HASTA QUE EL ASESINATO NOS SEPARE. NETFLIX.
Ricky Gardner se sintió superado. El funcionario policial de veintinueve años nunca había visto una escena de crimen tan espantosa, como aquella del 3 de abril de 1985. La ira descargada sobre las víctimas en su propia casa, una mansión en Virginia, transmitía un profundo odio. Con 36 puñaladas, Derek Haysom (72) estaba desfigurado y lo habían degollado. Su esposa Nancy (53) también había sido acuchillada y ahorcada con una gruesa cadena de oro, incrustada en la tráquea. Tan profundo el corte, que estaba prácticamente decapitada. El ataque sólo pretendía quitarles la vida de manera espantosa. No había señales de robo.
Las indagatorias condujeron hasta Elizabeth, la hija de veintiún años del acaudalado matrimonio, y su pareja Jens Soering, un estudiante universitario alemán poco agraciado, de notoria inteligencia, hijo de un diplomático.
La relación de Elizabeth con sus padres era compleja. Solían enviarla a estudiar lejos, cayó en drogas duras y su comportamiento se hizo errático. Jens era su otra mitad, aunque no dejaba de ser curioso que ella, una chica guapa y rebelde, se fijara en él, un nerd en su totalidad.
A los padres de Elizabeth no les cayó en gracia este novio que no se esforzaba en ser simpático, sino más bien empecinado en demostrar su coeficiente intelectual. El intenso intercambio epistolar entre los amantes comenzó a dejar señales de la intención inequívoca de eliminarlos.
Esta serie documental relata la cacería de la pareja que dio la vuelta al mundo huyendo de la ley, y luego cómo los juicios por separado de ambos develaron versiones contrapuestas, hasta llegar a un punto de quiebre. El gran ingrediente es el testimonio actual de Jens Soering, que enfrenta las cámaras con aplomo y, por cierto, un dejo de arrogancia para explicar por qué asumió los asesinatos en un primer momento y luego se desdijo.
Elizabeth se comprometió ante miembros de su familia a no referirse públicamente al caso. A pesar de esa eventual cojera que podría suponer una trama favorable a la perspectiva de Jens, resalta lo que ella dijo en el tribunal cuando el juez le preguntó la razón de los asesinatos. “Mis padres murieron —dijo tras una larga pausa— porque Jens y yo estábamos obsesionados el uno con el otro”.