aumentar esa conectividad. También estamos evaluando implementar consultorios móviles que vayan a las comunidades, y abastecer de agua potable a las comunidades donde escasea.

¿Qué te ha llamado la atención del trabajo hasta ahora?
Estamos trabajando en dieciocho comunidades: ocho en Talcahuano, cinco en Concepción y cinco en Ñuble. Es muy destacable y gratificante ver que hoy son las mujeres las que están tomando las riendas en los roles de liderazgo en las comunidades. Tres de cada cuatro dirigentes son mujeres que están liderando la organización comunitaria de sus territorios, personas que no solo se preocupan día a día por sus familias y sus trabajos, sino que también están muy comprometidas con sus vecinos y comunidades.

¿Cuáles son los desafíos específicos para tu dirección?
Primero, necesitamos más manos. Nuestro desafío en la región es visibilizar la realidad en campamentos, principalmente entre jóvenes, para que estos puedan conocer el real impacto que puede tener su aporte y así atraer, motivar y formar a más jóvenes dispuestos a cambiar vidas. También estamos con una línea grande en capacitación de las familias para entregarles herramientas laborales, certificadas, en oficios. Otro tema importante es tener una línea clara de solución habitacional. Sabemos que por las leyes no siempre podemos hacer todo lo que quisiéramos, pero al menos necesitamos hacer un diagnóstico y ver cuáles son las soluciones habitacionales posibles y acompañarlos en el proceso.

¿Cómo te proyectas después de TECHO?
Haber decidido enfocar mi carrera en el área social es muy gratificante, ya que te permite trabajar por convicciones más que por obligaciones. Me motiva el hecho de liderar un grupo muy talentoso de profesionales y ver cómo cientos de jóvenes actúan desinteresadamente por esta causa común. No podemos ser ajenos a lo que les sucede a otros, porque esta realidad la hemos construido como sociedad. Si bien no tengo claro cómo me veo de aquí a cinco años, sé que al abrir los ojos ya no los puedes cerrar más. Por ahora, siento que estar en este cargo es un aprendizaje constante y una oportunidad muy grande para crecer como profesional.