MESÍAS. NETFLIX.
No hay mejor publicidad que la polémica. Esta serie de Netflix ganó de entrada cuando Jordania solicitó a la plataforma sacarla del menú en su territorio. La trama de Mesías involucra directamente los mayores conflictos de Oriente medio. Parte en Damasco, la convulsionada capital de Siria, cuando un hombre joven y de larga cabellera predica en la calle. “Nada es coincidencia, todo es parte del plan de Dios”, insiste frente a una muchedumbre que a ratos lo interpela por su interpretación del Corán. En paralelo, fuerzas de Isis están a punto de bombardear la ciudad cuando una providencial tormenta de arena lo impide. Muchos creen que la presencia de Al-Masih, el nombre del joven, no es fortuita y comienzan a seguirlo. Es así como conduce a miles hasta la frontera de Israel provocando desconcierto internacional. Cuando la tensión aumenta se hace humo hasta aparecer en medio de un tornado en Texas.
Mesías, protagonizada convincentemente por Mehdi Dehbi, actor y director belga de treinta y cuatro años que domina seis idiomas contando árabe, hebreo e inglés, de lo cual hace gala en pantalla, juega con las posibilidades durante todo el ciclo de diez capítulos. ¿Quién es este hombre? ¿Un ser divino? ¿Un embaucador? ¿Un infiltrado? Las mismas preguntas se hace la CIA y sus pesquisas, que descartan de plano algún aspecto sobrenatural, arrojan notables sorpresas.
Algunas críticas aseguran que Mesías habría tenido mejor destino como un film. Otras consideran desaprovechada una premisa atractiva que pulsa los hilos de la fe con la política mundial y los riesgos de los mass media ensalzando personajes. La profundidad de los temas supera el tratamiento de la serie, pero una cosa es segura. Mesías consigue fidelidad rápidamente y mantiene la intriga hasta el final. Perfecta para el verano.