BORGEN. NETFLIX.
La realidad supera a la ficción pero no siempre. Esta serie danesa estrenada en septiembre de 2010, se adelantó un año al ascenso de la socialdemócrata Helle Throning-Schmidt como la primera mujer en ocupar el cargo de primer ministro en Dinamarca desde el palacio de Christiansborg, que reúne en una sola edificación a los poderes ejecutivo, legislativo y judicial, y que los daneses coloquialmente nominan Borgen. En la serie, el personaje de Birgitte Nyborg (Sidse Babett Knudsen) es una líder opositora moderada que por avatares de la política y no por votación directa, se convierte en jefa de gobierno.
Aunque la última de sus tres temporadas data de 2013, en la década transcurrida el prestigio de la serie ha crecido exponencialmente. El mejor drama se podía producir lejos de los códigos anglo con un nivel de realismo y profundidad que deja a House of Cards en la categoría de culebrón mexicano.
Parte importante del éxito de Borgen responde al modelo de la televisión danesa perteneciente a la corporación pública DR, financiada por impuestos al comercio y los mayores de edad para no depender de la publicidad, y transar así la calidad de los contenidos. En el caso de la ficción, lo importante es el valor de las historias y por lo mismo prima la libertad de los guionistas.
Borgen marcó pauta al exponer sin histrionismos ni golpes de efecto los recovecos del poder —las alianzas, las triquiñuelas, las traiciones—, las relaciones siempre tensas e interesadas con la prensa, y el costo personal contenido en una actividad como la política, que suele consumir horarios e intereses de sus máximos protagonistas.
Se anunció una cuarta temporada de Borgen para 2022 tras la alianza entre DR y Netflix, rompiendo la tradición de su creador y guionista principal Adam Price, un afamado chef devenido en escritor para televisión, de producir sólo tres ciclos de sus creaciones, incluyendo otro título altamente recomendable como Algo en qué creer, también disponible en Netflix.
En una década el mundo ha cambiado y será interesante ver cómo Birgitte se interna en una era de nuevas sensibilidades y demandas aunque, en estricto rigor, la política no es muy distinta desde los días de Roma.