Una de las grandes polémicas al finalizar el año 2022, fue la suspensión de los fuegos artificiales en la bahía de Valparaíso, en particular en las comunas de Valparaíso y Viña del Mar. Concón también los había suspendido con antelación por razones presupuestarias y ambientales, por lo que el golpe mayor se lo llevaron los dos mayores centros urbanos de la provincia, porque hasta último momento estuvieron recibiendo turistas para contemplar este histórico evento que, para entonces, cumpliría setenta años de trayectoria.
Para las generaciones nacidas con el nuevo milenio, pensar que los fuegos artificiales eran un evento exclusivo de Valparaíso parece ser algo un tanto irreal, sin embargo, hasta la noche del 31 de diciembre de 1998, en donde se produjo el fatídico accidente de la pasarela Portales, el “Año Nuevo en el Mar” era un espectáculo increíble, no solo por la espectacularidad de los fuegos, sino por la cantidad de gente que se congregaba en la comuna porteña, epicentro exclusivo del evento. De hecho, era tal la cantidad de gente, que el retorno a Viña del Mar y Concón revestía una complejidad de marca mayor, a tal punto que bien valía la pena permanecer en el puerto durante varias horas antes de pensar en asumir el caos vial que se producía después de terminado el espectáculo pirotécnico.
Este hermoso espectáculo había sido creado en 1952 por iniciativa del doctor Ernesto Dighero Lajaña, reconocido odontólogo, quien fuera también fundador y primer director de la prestigiosa Escuela de Odontología de la Universidad de Chile en Valparaíso, hoy Facultad de Odontología de la Universidad de Valparaíso.
El doctor Dighero fue quien tuvo la visión de imaginar un espectáculo pirotécnico en aquel tan particular anfiteatro porteño, posibilitando un atractivo para sus habitantes, pero también convirtiéndose en una joya turística para todos quienes pudiesen venir desde otros lugares del país. Pero esta idea solo podía concretarse con el apoyo de otra institución visionaria, de la cual Dighero era un miembro activo: la Liga Marítima de Chile, la que asumió la organización de la actividad hasta que, en 1964, el evento fue traspasado a la Municipalidad de Valparaíso.
Y si bien el primer Año Nuevo en el Mar fue opacado por la terrible tragedia acaecida un par de horas después de comenzar el nuevo año de 1953, a raíz del incendio de la barraca Schulze y la posterior explosión de un depósito de explosivos ilegal, que costó la vida a cincuenta personas, entre ellas, treinta y seis voluntarios del cuerpo de bomberos, al año siguiente nuevamente el espectáculo pirotécnico cobró vida y aquel “Año Nuevo en el Mar” comenzó a consolidarse como una actividad imperdible y el atractivo turístico más importante de la ciudad y con los años, al aumentar los minutos de exposición, el espectáculo pirotécnico cobró fama internacional.
Después de la tragedia de la pasarela de Portales, los fuegos se extendieron a Viña del Mar y luego a Concón, conformando una fiesta costera de características inigualables. Sin embargo, hace poco tiempo comenzaron a sonar voces opositoras a este evento, incluida la propia autoridad edilicia viñamarina, quien a fines del año 2021 había vaticinado el fin de la pirotecnia.
La crisis reciente asociada a la suspensión de los fuegos tiene que llamar a la reflexión a nuestras autoridades comunales en cuanto a que el “Año Nuevo en el Mar”, a estas alturas, es una joya patrimonial que hay que defender, y que dicho evento, fruto de la visión de Dighero y de la Liga Marítima de Chile, debe proyectarse en el tiempo.